El ¡®boom¡¯ de Airbnb y Blablacar
Pros y contras de dos de las plataformas l¨ªderes de Internet que est¨¢n revolucionando los viajes. Una f¨®rmula global para alojarse en casas privadas y moverse en coches particulares
"Quer¨ªa ir a los carnavales de C¨¢diz, pero no quedaban billetes de tren y los hoteles ofrec¨ªan noches por m¨¢s de 300 euros¡±. Laura Lafuente, de 28 a?os, ten¨ªa dos opciones: olvidarse del plan o buscar alternativas. ¡°Me met¨ª en Internet y encontr¨¦ un coche compartido, que me recogi¨® cerca de casa, y una habitaci¨®n en un piso chul¨ªsimo. Me sali¨® por menos de la mitad, y todo mucho m¨¢s personal¡±. El mundo de los viajes vive una revoluci¨®n a manos del consumo colaborativo. Cada vez son m¨¢s los usuarios de plataformas como Airbnb y Blablacar, a trav¨¦s de las cuales se alquilan alojamientos privados y se localizan trayectos en coches de otros viajeros pagando parte de los gastos.
La industria tur¨ªstica tradicional ¡ªque en el caso de Espa?a representa el 12% del PIB¡ª est¨¢, como m¨ªnimo, alborotada. Y los organismos p¨²blicos inician acciones para luchar contra la econom¨ªa sumergida. Catalu?a es el primer lugar de Europa que ha multado a Airbnb, Madrid acaba de regular su actividad y Navarra ha abierto expediente a viviendas tur¨ªsticas que se saltan la normativa. Los hoteleros exigen que los apartamentos tur¨ªsticos la cumplan, mientras que la patronal de los autobuses pide el cierre de Blablacar por considerarlo ¡°competencia desleal¡±. Mientras tanto, crecen a marchas agigantadas los usuarios de este tipo de servicios. Quince millones de personas han utilizado Airbnb en lo que va de a?o en el mundo. En palabras de Fr¨¦d¨¦ric Mazzella, fundador de Blablacar (diez millones de usuarios en Europa): ¡°Frenar el movimiento de consumo colaborativo ser¨ªa como querer parar el mar¡±.
Aunque existen muchas otras iniciativas, ofrecemos aqu¨ª algunas claves, pros y contras de las dos plataformas m¨¢s grandes, Airbnb y Blablacar. La idea b¨¢sica es muy simple: ofrecer por poco dinero habitaciones (o apartamentos) privados y plazas libres en veh¨ªculos particulares. Adem¨¢s del precio bajo, estas f¨®rmulas abren la posibilidad de conocer a personas vinculadas con el destino. Por otro lado, tiene inconvenientes como la menor seguridad (te pueden dejar tirado) o los posibles problemas con anfitriones o conductores. Ambas plataformas se sustentan en las opiniones de los usuarios, una tendencia que ya hab¨ªa adelantado Tripadvisor para los hoteles y que aqu¨ª se consolida y se amplifica: en Airbnb y Blablacar opinan las dos partes, el que ofrece el servicio y el que lo utiliza. As¨ª todos los usuarios conocen a la otra parte implicada.
Pros y contras de Airbnb
A favor:
En contra:
- Suele ser m¨¢s barato
- Nuevas experiencias en 34.000 ciudades
- Oferta con incre¨ªble variedad
- Conoces gente y los anfitriones te suelen dar sus pistas secretas
- Seguridad menos controlada (normas sanitarias, planes de evacuaci¨®n, seguros...)
- Menos comodidades y servicios que los de un hotel
- Las fotos del anuncio pueden enga?ar
- Posibles problemas de empat¨ªa con los anfitriones. Y te pueden dejar tirado
AIRBNB
?C¨®mo surgi¨® la idea?
En 2007, ante la falta de oferta hotelera durante un congreso en San Francisco (Estados Unidos), dos de los fundadores de la web compraron tres colchones hinchables (airbed, en ingl¨¦s) y ofrecieron en su casa alojamiento y desayuno (bed & breakfast, b&b) a trav¨¦s de una web. As¨ª naci¨® Airbnb, compa?¨ªa estadounidense que hoy est¨¢ presente en 190 pa¨ªses (34.000 ciudades). En Espa?a funciona desde 2011. ¡°M¨¢s de un mill¨®n de personas han visitado Espa?a con nuestra p¨¢gina, y contamos con m¨¢s de 80.000 alojamientos¡±, dice Jeroen Merchiers, director general de Airbnb para el Este, Norte y Sur de Europa.
?C¨®mo funciona?
