Estruendo en la selva
Las cataratas del Iguaz¨², 2,7 kil¨®metros de cortinas de agua entre Argentina y Brasil en medio de un bosque lleno de colibr¨ªes, monos y coat¨ªes
Se supone que esto de las cataratas no deber¨ªa transformarse en un concurso sobre qui¨¦n tiene el chorro m¨¢s estruendoso. Pero conviene, de vez cuando, situar algunas ca¨ªdas de agua en perspectiva: el Salto del ?ngel, en Venezuela, mide casi un kil¨®metro (974 metros) de alto. Sin embargo, no hay que hacerse demasiadas ilusiones con su caudal. En las estaciones secas se muestra como un hilito blanco, casi invisible en la bruma. Las cascadas de Yosemite, en California, vienen a ser algo m¨¢s peque?as (782 metros). Las cataratas del Ni¨¢gara, entre Estados Unidos y Canad¨¢, tienen una altura de 52 metros, aunque se extienden a lo largo de 323 metros. Las de Victoria, entre Zambia y Zimbabue, miden 107 metros de alto y 1,7 kil¨®metros de ancho. La anchura, como vamos viendo, tambi¨¦n importa. Y ah¨ª las del Iguaz¨² no tienen rival: se elevan sobre unos 80 metros, pero suman 2,7 kil¨®metros de cortinas de agua entre Argentina y Brasil. En total comprenden 275 saltos en plena selva. Y m¨¢s all¨¢ del tama?o, esa es la clave: la selva.
Desde el lado brasile?o se puede disfrutar de una visi¨®n m¨¢s completa de las cataratas, se aprecian en toda su extensi¨®n. Desde el argentino, sin embargo, se llegan a tocar las fauces de la bestia. En ese sentido, la estrella del Iguaz¨² es la Garganta del Diablo. Ah¨ª es donde se aprecia la apoteosis del agua, la catarata en su estado m¨¢s imponente. Hasta llegar a la Garganta, uno ha debido recorrer sin saberlo miles de peque?os universos, se habr¨¢ cruzado con cientos de monos y puede que haya visto alguno; habr¨¢ respirado el mismo aire que respiran unas dos mil especies de plantas, habr¨¢ o¨ªdo decenas de trinos distintos, tal vez haya vislumbrado alguna de las 13 variedades de colibr¨ªes.
En mi caso, fui testigo de c¨®mo un estadounidense observaba en cuclillas a un coat¨ª ¡ªun bicho parecido al mapache¡ª mientras otro coat¨ª se le acerc¨® por la espalda, se alz¨® de patas y le hurg¨® en la mochila con el mismo sigilo que un carterista profesional. Dec¨ªamos que uno va cruz¨¢ndose con todos esos microcosmos y, de pronto, la Garganta del Diablo te saluda. Ah¨ª es donde muchos se dejan empapar por la emoci¨®n, algunos r¨ªen como ni?os, de puro nerviosismo, y a otros les da por quedarse en silencio, entre foto y foto.
Paseos nocturnos
Pero no hay que despreciar el camino. Dentro del parque se organizan paseos nocturnos. Sin rastro de energ¨ªa el¨¦ctrica, la luz de la luna consigue que resplandezca el arco¨ªris sobre la espuma blanca. Si es verdad eso de que lo mejor de la experiencia sexual es cuando los amantes suben las escaleras, en Iguaz¨² hay que tenerlo presente por partida doble. Existe un paseo superior que se extiende a lo largo de 650 metros y a ratos ofrece una panor¨¢mica de la selva como si la sobrevol¨¢ramos en ala delta. Hay otro camino inferior que se prolonga casi un kil¨®metro y medio a los pies de varios saltos de agua. Ambos son perfectamente transitables. De hecho, no es extra?o encontrarse con alg¨²n padre levantando a pulso el carrito del beb¨¦.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
- Turismo de Brasil (www.visitbrasil.com).
- Turismo de Argentina (www.turismo.gov.ar)
- www.icmbio.gov.br.
- www.iguazuargentina.com.
- www.cataratasdoiguacu.com.br.
- www.cataratasdoiguacu.com.br.
¡°El problema es que con la llegada de tantos turistas el medio ambiente se est¨¢ deteriorando¡±, comenta Rub¨¦n Ituarte, de 64 a?os, empleado de la empresa Iguaz¨² Jungle, concesionaria en Argentina de los paseos en lancha y en bote. ¡°Hace cuatro a?os, durante un paseo ecol¨®gico de tres kil¨®metros en bote, llegu¨¦ a ver hasta siete caimanes. Se ve¨ªan tambi¨¦n lobitos de r¨ªo, que son como una especie de nutrias. El ¨²ltimo a?o, sin embargo, no s¨¦ si los vi una vez. Antes se paseaba un bote cada 20 minutos con cuatro o cinco personas. Ahora hay botes llenos cada diez minutos. Y el caim¨¢n, en cuanto oye el barullo se va¡±.
El 21 de marzo de 2011 murieron dos turistas estadounidenses durante uno de los paseos en barca en el salto de San Mart¨ªn. El caso se encuentra a¨²n bajo investigaci¨®n judicial, aunque la versi¨®n m¨¢s extendida es que la lancha choc¨® contra una piedra y eso le hizo dar una vuelta de campana con sus 11 personas a bordo. A ra¨ªz del accidente, durante una semana se detuvieron todos los paseos. Pero despu¨¦s, la vida en el parque sigui¨® su curso normal.
Christian Pignoti, empleado de Jungle, contempla desde su oficina varias pantallas con el recorrido de todas las lanchas. ¡°A ra¨ªz del accidente decidimos poner c¨¢maras en lugares estrat¨¦gicos de la selva. La seguridad es mayor de lo que nunca fue. Podemos seguir segundo a segundo el recorrido de todas las embarcaciones¡±, se?ala.
Los guaran¨ªes
Iguaz¨² es el parque que m¨¢s visitas atrae en Argentina. Un d¨ªa normal llegan 7.000 personas. Y en Semana Santa, 14.000. Conjugar eso con el entorno ecol¨®gico no es f¨¢cil. ¡°La selva es exuberante, pero muy delicada¡±, explica Pignoti. ¡°Aqu¨ª todo est¨¢ relacionado con todo. Y todo lleva un ritmo muy lento. Los guaran¨ªes, que son quienes mejor la conocen, son gente muy tranquila. Si van a cazar puede tardar dos d¨ªas en mimetizarse con el lugar en donde cazan¡±.
En ese contexto, meter ah¨ª durante una semana a 700 ni?os m¨²sicos procedentes de todo el mundo no es sencillo. Ofrecer un concierto bajo la misma batuta es un desaf¨ªo precioso que se viene repitiendo cada mayo desde 2010. Al programa de 2013 fue invitado este peri¨®dico junto a otros medios nacionales y extranjeros por el Consejo Federal de Inversiones, de Argentina. Iguaz¨² en Concierto es una especie de beca Erasmus de una semana, con ni?os que llegan sobre todo de Argentina, Brasil y Paraguay. El padre que quiera inscribir a sus hijos en ese festival solo tiene que enviar un v¨ªdeo a la organizaci¨®n y esperar a que sea elegido, bien por el jurado o por el voto popular. Durante una semana, en el camino hacia las cataratas, no ser¨¢ extra?o toparse con decenas de arpas tendidas en la hierba como animales fant¨¢sticos, Tras el concierto final, los instrumentos volver¨¢n a sus estuches y el agua seguir¨¢ derram¨¢ndose en la selva.
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