La gran librer¨ªa de Buenos Aires
El Gran Splendid, un antiguo teatro y estudio de radio y cine, acoge ahora una de las tiendas de libros m¨¢s grandes de Latinoam¨¦rica y una de las m¨¢s bonitas del mundo
Cualquier porte?o de m¨¢s de 30 a?os recuerda el Gran Splendid. Entre todos los cines de nombre ampuloso (Luxor, Majestic o Paramount), y?ya desaparecidos, del centro de Buenos Aires, este era probablemente el ¨²nico que lo merec¨ªa. Su decoraci¨®n era elaborada, fastuosa: un recuerdo de una Argentina que dej¨® de existir y, a la vez, un necesario entretenimiento durante los insufribles minutos de espera de cada funci¨®n. Antes de que uno pudiera aburrirse dejaba ir la mirada hacia los m¨²ltiples niveles de palcos ornamentados, o las figuras del mural que adornaba la c¨²pula, y los minutos pasaban volando hasta que mpezaba la pel¨ªcula.
La singularidad del Gran Splendid no logr¨® salvarlo de la plaga de multicines que acab¨® con las grandes salas de la ciudad: cerr¨® en el a?o 2000, a punto de cumplir los 81 a?os de historia. Afortunadamente, pudo eludir un futuro como aparcamiento o templo evangelista: el local fue alquilado por la cadena de librer¨ªas El Ateneo, cuyos directivos tuvieron la sensatez de evitar su demolici¨®n, reforma o modernizaci¨®n y buscaron la manera de adaptar su negocio a lo que les ofrec¨ªa la arquitectura centenaria del lugar. El resultado es, seg¨²n el diario The Guardian, la segunda librer¨ªa m¨¢s hermosa del mundo. Los cientos de turistas que la visitan diariamente para fotografiarse entre sus estanter¨ªas parecen darles la raz¨®n.
Rebautizada como El Ateneo Gran Splendid (Avenida Callao; +54 11 4813-6052), la gran sala de 500 localidades alberga ahora una biblioteca con m¨¢s de cien mil t¨ªtulos dispuestos en cuatro niveles: el subsuelo, dedicado a discos y libros infantiles; el sal¨®n principal, que todav¨ªa conserva un majestuoso tel¨®n de terciopelo carmes¨ª y, tras ¨¦l, el escenario donde actualmente se ubica el bar, y dos niveles superiores que conservan los viejos palcos y una vista extraordinaria del local. La elegancia del interior queda resaltada por la iluminaci¨®n, ajustada siempre a la intensidad de una gala, y culminada por la extraordinaria c¨²pula pintada por el muralista Nazareno Orlandi, restaurada a su nitidez original, que representa una alegor¨ªa sobre la llegada de la paz tras el fin de la I Guerra Mundial.
La construcci¨®n del Gran Splendid se inici¨® en 1917 por el empresario austr¨ªaco Max Gl¨¹cksmann, representante de la casa Path¨¦ en Argentina, con el objetivo de centralizar en ¨¦l todos sus negocios en el mundo del espect¨¢culo. Inaugurado en 1919, el edificio albergaba una imponente sala de teatro (despu¨¦s cinematogr¨¢fica), las oficinas del sello discogr¨¢fico Nacional Ode¨®n, una radio (Radio Splendid, que todav¨ªa transmite, aunque pas¨® por incontables due?os y cambios de locaci¨®n) y un estudio donde grabar¨ªa un m¨²sico al que Gl¨¹cksmann descubri¨® mientras ensayaba en un dep¨®sito de su propiedad: Carlos Gardel. Lamentablemente, nada queda de esta sala de grabaci¨®n en la que Gardel registr¨® algunos de sus primeros ¨¦xitos; hoy es una habitaci¨®n vac¨ªa que comunica con el control del sistema de iluminaci¨®n, ubicado encima del escenario. Es otra de las singularidades de El Ateneo Gran Splendid: una librer¨ªa que, adem¨¢s de historias ajenas, alberga tambi¨¦n la suya propia.
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