Una ciudad rendida al arte
En la actual temporada madrile?a caben los surrealistas, los creadores de los ochenta y los noventa, y el esplendor velazque?o de la corte
Para el artista Mateo Mat¨¦ los museos madrile?os son una extensi¨®n de su casa y, a partir del 22 de noviembre, algunos de esos centros que visita desde que era un ni?o -el Museo L¨¢zaro Galdiano, el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo de la Biblioteca Nacional, el Museo del Romanticismo y el Museo Cerralbo- le permitir¨¢n entrometerse en sus colecciones para escenificar El eterno retorno, un proyecto por el que instalar¨¢ una obra en cada uno de ellos. Esta exposici¨®n dispersa nos servir¨¢ para conocer y/o revisitar la obra de Mat¨¦, un creador interesado en conocer sus geograf¨ªas m¨¢s pr¨®ximas -ha realizado mapas reales de su cama y sobrevolado con un avi¨®n con microc¨¢mara mesas de trabajo propias y ajenas-, pero, adem¨¢s, nos ofrecer¨¢ un buen pretexto para visitar secundarios del circuito art¨ªstico de la capital.
El recorrido puede comenzar -en realidad, el orden no importa- en la sala de armas del Museo L¨¢zaro Galdiano, donde Mat¨¦ ha colocado Delirios de grandeza, un peculiar escudo fabricado con una paella, dos escobas y dos fregonas. Antes de dar por terminada la visita conviene admirar las obras maestras reunidas por el coleccionista Jos¨¦ L¨¢zaro Galdiano, entre ellas El aquelarre de Goya, Cabeza de muchacha de Vel¨¢zquez, San Francisco en ¨¦xtasis de El Greco o El camino de East Bergholt a Flatford de Constable. En el Museo Nacional de Artes Decorativas, una instituci¨®n que busca que comprendamos -y valoremos- mejor los objetos cotidianos, el madrile?o instalar¨¢ Viajo para conocer tu geograf¨ªa, una pieza compuesta por una cama, un despertador y un v¨ªdeo que convivir¨¢ con porcelanas de Limoges, colgantes renacentistas y abanicos orientales. Para detenerse a estudiar la orograf¨ªa de Arqueolog¨ªa del saber, una monta?a de peri¨®dicos en la que Mat¨¦ se interroga sobre la memoria, la informaci¨®n y los conocimientos que adquirimos cada d¨ªa, tendremos que desplazarnos hasta el Museo de la Biblioteca Nacional, donde hasta el 26 de enero permanecer¨¢ abierta la exposici¨®n temporal Arquitectos espa?oles del siglo XX , lo que nos permitir¨¢ asomarnos a los planos de profesionales como Secundino Zuazo, Miguel Fisac, Antonio Fern¨¢ndez Alba o Joan Margarit i Consarnau.
Seguimos el recorrido por algunas de las m¨¢s interesantes exposiciones madrile?as. En su cuaderno, la joven Tomasa Bret¨®n de los Herreros atesor¨® 36 poes¨ªas manuscritas y 17 dibujos que le dedicaron su marido, el poeta Manuel Bret¨®n de los Herreros, Juli¨¢n Romea o el duque de Rivas, entre otros. Ese ¨¢lbum de se?oritas -un artefacto muy com¨²n en el siglo XIX- es la pieza del mes en el Museo del Romanticismo y con ella compartir¨¢ protagonismo Shipwreck , de Mat¨¦, una pintura rom¨¢ntica, al menos en su origen, que el artista ha convertido en una obra surrealista (y pol¨ªtica). Puede recorrerse el resto del edificio de 1776 escuchando las playlists pop-rockm¨¢nticas creadas por el equipo del museo y, antes de abandonarlo, tomar un t¨¦ y probar la tarta del d¨ªa -la de zanahoria es una apuesta segura- en el Caf¨¦ del Jard¨ªn.
