Vino sagrado, vino pagano

No es una ciudad. Pero tampoco es un pueblo. Esta vez, Las Edades del Hombre se muestran en una villa. Tal es el t¨ªtulo oficial de Aranda de Duero (Burgos), de 33.000 habitantes, que debe su apellido al r¨ªo principal que la ba?a; pero tiene otros dos, y alg¨²n arroyo m¨¢s de guarnici¨®n. Aguas calladas y laboriosas que hacen de esta ribera un enclave privilegiado para plantar vi?as, cosechar cereal y pastar reba?os. Ese sigue siendo su se?a de identidad, por m¨¢s que las gr¨²as (sin enterarse de la crisis) sigan levantando un chasis de capital comarcal, y las grandes firmas del Pol¨ªgono Industrial hagan de ¨¦ste un avatar gigante de la antigua villa.

Las exposiciones Las Edades del Hombre ¡ªque cumplen su decimonovena edici¨®n y han recibido, en total, m¨¢s de diez millones de visitas¡ª han elegido en este caso como lema Eucharistia, con el juego que ha dado al arte cristiano este asunto del alimento m¨ªstico y ritual. Ciento veinte obras, de diferentes ¨¦pocas, t¨¦cnicas y registros, se agrupan en la muestra. Hay algunas de Murillo, Silo¨¦, Gregorio Fern¨¢ndez o Juan de Juanes; pero la abundancia de artistas contempor¨¢neos (no todos indiscutibles) marca un sesgo in¨¦dito, con obras unas m¨¢s notables que otras.

G¨®tico depurado

Las sedes de la muestra son los templos de Santa Mar¨ªa la Real y de San Juan. Solo la portada de Santa Mar¨ªa justifica el viaje. Es una filigrana del g¨®tico isabelino (siglo XV) labrada por Juan de Colonia y su taller. Algunas figuras conservan restos de policrom¨ªa. La de San Juan es una iglesia g¨®tica m¨¢s simple, pero es ah¨ª donde se acumulan las mejores piezas de la exposici¨®n. Justo enfrente, en la hist¨®rica Casa de las Bolas, puede verse la colecci¨®n de pintura que F¨¦lix Ca?ada, un enamorado de Aranda, don¨® a la villa.

Los dos templos de la muestra est¨¢n a tiro de piedra uno del otro, en el cogollo medieval de Aranda. Que apenas ha cambiado en su trazado. Aranda presume de contar con el plano a¨¦reo m¨¢s antiguo de Espa?a; es de 1503 y se guarda en el Archivo de Simancas. De acuerdo con dicho plano (que se ve reproducido por doquier) se ha confeccionado una maqueta de la antigua poblaci¨®n; puede verse en el Centro de Interpretaci¨®n de la Arquitectura del Vino (CIAVIN), en los bajos de la oficina de turismo, en la plaza Mayor. Las fachadas han cambiado, pero no el trazado de las calles, los puentes o la huella de las puertas de la muralla.

Curiosamente, lo m¨¢s antiguo conservado est¨¢ en el subsuelo. Son las bodegas, durante mucho tiempo abandonadas o cegadas. No se ponen de acuerdo en cuanto a su longitud total, pero es seguro que no baja de los siete kil¨®metros. No son cuevas excavadas en la toba, sino construcciones s¨®lidas de mamposter¨ªa o ladrillo. Son utilizadas por las pe?as (toda una instituci¨®n arandina), pero hay varias que se pueden visitar, como la Bodega de las ?nimas, musealizada para mostrar la tradici¨®n del vino y oficios con ¨¦l relacionados.

Haza y sus bodegas

La Ribera del Duero es una denominaci¨®n de origen que atraviesa cuatro provincias en forma de corredor, pero que a su paso por Burgos se hincha como una burbuja. A algunos sorprender¨¢ saber que el 60% del vino de esta D. O. procede de la franja burgalesa. Y m¨¢s curioso a¨²n: el mayor n¨²mero de bodegas pertenece al pueblo m¨¢s peque?o de la zona: se llama Haza, est¨¢ a un par de leguas de Aranda y domina desde un cerro trufado de bodegas toda una vasta porci¨®n de la cuenca fluvial. Fue poblaci¨®n importante, se nota por su castillo y murallas, pero casi todas sus casas son pura ruina, no viven all¨ª en invierno m¨¢s de cuatro vecinos.

Bajando al llano y cruzando otro pueblo vin¨ªcola y medieval con castillo, Hoyales, se puede alcanzar Roa, sobre el m¨¢s espl¨¦ndido balc¨®n de toda la ribera. El pueblo fue quemado en las guerras carlistas, as¨ª que solo conserva de su antigua carnadura la excolegiata y unos raigones de muralla. Incrustado entre esta y un hospital g¨®tico, los arquitectos Barozzi-Veiga han levantado un edificio que dialoga con los restos medievales y que alberga el Consejo Regulador de la D. O.; solo por verlo, vale la pena llegar hasta aqu¨ª.

En direcci¨®n opuesta, hacia levante, la orilla del Duero esconde otra maravilla poco conocida, a pocos minutos de Aranda: el monasterio de La Vid. Abandonado despu¨¦s de la Desamortizaci¨®n de 1836, vuelve a estar ocupado por una decena de agustinos que admiten hu¨¦spedes y realizan visitas guiadas por la iglesia, claustro y un peque?o pero interesante museo. A solo siete kil¨®metros aguarda uno de los pueblos m¨¢s bonitos de Espa?a: Pe?aranda de Duero; una especie de d¨¦ja vu incluso para quienes nunca han estado all¨ª. Y es que su espectacular plaza ha servido de plat¨® de numerosas pel¨ªculas de ¨¦poca. A los pies del castillo roquero se escalonan casas de entramado y soportales, hasta el soberbio rellano enmarcado por el palacio renacentista de los Avellaneda y la colegiata, cuya portada se adorna con bustos expoliados del vecino yacimiento romano de Clunia. En los figones que aderezan el conjunto, las mismas viandas que han inspirado esta edici¨®n de Las Edades: pan, vino y lechazo. La comuni¨®n del esp¨ªritu con los dones de la tierra.

{ "active": true, "code": "1058614", "elementType": "offerExtension", "id": 16, "name": "ARANDA DE DUERO", "service": "tripadvisor" }