La web pone en contacto a anfitriones que alquilan su casa o una habitaci¨®n con posibles hu¨¦spedes. Es importante diferenciar este tipo de alojamientos de sistemas como el intercambio de casas o dormir gratis en un sof¨¢ (couchsurfing), donde no existe contraprestaci¨®n econ¨®mica. Aqu¨ª s¨ª: el hu¨¦sped paga por su estancia. Airbnb permite a cualquiera alquilar su casa completa o bien una o varias habitaciones. La web hace de intermediaria, ofrece un seguro a ambas partes y cobra por este servicio un 3% a los anfitriones y entre un 6% y un 12% al viajero, seg¨²n el precio (cuanto m¨¢s caro, menos porcentaje cobra).
¡°Viajo a menudo a Londres por trabajo y no me apetece estar en un hotel impersonal. Quedarme en casa de otras personas es una buena manera de conocer gente local, charlar y aprender m¨¢s sobre la ciudad¡±, dice Jorge Planell¨®, de 30 a?os y profesional del m¨¢rketing. ¡°Adem¨¢s, en esa ciudad hay hoteles que cuestan 150 euros y son bastante malos, mientras que por ese precio con Airbnb puedes encontrar unas casas enormes y muy bien equipadas¡±, a?ade.
?Qui¨¦n usa Airbnb?
Alojarse con Airbnb suele ser, sobre todo, cuesti¨®n de j¨®venes. La media de edad de los usuarios que se alojaron entre 2012 y 2013 en Barcelona, por ejemplo, fue de 36 a?os. ¡°Us¨¦ la p¨¢gina para alquilar una casita cerca de Montserrat y todo fue muy bien. La verdad es que en este caso era casi el ¨²nico sistema posible, porque se trata de un pueblo perdido en la comarca valenciana de la Ribera Alta¡±, dice Laura del R¨ªo, periodista de 32 a?os. Roc¨ªo Mar¨ªn, una espa?ola de treinta a?os que vive en Irlanda, utiliz¨® Airbnb para reservar alojamiento en un viaje a ?msterdam. ¡°El sistema de puntuaci¨®n funciona bastante bien, con las referencias puedes conocer detalles de la casa y sus due?os. Adem¨¢s, si tienes alg¨²n problema, la compa?¨ªa suele responder r¨¢pido¡±, dice.
?A qui¨¦n perjudica Airbnb?
?Los usuarios de Airbnb se alojaban antes en hoteles? ?O, quiz¨¢s, no viajaban? Es muy improbable que la clientela de los hoteles de tres, cuatro o cinco estrellas abandone estos establecimientos, ya que ofrecen servicios, comodidades e instalaciones que no se esperan en una casa particular. ¡°No hemos notado que bajen nuestros clientes, entendemos que ambos sistemas son complementarios¡±, dice Yeyo Ballesteros, de la cadena hotelera Room Mate. Seg¨²n la Asociaci¨®n Empresarial Hotelera de Madrid, ¡°el impacto de Airbnb es mayor en las categor¨ªas inferiores¡±. No est¨¢n en contra del modelo, pero piden a los alojamientos particulares de la capital que cumplan la regulaci¨®n madrile?a, aprobada este verano. El decreto obliga a los apartamentos a registrarse ante la Comunidad de Madrid y se?ala que no podr¨¢n alquilarse por un plazo inferior a cinco d¨ªas (una norma que ha sido recurrida recientemente por la Asociaci¨®n de Gestores de Viviendas de Uso Tur¨ªstico).
La Confederaci¨®n Espa?ola de Hoteles, por su parte, denuncia que este tipo de plataformas ¡°est¨¢ fomentando la econom¨ªa sumergida¡±. Su secretario general, Ram¨®n Estalella, subraya que ¡°para operar, un hotel necesita cumplir todo tipo de normas fiscales, de seguridad, laborales, de sanidad, de accesibilidad¡, mientras que a los particulares que alquilan su casa esto no les afecta tanto¡±.
Los hoteles se encuentran con una realidad nueva. Jeroens Merchier, de Airbnb, lo tiene claro: ¡°El viajero est¨¢ cambiando. Hay quienes quieren ponerle puertas al campo y otros se preguntan qu¨¦ piden los viajeros de hoy para adaptarse a este fen¨®meno. Lentamente se aprecia un cambio de actitud¡±. Kike Sarasola, el fundador de Room Mate Hoteles, por ejemplo, acaba de lanzar BeMate.com, una web en la que pretende que los hoteles puedan ofrecer sus servicios (entrega de llaves, p¨¢rking, limpieza, restaurante, canguro...) a los usuarios de los apartamentos tur¨ªsticos. Han empezado con 2.500 apartarmentos en diez ciudades donde est¨¢ presente la cadena. Un intento de que las dos f¨®rmulas se beneficien mutuamente.
?Me multar¨¢n por alquilar mi casa?