Al llegar al Museo Cerralbo nos encontraremos con una alfombra que nos indicar¨¢ las coordenadas exactas del punto geogr¨¢fico en el que nos hallamos, una pieza reciente de Mat¨¦ que dejaremos atr¨¢s para adentrarnos en la exposici¨®n Toilette. La higiene a finales del siglo XIX, que repasa ese fin de si¨¨cle en el que aparecieron las primeras marcas cosm¨¦ticas y los salones de belleza. Terminado (o no) el recorrido, se puede reponer fuerzas en el barrio Conde Duque, que en los ¨²ltimos meses ha visto ampliada su oferta gastron¨®mica con propuestas como la de Crumb, restaurante de s¨¢ndwiches de autor elaborados con pan de masa madre tan tentadores como el de sardinas al sumak con tapenade, el de roast beef oriental o el de carrilleras con queso de tetilla; la de la taberna La Lata de Sardinas, donde pueden degustarse platos con un punto innovador como la hamburguesa de rabo de buey o las gyozas japonesas con salsa brava; o la del reci¨¦n llegado desde Barcelona Caf¨¦ Federal, donde puede empezarse temprano el d¨ªa con un caf¨¦, croissants, tostadas de pan de centeno con aguacate, lima y cilantro o una morning burger, y terminarse con un mojito Sailor -la cocina no cierra-.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
Mateo Mat¨¦ ha intervenido en cinco de los museos que marcaron su ni?ez, y el artista Miguel ?ngel Blanco se ha consagrado a uno: el Museo del Prado. Desde el 19 de noviembre el visitante se topar¨¢ con Historias Naturales, un proyecto que perturbar¨¢ la calma de la colecci¨®n permanente de la pinacoteca con la instalaci¨®n de 150 cuerpos extra?os: los animales, minerales y vegetales que Blanco ha seleccionado minuciosamente durante tres a?os de trabajo. Por ejemplo, a los pies de La osa hormiguera de su majestad de Goya veremos el esqueleto de un oso hormiguero, junto a Las Meninas de Vel¨¢zquez, un gorri¨®n albino. Todo esto para recordarnos, ahora, que se celebra el 194? aniversario de la inauguraci¨®n del centro, que en sus or¨ªgenes el Museo del Prado fue concebido como un Gabinete de Ciencias Naturales por Carlos III. Otra alternativa es visitar Vel¨¢zquez y la familia de Felipe IV, exposici¨®n que por primera vez analiza la faceta de retratista cortesano de Vel¨¢zquez. La muestra quiere enfrentar al espectador con uno de los momentos m¨¢s brillantes de la trayectoria del pintor espa?ol y, tambi¨¦n, con un excepcional ¨¢lbum de familia: 26 de los 30 cuadros de la exposici¨®n son retratos del monarca -quiz¨¢s el rey con mayor conocimiento en pintura que haya conocido la Historia, se?alan en el Prado-, su mujer, Mariana de Austria, y sus hijos, las infantas Mar¨ªa Teresa -retratada desde los tres a?os hasta los 15, cuando parte a Viena para contraer matrimonio con el emperador-, Margarita, Felipe Pr¨®spero y Carlos II.
Un esp¨ªritu de rebeli¨®n
Con El surrealismo y el sue?o, una de las exposiciones de la temporada, el Museo Thyssen reivindica estar explorando un territorio en el que se ha indagado poco: se han organizado incontables muestras en torno al movimiento, pero hasta ahora, repiten, no se hab¨ªa prestado demasiada atenci¨®n a esos sue?os que sirvieron a los surrealistas para rebelarse contra un mundo que, a su entender, estaba mal hecho. El arte de la conversaci¨®n de Magritte, Ojos cerrados de Odilon Redon, Treinta y tres chiquillas salen a cazar la mariposa blanca de Max Ernst -quien en un texto de 1934 rebati¨® el t¨®pico de que los surrealistas se limitaban a "copiar" sus sue?os en las obras- o Desnuda dormida de Dorothea Tanning son tan solo cuatro de las 163 obras y siete v¨ªdeo-instalaciones que integran la exposici¨®n. Si lo que se busca es una visita a la colecci¨®n permanente y, adem¨¢s, el tiempo es escaso, la soluci¨®n puede estar en el libro Thyssen#140, gu¨ªa esencial del museo firmada por su director art¨ªstico, Guillermo Solana. Hace unos meses Solana se autoimpuso el reto de convertir Twitter en un aula virtual para repasar las mejores obras de los fondos del Thyssen en breves 140 caracteres y la haza?a le ha valido un premio al mejor tuitero cultural en los Tweet Awards 2013.
