El ¨²ltimo refugio de las rapaces
Tesoros del parque nacional de Monfrag¨¹e, el monte fragoso, bautizado por los romanos 'Monsfragorum', que cobija al setenta por ciento de las especies protegidas de Espa?a.
El parque nacional de Monfrag¨¹e y su entorno inmediato se consideran una de las cinco zonas mejor conservadas de la cuenca mediterr¨¢nea. Poblado principalmente por encinas y alcornoques, puede presumir de albergar en sus diferentes h¨¢bitats el setenta por ciento de las especies protegidas de Espa?a.
La bondad de estos predios se manifiesta en la vida que albergan: m¨¢s de 280 especies de vertebrados. Sus perfiles forman el monte mediterr¨¢neo con la mayor variedad y abundancia de aves de Europa. Montfrag¨¹e va camino de convertirse en uno de las principales enclaves de todo el mundo para el turismo ornitol¨®gico. En el parque anida la colonia de buitres negros m¨¢s importante del mundo, con cerca de cuatrocientas parejas. Entre las laderas emboscadas de los r¨ªos Tajo y Ti¨¦tar, los farallones cuarc¨ªticos, los pastizales de las dehesas, y los arroyos, charcas y embalses, medra una de las mayores densidades de aves rapaces conocida, con una docena de parejas de ¨¢guilas imperiales, siete de ¨¢guilas reales, otras siete de ¨¢guilas perdiceras, veinte de ¨¢guilas culebreras, veinticuatro de ¨¢guilas calzadas, treinta de alimoches, adem¨¢s de elanios azules, b¨²hos reales, cern¨ªcalos, milanos, halcones y m¨¢s de setecientas parejas de buitres leonados. Otra de las protagonistas singulares de este monte fragoso, Monsfragorum bautizado por los romanos, es la cig¨¹e?a negra, que cuenta con treinta parejas nidificantes sobre los cortados rocosos de sus dos grandes r¨ªos. Un para¨ªso para los aficionados al mundo de los p¨¢jaros que refleja su importancia, cada vez m¨¢s reconocida, con la continua visita de expertos ornit¨®logos de toda Europa y Estados Unidos.
Rutas senderistas
Adem¨¢s de las obligadas visitas al castillo ¨¢rabe y al Salto del Gitano, el parque dispone de varias rutas senderistas se?alizadas:
Cerro Gimio, unos 7 kil¨®metros de sendero por el arroyo Malvecino, entre riberas de alisos y dehesas, hasta coronar uno de los altozanos con mejores vistas del entorno.
La Tejadilla, una vereda de 9 kil¨®metros paralela al r¨ªo Ti¨¦tar ofrece la posibilidad de observar alimoches, buitres e incluso alguna nutria.
Villarreal-Castillo de Monfrag¨¹e, una senda pedestre de unos 10 kil¨®metros lleva desde el pueblo hasta el castillo por el famoso Puente del Cardenal y la fuente del Franc¨¦s.
Si resulta abrumador el n¨²mero y singularidad de la avifauna reproductora entre estos bellotares, no es menos destacable la menci¨®n de sus invernantes. Con la llegada de los fr¨ªos, estos campos extreme?os arropan a miles de ejemplares de aves migradoras procedentes del norte. Las vocingleras grullas acuden a millares cada a?o, junto a nutridos bandos n¨®madas de abubillas, milanos, estorninos, avefr¨ªas y torcaces, que forman parte de las varias decenas de especies asentadas en estas lomas hasta los inicios de la primavera.
Tres cuartas partes del parque son de uso restringido debido a su importante biodiversidad y a la necesidad de mantener intacto su h¨¢bitat. Alrededor de cinco mil hect¨¢reas tienen la categor¨ªa de reserva integral, con la m¨¢xima protecci¨®n y el mejor de los cuidados para las ¨¢reas de nidificaci¨®n de los buitres negros y las ¨¢guilas imperiales.
En busca de las aves
El primer lugar que hay que visitar al llegar a Monfrag¨¹e es el Centro de Interpretaci¨®n de Villarreal de San Carlos, donde se encuentra toda la informaci¨®n necesaria para conocer a fondo el Parque Nacional. El Centro cuenta con sala de proyecciones y exposiciones permanentes que muestran los valores naturales y explican las claves de su elevada biodiversidad. Una gran encina inunda las dos plantas del edificio, arropando las maquetas donde se interpretan los diferentes ecosistemas, mientras los sonidos y los olores del campo saturan los sentidos. En la misma aldea tambi¨¦n se puede visitar otro Centro de Interpretaci¨®n del Agua, un Centro de Documentaci¨®n y una curiosa exposici¨®n de fauna aut¨®ctona con ejemplares naturalizados.
Los discretos serrijones que dominan el parque apenas alcanzan los 800 metros de altura, mientras mojan sus pies en las vegas fluviales de los r¨ªos Tajo y Ti¨¦tar. Desde las laderas del puerto de Miravete a las de la sierra del Mingazo, el Tajo camina encajado entre las peque?as sierras de Serrej¨®n y de las Corchuelas, a lo largo de los treinta kil¨®metros de longitud del parque.
Una sola carretera asfaltada, a la que se le une otro estrecho ramal, atraviesa de norte a sur las ondulaciones del parque de Monfrag¨¹e, convertida desde hace a?os en la ruta peregrina de todos los amantes de la naturaleza que quieren admirar este privilegiado entorno natural. Un rosario de miradores, con las mejores vistas posibles sobre los lugares de nidificaci¨®n, salpican todo el recorrido, con el mirador del Salto del Gitano como inicio. La ruta pasa por los miradores del Puerto de la Serrana, la Tajadilla, la B¨¢scula, la Higuerilla y por ¨²ltimo el de la Portilla del Ti¨¦tar. Sin duda la bicicleta es una de las mejores opciones para adentrarse en este recorrido de algo m¨¢s de treinta kil¨®metros, que se puede realizar perfectamente en una sola jornada.
Con botas y prism¨¢ticos
Una de las mejores semblanzas del parque se obtiene desde lo alto, aunque tampoco hay que pretender demasiados v¨¦rtigos, puesto que su mayor cima se eleva a tan s¨®lo 773 metros. A¨²n as¨ª, es suficiente para poder apreciar sus ondulantes serran¨ªas y sus recrecidos cauces fluviales; el mirador del remozado castillo es la atalaya perfecta para obtener estas visiones panor¨¢micas de Monfrag¨¹e.
Entre los numerosos crestones p¨¦treos que han hecho singular la orograf¨ªa de estos parajes, destaca por su capacidad hospitalaria el denominado Salto del Gitano: dos imponentes canchales repletos de aristas y repisas, que dejan caer sus verticales paredes al cauce del Tajo. El m¨¢s emblem¨¢tico es el que recibe a su vez el nombre de Pe?a Falc¨®n, en alusi¨®n a las rapaces que se guarecen en sus recovecos. El car¨¢cter acogedor de este gigantesco pe?asco queda patente con la presencia de buitres leonados, alimoches, ¨¢guilas reales y b¨²hos reales, que comparten el h¨¢bitat con cig¨¹e?as negras y chovas piquirrojas. Desde el mirador de la orilla contraria, se puede observar con prism¨¢ticos los nidos de las diferentes especies sin que sean molestadas.
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