La ciudad hecha arte
El terremoto de 1693 hizo posible que el siciliano valle de Noto concentrara los m¨¢s bellos ejemplos del urbanismo barroco
No hay certeza sobre el origen de la palabra barroco: una perla irregular, una armon¨ªa musical confusa o un silogismo l¨®gico, pero s¨ª sobre el significado, elmismo en todas las lenguas, latinas, eslavas o germ¨¢nicas: un realismo intenso, exuberante, dram¨¢tico. En arquitectura, losmejores edificios est¨¢n en las grandes capitales europeas (Roma, Londres, Praga, Par¨ªs), pero para conocer su urbanismo, esa puesta en escena del culto al poder que significan las nuevas ciudades del barroco, hay que trasladarse a Am¨¦rica (M¨¦xico, Cuzco) o, en Europa, a un ¨¢rea del suroeste de Sicilia que fue completamente destruida por un terremoto en 1693, cuyo epicentro se situ¨® en el valle de Noto. El se¨ªsmo caus¨® m¨¢s de 100.000 muertos y da?¨® severamente m¨¢s de 50 ciudades, opt¨¢ndose, en vez de reparar, por reconstruir ocho de ellas: Caltagirone, Catania, Militello in Val di Catania, Modica, Noto, Palazzolo Acreide, Ragusa y Scicli.
Hoy, el conjunto, declarado patrimonio mundial, ejemplifica como pocos el canon est¨¦tico del urbanismo barroco: la ciudad pensada como obra de arte gracias a la perspectiva monumental, a la l¨ªnea recta; la ciudad ideol¨®gica, escenogr¨¢fica, convertida en expresi¨®n de la realidad pol¨ªtica; la ciudad dise?ada para la exaltaci¨®n del pr¨ªncipe y los gobernantes, plagada de simetr¨ªas, en la que se despliegan grandes avenidas ajardinadas con iglesias de c¨²pulas y retablos prolijamente decorados, plazas con estatuas, fuentes y palacios cubiertos de columnas y frontones, en los que se combinan la dorada piedra del lugar y el potente sol siciliano para intercalar luces y sombras.
Refinamiento artesanal
Resulta curioso comparar estas nuevas ciudades con las americanas espa?olas. En las novohispanas, por ejemplo, Puebla u Oaxaca, en M¨¦xico, nos atrae la mezcla cultural, las huellas de las creencias ind¨ªgenas bajo envolturas cat¨®licas y, por qu¨¦ no reconocerlo, hasta su aspereza. Nada que ver con el refinamiento, la calidad y el acabado de las ciudades del valle de Noto. No es casual, los artesanos americanos estaban aprendiendo el oficio, mientras que los sicilianos llevaban 2.000 a?os tallando capiteles en un territorio que hab¨ªa sido griego, romano, bizantino, ¨¢rabe, normando, aragon¨¦s y ahora espa?ol.
En 1693, el momento del terremoto, la isla depend¨ªa oficialmente de la Corona espa?ola, pero quienes mandaban en la pr¨¢ctica eran la Iglesia y la aristocracia nativa, lideradas por Giuseppe Lanza, duque de Camastra, al que los espa?oles hab¨ªan designado virrey. La nobleza era muy numerosa, nada menos que 228 familias, entre los cuales hab¨ªa 58 pr¨ªncipes, 27 duques, 37 marqueses, 26 condes, un vizconde y 79 barones. Por debajo de ellos, el campesinado viv¨ªa sometido al r¨¦gimen feudal; solo empezar¨ªa a organizarse siglo y medio despu¨¦s, con la unificaci¨®n italiana y el nacimiento de las organizaciones mafiosas, cuando, como recuerda el gran Lampedusa, la nobleza siciliana comprendi¨® que todo deb¨ªa cambiar para que todo siguiera igual.
Las ciudades reconstruidas del valle son muy hermosas, pero Noto tiene algo especial, tanto por la monumentalidad como por el color de la piedra local, una toba calc¨¢rea muy suave que bajo los rayos de sol resalta los tonos casta?os y al anochecer ti?e los edificios de un dorado brillante. Destruida completamente por el terremoto, para la nueva Noto se eligi¨® un lugar situado a 10 kil¨®metros del emplazamiento original que facilitara la trama lineal, con amplias calles paralelas e intersecciones en ¨¢ngulo recto. Hay tres calles principales que corren de Este a Oeste con la finalidad de que el sol siempre las ilumine; tres las clases sociales destinadas a ellas: la primera, la m¨¢s alta, dedicada a la nobleza; la central, al clero, y la ¨²ltima, al pueblo. Por lo dem¨¢s, la ciudad es pura escenograf¨ªa, por algo llamada ¡°el jard¨ªn de piedra¡±; fue construida por Giovanni Battista Landolina y otros arquitectos primando los vol¨²menes, perspectivas y el juego con las curvaturas de las fachadas y las decoraciones de las columnas, los mascarones, las volutas, las m¨¦nsulas y las onduladas rejer¨ªas de los balcones.
Gu¨ªa
Dormir e informaci¨®n
? La Casa di Montalbano. Via Aldo Moro, 44. Punta Secca, fraz di S. Croce Camerina (Ragusa). La noche, 35 euros por persona.
? Hotel Locanda Don Serafino. Via XI Febbraio, 15. Ragusa. La habitaci¨®n doble, 80 euros.
El tren del barroco
Lo ideal es recorrer el valle de Noto en el Treno del Barocco, un ferrocarril de v¨ªa estrecha hist¨®rico que parte de Siracusa. Y alojarse, si se es algo fetichista, en La Casa di Montalbano, un b&b edificado sobre la arena de la playa de Punta Secca, una peque?a localidad del pueblo de Santa Croce Camerina. El lugar se ha hecho famoso por servir de set a la casa de ficci¨®n del comisario Montalbano de Andrea Camilleri en la serie de televisi¨®n de la RAI italiana y est¨¢ cerrado cuando ruedan, pero cuenta con buenas ventajas: una inmensa terraza sobre el mar, vendedores de coquinas asom¨¢ndose a la barandilla, un pueblecito rodeado de playas y la cercan¨ªa a peque?as trattorias donde probar un risotto di fruti di mare o el plato tradicional siciliano: espaguetis con sardinas. El vecino de abajo del hotel, quiz¨¢ su due?o, un personaje de unos 60 a?os perennemente vestido con pantalones grises de pinzas, camiseta blanca y tirantes negros, nos aconsej¨® un lugar fant¨¢stico siempre que, por favor, hici¨¦ramos ¡°bella figura¡±, es decir, le hici¨¦ramos quedar bien. Se llama Viri Ku C¡¯¨¨, que significa ¡°mira qui¨¦n es¡±, y bajo sus toldos azules comimos una variedad de moluscos indescriptible. Ya lo dec¨ªa Goethe: "Italia sin Sicilia no deja huella en el alma".
{ "active": true, "code": "194872", "elementType": "offerExtension", "id": 15, "name": "RAGUSA (SICILIA)", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.