Si en cambio lo que se prefiere es seguir indagando en el surrealismo, lo mejor es dirigirse a la Fundaci¨®n Juan March para conocer los antecedentes del movimiento en Surrealistas antes del surrealismo, una exposici¨®n para la que se han reunido 200 dibujos, estampas y fotograf¨ªas fechadas entre mediados del siglo XV y 1945 -hay obras de Alberto Durero, Paul Klee, Man Ray...- y que remite a otra legendaria muestra que ha hecho las veces de inspiraci¨®n y modelo: Fantastic Art, Dada, Surrealism, en la que en 1936 el fundador del MoMA, Alfred H. Barr, enfrent¨® obras de artistas contempor¨¢neos con trabajos de Arcimboldo, Piranesi o Goya para proporcionar al surrealismo "un ¨¢rbol geneal¨®gico hist¨®rico".
La mayor¨ªa de las obras de la exposici¨®n M¨ªnima resistencia. Entre el tardofranquismo y la globalizaci¨®n: pr¨¢cticas art¨ªsticas durante las d¨¦cadas de los ochenta y noventa se exponen por primera vez en las salas del Museo Reina Sof¨ªa. Ese es, por s¨ª solo, un buen reclamo para visitar esta muestra comisariada por Manuel Borja-Villel, director del centro, junto a Rosario Peir¨® y Beatriz Herr¨¢ez. En ella podremos ver piezas de una larga lista de artistas tan diversos como Candida H?fer, Cindy Sherman, Marlene Dumas, Raymond Pettibon, Fischli & Weiss, Pepe Espali¨², Guerrilla Girls, Pedro G. Romero... ?El segundo reclamo? En esas dos d¨¦cadas de los ochenta y los noventa se sentaron las bases del momento art¨ªstico actual, as¨ª que la visita nos permitir¨¢ entender de d¨®nde venimos, d¨®nde estamos y quiz¨¢s tambi¨¦n vislumbrar hacia d¨®nde vamos. Al salir, merece la pena pasarse por La Central del Reina Sof¨ªa: tienen una cuidada selecci¨®n de libros de arte y de vez en cuando hacen ventas especiales de cat¨¢logos del museo -informan puntualmente en su perfil de Facebook-.
Cerca del Reina Sof¨ªa est¨¢ el renovado espacio de La F¨¢brica, donde se puede seguir hojeando libros -los de su propia editorial o de otras casas ilustres como Taschen o Phaidon; presumen de un fondo de m¨¢s de 2.000 t¨ªtulos-, visitar exposiciones en su galer¨ªa -a partir del 22 de noviembre, Celebrities de la fot¨®grafa estadounidense Mary Ellen Mark-, comprar flores frescas u objetos de autor -joyas de porcelana de Andr¨¦s Gallardo, c¨¢maras lomo, chocolates artesanos...- en su tienda de creadores y desayunar, comer, merendar o cenar en su bistr¨® de carta mediterr¨¢nea. Aunque, en realidad, lo ideal ser¨ªa reservar la cena para otra propuesta interesante y cercana: la Vinoteca Morat¨ªn. ?Sus grandes ¨¦xitos? El salm¨®n marinado, el steak tartar y el mi-cuit de rape.
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