En guagua al risco de San Nicol¨¢s

Los riscos hist¨®ricos de Las Palmas de Gran Canaria ¨CSan Nicol¨¢s, San Jos¨¦, San Roque y San Juan¨C no son un barrio m¨¢s de la ciudad. Tampoco San Nicol¨¢s es un risco cualquiera. Fue de los primeros en habitarse, desde el siglo XVII,? y es el m¨¢s poblado, con 4.200 habitantes. San Nicol¨¢s es el promontorio habitado entre los barrancos de Guiniguada y de Mata. Un escarpe de cien metros de altura que el Franquismo quiso ocultar erigiendo edificios que le ense?an el trasero desde la avenida Primero de Mayo, en lo alto de Triana. Un queso gruyer de cuevas tapadas por casas. Una cofa ideal para otear el horizonte. Un bel¨¦n todas las noches del a?o por el centenar de puntos naranja dispersos por la ladera que lo iluminan.

Lo m¨¢s alto de San Nicol¨¢s est¨¢ a tiro de taxi por menos de diez euros desde cualquier punto de la ciudad. La referencia que hay que dar es el Hospital Militar (o Juan Carlos I). La guagua 80 sale del teatro P¨¦rez Gald¨®s y tambi¨¦n llega arriba. All¨ª nos esperan los miradores del Lomo de San Bernardo, sobre los barrios de Triana y Vegueta, y el de Mata, en la curva de la carretera, con arrebatadoras vistas a San Antonio y la bah¨ªa. Ocultas tras la mole del hospital, las ruinas son del castillo de San Francisco, cuya construcci¨®n hace cuatro siglos a?os se aceler¨® tras el ataque a la ciudad del pirata Van der Does.

Paseas una ma?ana de domingo y las casas son altavoz de boleros y hits verbeneros. ¡°Te extra?o¡±, confiesa Armando Manzanero al piano desde detr¨¢s de una puerta abierta. Bajas por las callejuelas dej¨¢ndote llevar por la intuici¨®n. Gabarra, Gacela, Globo, Limonero, Lirio, Mercurio, Milagro, Mirasol, Nilo, Sirena, Teide, Tesoro, Torrente, Verona. La mara?a medieval sorprender¨¢. En el n¨²mero 9 de la calle Guadiana, el Polonia era antiguo lugar de encuentro y bailes. Hoy es gimnasio de boxeo. Su cantina est¨¢ abierta todos los d¨ªas menos los lunes. Durante el paseo podremos avituallarnos en las seis tiendillas repartidas por el laberinto.

San Nicol¨¢s es el pa¨ªs de las escaleras. Bajando desde Guadiana por Granate llegamos a la calle m¨¢s cuidada del lugar: Gregorio Guti¨¦rrez. Deleitan las manualidades expuestas en las fachadas. Troya, Roble y Nogal son las principales subidas. Hay callejones estrech¨ªsimos, como Rueda. En otros sin nombre deber¨¢s girar la espalda para pasar. La vida se ve distinta asomado a pendientes como las de la calle Malta. Las Palmas es otra ciudad. En el risco predominan las casas de autoconstrucci¨®n, pero las hay racionalistas y propias de barrios se?oriales. Hay que encontrarlas. Tambi¨¦n hay vestigios de los portones, las viviendas m¨¢s humildes, cuartos ¨²nicos con letrinas y cocinas compartidas en exteriores.

Acabamos en Domingo Guerra del R¨ªo, la v¨ªa que lo cruza por abajo, la ¨²nica con tr¨¢nsito de veh¨ªculos junto a la vertiginosa pendiente Real del Castillo en el sur. La escandalera proviene de la otra cantina del barrio, el centro recreativo San L¨¢zaro. Est¨¢ cerca de la tienda de Paquita Lemes, que lleva ah¨ª desde 1945. En la otra punta, unos chinos regentan el supermercado. Cerca, la peque?a ermita, de 1697, y frente a ella una casa incendiada y el colegio viejo al principio de la calle Acequia. La fuente de la plazoleta recuerda una de las viejas pilas de agua usadas antiguamente para lavar la ropa.

De un lateral de la ermita nace la calle ?lamo, que bordea el risco hacia el sur. La zona del Pambaso conserva las ¨²ltimas fincas de plataneras de la ciudad hist¨®rica. Enfrente, las mejores vistas de la catedral y el risco de San Juan. Oteamos en su falda con prism¨¢ticos las ventanas del viejo hospital San Mart¨ªn, hoy centro cultural. Desde una de ellas el pintor Jorge Oramas se asom¨® en 1932 para crear con sus cuadros de casas de colores una de las improntas de la ciudad actual. Observando San Nicol¨¢s la ciudad entera se le ilumin¨®.

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