Asombrados en Caracena
Una excursi¨®n a pie por un bello ca?¨®n fluvial hasta la desconocida y coqueta villa soriana
Soria hay multitud de aldeas, peque?as villas y pueblecitos, hoy pr¨¢cticamente desconocidos, que en otro tiempo fueron importantes centros de la vida en la Castilla mesetaria. Es el caso de Caracena, que a principios del siglo XII lleg¨® a ser el centro administrativo de un amplio territorio con una veintena de aldeas dependientes. Descubrir esta villa olvidada resulta ser un plan viajero m¨¢s que estimulante.
El camino del r¨ªo
Para llegar a Caracena se puede acceder, bien por la N-II pasando por Atienza hasta alcanzar Tarancue?a, bien por la N-I, Ayll¨®n y San Esteban de Gormaz. En el primer caso, ¨²nicamente se puede acceder a la poblaci¨®n a pie, recorriendo la hoz del r¨ªo Adante (o Caracena). Si se tiene tiempo, es la opci¨®n m¨¢s interesante, porque permite recorrer todo el ca?¨®n, disfrutando, como dice el cronista de la zona Inocente Garc¨ªa de Andr¨¦s, ¡°de un excepcional paseo por las edades de la tierra y las edades del hombre¡±.
A lo largo del paseo de casi dos horas se podr¨¢n ver buitres, ¨¢guilas y abantos sobrevolando los enormes farallones del barranco. Hacia la mitad del ca?¨®n aparecer¨¢n imponentes los Tolmos, dos enormes bloques de caliza, a cuyos pies se encuentra un yacimiento arqueol¨®gico de la edad del Bronce. A partir de ese punto, las paredes del ca?¨®n parecen estrangular el r¨ªo, mientras el caminante se ver¨¢ obligado a vadear el arroyo en m¨¢s de una ocasi¨®n. Despu¨¦s de superar dos o tres recodos, el barranco se ensancha en una fresca chopera adornada por una ruinosa y vieja ermita. Al otro lado del r¨ªo, 150 metros por encima de nosotros y confundido con las rocas, veremos asomar el ¨¢bside rom¨¢nico de la iglesia de Santa Mar¨ªa. Cruzando un magn¨ªfico y evocador puente medieval accederemos por fin al n¨²cleo urbano de Caracena. Si no se tiene mucho tiempo, tambi¨¦n se puede llegar al pueblo por carretera desde San Esteban de Gormaz y visitar la parte m¨¢s bonita del ca?¨®n hasta llegar a los Tolmos.
Un rollo, dos iglesias
Entrar en Caracena es como internarse en la Edad Media. El pueblo est¨¢ encaramado en un promontorio rocoso defendido por dos abruptos barrancos. Posee un importante rollo del siglo XVI, que da fe de la importancia que en su d¨ªa tuvo la villa. Los rollos eran unas columnas de piedra que se colocaban en las plazas de poblaciones importantes de la ¨¦poca y que serv¨ªan como picota y para infligir castigo p¨²blico a los reos. Caracena cuenta tambi¨¦n con dos iglesias. La de Santa Mar¨ªa, con torre¨®n de defensa, una bonita ventana en el ¨¢bside con archivoltas y capiteles finamente trabajados y una llamativa celos¨ªa calada en piedra en su fachada de poniente. La otra iglesia y verdadera joya rom¨¢nica es la de San Pedro, que, seg¨²n Luis Mar¨ªa de Lojendio, cuenta posiblemente con la galer¨ªa porticada m¨¢s acabada de la regi¨®n del Duero. Dicha galer¨ªa tiene siete arcos con dobles fustes, a excepci¨®n de los dos de la puerta, que son cu¨¢druples y retorcidos.
Si uno se deja guiar por Santiago Pacheco, podr¨¢ observar, entre otras muchas cosas, curiosos detalles que de otra forma le pasar¨ªan desapercibidos. Un ejemplo son las sorprendentes patas ¡°en movimiento¡± de un caballo que aparece en uno de los capiteles y que resulta una llamativa rareza en contraste con el tradicional estatismo de las figuras rom¨¢nicas. Si se observan bien algunas piedras de las paredes de la galer¨ªa, se ver¨¢ que presentan unas extra?as y profundas hendiduras; la explicaci¨®n (de Santiago, por supuesto) es que como en las galer¨ªas porticadas se celebraba el concejo (reuni¨®n de vecinos del pueblo), algunos hombres aprovechaban el tiempo para afilar sus navajas en los sillares de los muros. En el interior de la iglesia hay algunos otros tesoros, como una preciosa talla rom¨¢nica policromada de la Virgen con el Ni?o, un magn¨ªfico Cristo g¨®tico y un ¨®leo de Palomino.
Caracena, adem¨¢s de restos de la muralla, tiene un impresionante castillo colgado sobre dos precipicios. Aunque los restos m¨¢s evidentes de este imponente castillo cuadrangular datan de finales del g¨®tico y principios del Renacimiento (1491), existen evidencias de un antiguo recinto amurallado rom¨¢nico de los siglos XII o XIII. El castillo impresiona visto desde cualquier ¨¢ngulo, pero sobre todo si se le contempla desde el lado opuesto del barranco con el que limita al Oeste. Aunque poco conocido, Caracena conserva tambi¨¦n un magn¨ªfico bosque de carrascas y encinas, con alg¨²n ejemplar de varios siglos de antig¨¹edad y envergadura colosal, que es monumento natural.
Castellano recio
Los atractivos de Caracena son muchos, pero, sin ninguna duda, una de las razones de visitar este pueblo olvidado es conocer a Santiago Pacheco. Santiago lo es todo en Caracena: el pastor, el cantinero, el cronista verbal del lugar, un defensor de los derechos comunales de la villa; un castellano recio, de baja estatura, rotundidad f¨ªsica, verbo f¨¢cil y determinaci¨®n personal. Nadie mejor que ¨¦l para contar en detalle todo sobre Caracena. ?l tiene las llaves de las iglesias y las mejores explicaciones sobre los enigmas y secretos del sitio. ?l es el que mejor puede orientar al visitante para que lancha arriba descubra el bosque de encinas y el castillo. De la comida tambi¨¦n se puede encargar Santiago y su mujer en el min¨²sculo y encantador comedor de su peque?o bar. Patatas con setas o con el ingrediente del d¨ªa, chuletitas de cordero, huevos fritos, ensalada de la huerta¡ Un gusto.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
Informaci¨®n
- Por carretera, Caracena se encuentra a 26,7 kil¨®metros de El Burgo de Osma y a 89,2 de Soria.
- El recorrido a pie por el ca?¨®n del r¨ªo Caracena se inicia en Tarancue?a. Para llegar en coche de Tarancue?a a Caracena o viceversa hay que dar un rodeo de algo m¨¢s de 12 kil¨®metros.
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