Esculturas ante el fiordo
De Rodin a James Turrell, un paseo por el nuevo parque escult¨®rico de Oslo
Nada m¨¢s entrar en el parque, reciben a los visitantes dos Venus. Una es de Dal¨ª, la Venus de Milo aux Tiroirs, la otra, la Venus Victrix, es de Pierre-Auguste Renoir, que tiene otra pieza en las proximidades, La grande laveuse, junto a? otras dos esculturas del mism¨ªsimo Auguste Rodin. Este es solo el principio de un paseo art¨ªstico por Oslo que actualmente suma una treintena de esculturas perfectamente integradas en el paisaje (n¨²mero que se ver¨¢ incrementado hasta las ochenta obras previstas). Empieza con los cl¨¢sicos pero hay obras de artistas contempor¨¢neos como Tony Oursler o James Turrell, que est¨¢ actualmente acabando su escultura en el parque.
El parque de esculturas de Ekeberparken, inaugurado el pasado 26 de septiembre, es m¨¢s que una zona verde recuperada para la ciudad. Prueba de ello es la expectaci¨®n que ha generado entre los habitantes de la capital noruega, que han acudido, curiosos, a conocer el resultado de un proyecto urban¨ªstico que ha tardado cerca de diez a?os en ver la luz.
Situado en una frondosa colina llena de ¨¢rboles, este terreno fue adquirido por el Ayuntamiento de Oslo en 1889 para crear un parque p¨²blico con impactantes vistas del fiordo. Las mismas que contemplaba Edvard Munch durante sus paseos por la zona y que inspiraron su obra maestra. Pero mucho antes de El Grito, vieron estas colinas pobladores an¨®nimos de cuyo paso han quedado restos de inter¨¦s desde la Edad de piedra a la ¨¦poca vikinga. Hay tambi¨¦n sombras en su historia m¨¢s reciente: su excelente situaci¨®n estrat¨¦gica convirti¨® Ekeberg en escenario del paso de las tropas nazis por Noruega, y all¨ª hubo un cementerio donde fueron enterrados 3.000 soldados alemanes.
El parque de Ekeberg fue cayendo en el olvido y el abandono desde los a?os sesenta del siglo pasado. Incluso el restaurante Ekebergrestauranten, ubicado dentro del parque y alojado en uno de los edificios funcionalistas m¨¢s importantes de Noruega, proyectado en 1927 por el arquitecto noruego Lars Backer, cerr¨® sus puertas a finales de los noventa. Reabri¨® en 2005 de la mano del magnate local y coleccionista de arte Christian Ringnes, cuya fortuna est¨¢ tambi¨¦n est¨¢ detr¨¢s del parque de esculturas.
Ringnes, descendiente de los fundadores de la f¨¢brica de cerveza m¨¢s popular de Noruega y un importante constructor, encontr¨® no pocas resistencias a su proyecto, que ha acaparado muchas portadas en peri¨®dicos y revistas en un pa¨ªs con una fuerte tradici¨®n igualitarista basada en los impuestos, en el que la filantrop¨ªa es recibida con cierta suspicacia. Lejos de ceder ante las cr¨ªticas, Ringnes ha logrado convencer a los detractores del proyecto, aportando incluso piezas de su colecci¨®n particular de esculturas.
Bourgeois y Abramovic
Entre las obras que pueblan el parque destaca por ejemplo The Couple, de Louise Bourgeois: suspendida en mitad de un gran espacio abierto, invita a los visitantes a acercarse y empaparse de la pasi¨®n de ambas figuras entrelazadas al ver su imagen reflejada. La ubicaci¨®n de la obra Still life with landscape, de la norteamericana Sarah Sze, tampoco es casual. Creada para el High Line de Nueva York, otro excelente ejemplo de recuperaci¨®n de un espacio verde urbano, la instalaci¨®n de Sze parece emerger de la perspectiva proyectada por la vista del fiordo desde este punto de la colina, y a la vez, la enmarca.
Algunas piezas fueron creadas expresamente para el parque, como la cara c¨®ncava de Konkavt ansikt, una pieza de realismo impactante y un efecto casi m¨¢gico de luces y sombras de la artista Hilde M?hlum. La internacional Marina Abramovic celebr¨® recientemente una performance en el parque en la que 300 habitantes de Oslo gritaban ante el mismo paisaje que lo hace el protagonista del cuadro de Munch.
Llamado a ser una parada obligatoria para quienes visiten la capital noruega, Ekebergparken cuenta con un interesante centro de informaci¨®n donde conocer m¨¢s sobre su historia, fauna y flora, as¨ª como un centro infantil con actividades para los m¨¢s peque?os y el restaurante Karlborg.
Adem¨¢s,? Ringnes abriga otra idea para incrementar el atractivo tur¨ªstico de Ekebergparken en el futuro: una g¨®ndola a¨¦rea que conecte la colina con el impactante edificio de la ?pera de Oslo.
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