Rumbo a la plaza mirador
Tres proyectos resumen la arquitectura de Lina Bo Bardi en S?o Paulo
Quien dedique un d¨ªa a visitar lo que Lina Bo Bardi (Roma, 1914-S?o Paulo, 1992) construy¨® en la ciudad brasile?a en la que muri¨®, no solo comprobar¨¢ la evoluci¨®n de la arquitectura a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, ser¨¢ tambi¨¦n testigo de la transformaci¨®n de una persona. Lina Bo Bardi lleg¨® a S?o Paulo con 32 a?os de la mano de su amante, el galerista Pietro Mar¨ªa Bardi. Quer¨ªa ser moderna y dejar atr¨¢s el fascismo, la posguerra europea y un pasado burgu¨¦s, y la ciudad termin¨® por sacar de una observadora una activista, y de una joven con ambici¨®n intelectual una defensora de lo aut¨®ctono, lo cercano y lo real. Pocos arquitectos han conseguido con sus edificios una obra que represente el esp¨ªritu y la naturaleza de un pa¨ªs, por encima de la ambici¨®n personal. Lina Bo Bardi lo logr¨®. Merece la pena contarlo desde el principio.
01?La Casa de Vidrio
Llevaba tres a?os en S?o Paulo cuando pudo construir su primer proyecto, la famosa Casa de Vidrio (1949). Al llegar hasta la cima de Morumbi, un barrio residencial al sur de la ciudad, se descubre esa vivienda sobre zancos, envuelta por ¨¢rboles en un jard¨ªn que es un bosque sembrado de aguacates. Uno queda fascinado ante la exuberancia del lugar. La casa es moderna y exquisita, pero parece aterrizada, no surge del suelo, se posa como ca¨ªda del cielo. As¨ª, el futuro de la arquitecta no estaba en los planos elegantes de ese primer proyecto. Figuraba escrito en lo que rodea la casa. Es el sendero de piedras el que desciende hasta ese lugar, que adelanta el futuro detallista, imaginativo y austero de Lina Bo Bardi. Son los detalles los que est¨¢n gestando, ya en esa primera casa, una revoluci¨®n interior en la persona y su obra.
As¨ª, en la parte de atr¨¢s de la cocina, Lina dibuj¨® a su gato sobre una piedra. De la misma manera que esa piedra indicaba la guarida de la mascota ¡ªel lugar en el que ¨¦ste se tend¨ªa a la sombra (estamos en Brasil)¡ª, la propia casa de vidrio retrat¨® a una Lina Bo reci¨¦n salida de Italia, luchadora, rompedora, pero todav¨ªa acad¨¦micamente moderna y subida a unos tacones. Conviene visitar sus otros edificios de S?o Paulo para entender hasta qu¨¦ punto Bo Bardi decidi¨® vivir con los pies en el suelo el resto de su vida.??
02 El SESC Pompeia
Levantado casi cuarenta a?os despu¨¦s, en 1986, el SESC (Servicio Social do Comercio) Pompeia habla otro idioma. No solo el barrio de embajadas ha cambiado aqu¨ª por una colonia popular de actividad vibrante, la antigua f¨¢brica tiene hoy los silos agujereados con la c¨¦lebre ventana Bo Bardi (un agujero irregular) que ventila las pistas de baloncesto superpuestas. A diferencia de su primera obra, este Centro Social no particip¨® de las tendencias del momento (la posmodernidad). Y no lo hizo a pesar de recurrir a la historia (de la f¨¢brica) y al pasado (las tradiciones vern¨¢culas) para remodelarlo. El centro es en s¨ª mismo un barrio con calles, un lugar optimista y cuidado, realizado con m¨¢s imaginaci¨®n y sobriedad que medios. Tal vez por eso, un lugar as¨ª se escapa a las fotograf¨ªas y exige una visita. H¨¢ganlo. Disfrutar¨¢n: tiene m¨¢s vida que hormig¨®n. Entender¨¢n que est¨¢ pensado para quienes pagan el equivalente a 35 euros por usar todo el a?o la piscina y las canchas. Aunque usted no sea socio puede comer all¨ª, en la cantina. O sentarse a leer en la biblioteca. O en el jard¨ªn. Es uno de los lugares de S?o Paulo donde se respira menos miedo. Aqu¨ª no hay alambradas ni cuchillas para proteger la propiedad privada.
03 El Museo de Arte de S?o Paulo
El tercer edificio de Bo Bardi en su ciudad de adopci¨®n la obsesion¨® durante m¨¢s de veinte a?os. Y hay que buscarlo en la calle m¨¢s cara de la metr¨®poli, la avenida Paulista. Una vez all¨ª, no cuesta encontrarlo: es de los pocos inmuebles bajos, apenas toca el suelo y est¨¢ pintado de rojo. Si su Casa de Vidrio est¨¢ en un vecindario ¡ªentonces perif¨¦rico¡ª donde antiguas embajadas conviven hoy con Parais¨®polis (la mayor favela de la ciudad) y si el SESC Pompeia se encuentra en un barrio popular, el Museo de Arte de S?o Paulo (MASP) se erige, como un hermoso intruso, en el coraz¨®n financiero de la ciudad. Y es, como quiso Lina Bo, una plaza p¨²blica, un lugar de reuni¨®n (y protestas) junto a las sedes de las compa?¨ªas m¨¢s poderosas.
Este domingo, los guaran¨ªes lo han elegido para bailar y cantar sus reivindicaciones. Tienen espacio para hacerlo. Levantado sobre una plaza-mirador, el interior del museo ha perdido la rompedora manera de exponer que ide¨® la arquitecta. "Mi intenci¨®n ha sido destrozar el aura que rodea los museos", declar¨® cuando se inaugur¨® en 1968. Sin embargo, el edificio transmite con fuerza el mensaje que la arquitecta aprendi¨® en Brasil: sacar riqueza de la pobreza, valorar la artesan¨ªa como la huella humana en una era de desarraigo. Eso es su museo. Una huella humana en medio de una gran avenida sembrada de asfalto, sem¨¢foros y rascacielos. Cada tarde se sientan en el suelo vendedores de pulseras y abalorios. Y el edificio no solo da cobijo a esos artesanos, tambi¨¦n resiste en medio de un bosque de oficinas con un mensaje que tiene que ver con el arte, la vida y la capacidad c¨ªvica y pol¨ªtica de los mejores edificios. "Nunca quise ser joven, siempre quise tener una historia", declar¨® Bo Bardi antes de morir en 1992. La tiene. Y tres edificios de esta ciudad la resumen en un recorrido inolvidable.
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