Silencio, es una playa

La playa del Silencio no siempre hace honor a su nombre. Con la marea alta, cada vez que una ola se retira -y trat¨¢ndose del Cant¨¢brico, casi siempre hay olas-, cientos de cantos y guijarros son arrastrados hacia el interior del mar como si no quisieran formar parte de tierra firme. El ruido que provocan acompa?a al oleaje y hace de este tranquilo rinc¨®n en la costa asturiana un lugar singular. Cerca, hacia el este, a 16 kil¨®metros, est¨¢ el tur¨ªstico y bello pueblo de Cudillero, uno de los lugares m¨¢s visitados del norte. Viajando hacia al oeste, a 42 kil¨®metros, Navia. Toda la escarpada costa entre estas dos localidades es espectacular, con numerosas playas accesibles y preparadas para plantar la sombrilla, pasar el d¨ªa y jugar en la arena.

Pero la del Silencio es otro tipo de playa. Una en la que puedes sentarte en una roca y observar la cala que se forma, desde el pico que se levanta a la derecha hasta la costa que se va perdiendo a la izquierda hacia la luz de un faro. A pocos metros de la l¨ªnea de playa, se erigen media docena de pe?ascos y basta con entrecerrar los ojos, y ejercitar un poco la imaginaci¨®n, para colocar all¨ª un barco pirata, escondido en la ensenada, esperando la llegada de una barquichuela cargada de alguna mercanc¨ªa de contrabando.

Acceder a la playa, no es sencillo. Aunque se puede llegar en coche hasta donde empieza el camino que baja, es mucho m¨¢s agradable dejar el coche en Casta?eras y dar un peque?o paseo hasta el acantilado, donde comienza la senda -bien se?alada y preparada- para salvar el desnivel. Abajo esperan 500 metros de playa, con poca arena y menos gente. Y como esta playa, una docena m¨¢s que aparecen cada pocos kil¨®metros: Concha de Artedo, San Pedro, Otur o Cadavedo,?por citar un pu?ado.?Todas merecen la pena.

En la zona es f¨¢cil encontrar restaurantes donde comer bien. Estamos en Asturias. Y comer bien quiere decir casero, con calidad y en buena cantidad. Y todo tipo de precios, desde men¨²s de dos platos (o fuentes m¨¢s bien) por 8 euros a grandes comilonas pasando por algo un poco m¨¢s elaborado.

Pero volvamos a la playa de Silencio. Pese a los cantos rodados y la cadencia armoniosa de la olas, emana tranquilidad. Si van, si la descubren, si se quedan fascinados por su belleza, guarden el recuerdo y no le cuenten a nadie d¨®nde est¨¢. Los piratas se lo agradecer¨¢n.