Baobabs e hipop¨®tamos en Malaui

El Parque Nacional de Liwonde, a algo menos de 300 kil¨®metros de la capital Lilong¨¹e, es un destino imprescindible para todo aquel viajero que aterriza en Malaui. Lejos de las multitudes y de los grandes safaris, la mejor ¨¦poca para visitarlo es durante el oto?o del hemisferio norte. La temporada seca llega a su fin y antes de que la lluvia arrecie, la hierba deja al descubierto a los moradores de este territorio situado en las marismas del r¨ªo Shire.

Este ecosistema h¨²medo es un h¨¢bitat id¨®neo para la interminable lista de aves que revolotean entre los cenagales y que superan las 400 especies. El mart¨ªn pescador, la lechuza acu¨¢tica, distintos tipos de tejedores o la garcilla bueyera son algunos de los ejemplos que hacen las delicias de los ornit¨®logos y de todos aquellos visitantes interesados en la observaci¨®n de aves.

Liwonde es adem¨¢s un para¨ªso de m¨¢s de 545 kil¨®metros cuadrados para los grandes animales africanos. Los hipop¨®tamos ¨Cque superan los 2.000 individuos¨C y los elefantes ¨Cm¨¢s de 500¨C son los protagonistas de un parque salpicado de centenarios baobabs por todo el territorio. La que es la mayor poblaci¨®n de elefantes del pa¨ªs arrasa cada d¨ªa los bosques de mopane en su camino hacia el chapuz¨®n diario. Por su parte, los hipop¨®tamos se muestran pasivos hasta que al llegar la noche abandonan el agua para salir a pacer. Entre los privilegios de alojarse en los alrededores del parque est¨¢ el de escuchar el estrepitoso ruido que estos animales rechonchos emiten cuando salen en busca de comida. Los hipop¨®tamos se pasean entre las tiendas de campa?a y apenas dejan dormir con su ensordecedor bramido.

Aunque Bushman?s Baobab?y Liwonde Safari Camp son buenas opciones (y m¨¢s econ¨®micas), Mvuu Lodge es el ¨²nico alojamiento en el interior del parque. En todos ellos se pueden contratar distintas maneras de visitar la reserva. Lo m¨¢s c¨®modo es una ruta en jeep, aunque tambi¨¦n son muy recomendables las que se realizan a pie. Se pueden ver de cerca las gacelas mientras los elefantes se dan un ba?o de tierra. Si se busca una dosis de adrenalina extra, un paseo en canoa por las marismas es el mejor medio para acercarse a las montoneras de hipop¨®tamos que descansan en las aguas del r¨ªo. Un itinerario diferente, entre ca?averales, y con la vibrante experiencia de tener muy cerca a los cocodrilos, siempre dispuestos a pegarse un atrac¨®n.

Todas estas salidas se realizan a primeras horas de la ma?ana y acompa?ados por un gu¨ªa local que ayuda a diferenciar cada especie. En Liwonde, como en la mayor¨ªa de ?frica, los animales toman apellido y dejan de clasificarse por su nombre gen¨¦rico. El parque, por ejemplo, cuenta con varias especies de ant¨ªlopes: impala, kudu o el ant¨ªlope acu¨¢tico.

Para los m¨¢s aventureros est¨¢ la opci¨®n de visitar el parque en veh¨ªculo propio. La entrada no supera los 10 euros incluyendo las tasas del autom¨®vil y existen numerosos senderos por los que perderse en busca de las distintas especies. Si cuesta levantarse de la cama, otro de los mejores momentos para visitar?Liwonde es justo antes de caer el sol. Los babuinos vuelven a las copas de los ¨¢rboles y los elefantes enfilan el camino a casa. Es la hora de los leopardos y las hienas que han esperado todo el d¨ªa entre la frondosa vegetaci¨®n de la colina Chinguni. Los baobabs se convierten en figuras fantasmag¨®ricas y los hipop¨®tamos se preparan para romper el silencio de la noche.

Desde que fue declarado parque nacional en 1979, Liwonde intenta recuperar la fama que lo convirti¨® en un para¨ªso para los cazadores furtivos en el siglo XIX. El programa de reinserci¨®n de animales, que busca devolver a los cinco grandes al parque, est¨¢ dando sus frutos y ya se pueden ver rinocerontes, cebras y b¨²falos por el parque, adem¨¢s de un le¨®n solitario. Una joya para la escasa decena de visitantes que recorren este espacio al d¨ªa.