Recorrer Canad¨¢ de granja en granja

M¨¢s all¨¢ de la moda de lo org¨¢nico y de la fantas¨ªa de dejarlo todo para irse al campo, visitar y conocer desde dentro c¨®mo funciona una granja es una experiencia altamente interesante y un plan de vacaciones fuera de lo com¨²n. Desde los a?os 70, la organizaci¨®n internacional WWOOF (Worldwide Opportunities on Organic Farms) se encarga precisamente de ense?ar a urbanitas de todo el mundo el origen de los productos que, empaquetados y con sus etiquetas correspondientes, adquieren en el supermercado, poniendo en contacto a granjeros de 99 pa¨ªses y voluntarios de otros tantos. En Canad¨¢, est¨¢n registradas en esta organizaci¨®n alrededor de 1.000 granjas, que cada a?o reciben aproximadamente 4.000 visitantes.

Para contactar con alguna de las granjas que pertenecen a WWOOF Canad¨¢ basta con darse de alta en su p¨¢gina web, wwoof.ca, y pagar los 50 d¨®lares que cuesta convertirse en miembro de la organizaci¨®n por dos a?os. Una vez se es miembro, se tiene acceso la base de datos con todas las granjas que participan en el programa. Estas granjas y huertos org¨¢nicos ofrecen alojamiento y manutenci¨®n gratuitos a cambio de 4 o 5 horas de trabajo diario, con uno o dos d¨ªas libres por semana dependiendo de la granja (las condiciones de trabajo se negocian con los anfitriones). Trabajos, eso s¨ª, no muy complejos ni demasiado duros, pensados para quienes no tienen experiencia en el terreno. Como contraprestaci¨®n, el voluntario o wwoofer se lleva la oportunidad de conocer la campi?a canadiense sin coste alguno y el acceso a unas costumbres y unas vivencias ajenas para quienes nacieron entre edificios y el humo de los coches.

Como ejemplo, en las afueras de Pembroke, una ciudad de la provincia de Ontario, se encuentra la Hedgeview Farm Organics, una granja regentada por una pareja de veintea?eros ¨C¨¦l, Mathias, dan¨¦s, ella, Brenna, canadiense- en la que habitan tres generaciones: los abuelos de Brenna, inmigrantes alemanes que llegaron a Canad¨¢ huyendo tras II Guerra Mundial, sus padres, que durante d¨¦cadas se ocuparon de una vaquer¨ªa que instalaron sobre el mismo terreno, y la joven pareja, que en la actualidad se encarga de sacar adelante un huerto org¨¢nico y un corral. En esta granja los voluntarios ayudan a Brenna a recoger las verduras que semanalmente se venden en el farmers market de Ottawa, a plantar nuevas semillas o a desyerbar. A cambio, Brenna les explica con una paciencia que no es de este mundo c¨®mo poner en marcha un huerto de este tipo, c¨®mo tratar las plantas y qu¨¦ cultivo pertenece a cada estaci¨®n, entre otras muchas cosas.

Las comidas, en las que por lo general se sirven alimentos de la propia granja o del huerto, se hacen con las familias de acogida, algo que permite conocer m¨¢s a fondo las curiosas historias que se esconden tras las cercas. Y una vez terminada la jornada, a las 12 o una de la tarde, se puede aprovechar el d¨ªa para visitar los alrededores. Algunos granjeros como Brenna prestan bicicletas para que los wwoofers recorran el terreno, que en la Hedgeview Farm Organics incluye la hermosa isla Aux-Allumettes, bosques e incluso r¨¢pidos. Otras granjas como la de Benoit, la Ferme Bord-du-lac, se encuentran a una distancia prudencial de una gran ciudad, en este caso a una hora de Montreal en autob¨²s urbano. Pr¨¢cticamente se puede recorrer el pa¨ªs de granja en granja. Si no hay transporte p¨²blico directo a ¨¦stas, las familias suelen recoger a los voluntarios en alg¨²n punto acordado por ambos. De esta forma, se puede viajar durante largas temporadas por Canad¨¢ gastando ¨²nicamente lo que cueste el transporte, conviviendo con locales y en contacto constante con la naturaleza.

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