En Catalu?a es posible. Aunque la mayor¨ªa de las autonom¨ªas todav¨ªa no ha regulado este uso, la catalana es la primera comunidad espa?ola ¡ªy europea¡ª que ha sancionado a Airbnb con 30.000 euros por incumplir la normativa catalana sobre alojamientos tur¨ªsticos (aunque Airbnb ha recurrido la multa). La norma dice que no se pueden alquilar habitaciones, sino solo viviendas completas, registradas para ese uso ante la Generalitat y por un periodo inferior a 30 d¨ªas. El boom tur¨ªstico de Barcelona fomenta la demanda de este tipo de alojamientos, y su proliferaci¨®n ya ha desatado la ira de los vecinos de la Barceloneta, que protestan contra la actitud inc¨ªvica de algunos de estos turistas de bajo presupuesto.
Si una persona alquila su casa en Catalu?a para uso tur¨ªstico e incumple la ley, puede recibir una sanci¨®n que va de los 3.000 a los 24.000 euros. La Generalitat est¨¢ realizando inspecciones para comprobar que la norma se cumple y ha llegado a cerrar algunos de estos apartamentos. Con este sistema, han regularizado 200.000 plazas, pero estiman que todav¨ªa quedan 300.000 ilegales. Si en el futuro se demuestra que Airbnb sigue promocionando viviendas fuera de la regulaci¨®n, se podr¨ªa llegar a bloquear el acceso a la p¨¢gina en Catalu?a, dicen desde la Generalitat. Adem¨¢s, est¨¢ en marcha una comisi¨®n para legislar espec¨ªficamente sobre la econom¨ªa colaborativa.
Madrid tambi¨¦n tiene previstas sanciones que van de los 3.000 a los 300.000 euros para quienes inclumplan el decreto madrile?o. Solo se pueden alquilar apartamentos enteros. ¡°La normativa tur¨ªstica entr¨® en vigor este verano y por ahora se ha optado por informar a los propietarios antes que sancionarlos¡±, explica una portavoz de la Consejer¨ªa de Empleo y Turismo. M¨¢s adelante, la Comunidad pondr¨¢ en marcha inspecciones.
Navarra, por su parte, acaba de aprobar un decreto similar que exige a los pisos registrarse y firmar una declaraci¨®n responsable para convertirse en alojamiento tur¨ªstico. Tampoco aqu¨ª se pueden alquilar habitaciones, solo apartamentos enteros. ¡°Hemos abierto entre 15 y 20 expedientes a propietarios que incumplen la norma, que podr¨ªan acabar en sanciones de hasta 6.000 euros¡±, se?ala Carlos Erce, director general de Turismo de Navarra.
?Me pueden multar como cliente?
Hasta la fecha, no se ha sancionado a cliente alguno en Espa?a.
?Qu¨¦ dice Airbnb?
La plataforma informa ahora a las personas que alquilan sus viviendas de cu¨¢les son las leyes nacionales y auton¨®micas vigentes. Cada anfitri¨®n firma una cl¨¢usula en la web para confirmar que las cumple, aunque esto no significa que realmente lo haga. En Catalu?a, adem¨¢s, los propietarios son los encargados de recaudar la tasa tur¨ªstica que se cobra por pernoctaciones.
?C¨®mo est¨¢ en otros pa¨ªses?
Dos destinos de referencia como Londres y ?msterdam, y tambi¨¦n Hamburgo, o las estadounidenses Portland y San Francisco, han aprobado normativas para fomentar el uso de Airbnb. Sin embargo, varias ciudades de Estados Unidos est¨¢n intentando limitar el uso de la plataforma, entre ellas Nueva York, Nueva Orle¨¢ns y Malib¨², lo mismo que la canadiense Montreal, o Berl¨ªn.
Ll¨¦vame en tu Jaguar
Los viajes a trav¨¦s de Blablacar pueden traer sorpresas como la que vivi¨® Nadia, productora audiovisual de 32 a?os. ¡°Fui a Asturias con mi novio y buscamos un viaje en el mismo d¨ªa. Subimos con un chico que ten¨ªa un BMW, un cochazo. Pero para la vuelta tuvimos m¨¢s suerte todav¨ªa: volvimos en un Jaguar espectacular. El conductor era un coleccionista de autom¨®viles, pero compart¨ªa coche porque viajaba mucho. Todos los coches en los que he ido son muy chulos. Ahora ya me da pereza ir en autob¨²s", resume.
Alquilar un alojamiento a trav¨¦s de Airbnb tambi¨¦n se puede convertir en una experiencia extravagante. Adem¨¢s de todo tipo de habitaciones y casas, la web ofrece algunos lugares muy curiosos en Espa?a, entre ellos una tienda india tipo sioux-lakota, una vivienda azul en el malague?o 'Pueblo Pitufo' andaluz (J¨²zcar), una enorme caravana al estilo norteamericano de los a?os 30, una cueva en el Sacromonte granadino, una casa en un ¨¢rbol a tres metros de altura, una 'yurta' (tienda de estilo mongol con el techo abierto), una "c¨²pula geod¨¦sica" al estilo de las construcciones futuristas de Richard Buckminster o una torre de defensa del siglo XV reconvertida.
BLABLACAR
?C¨®mo surgi¨® la idea?
Fr¨¦deric Mazzela, el fundador de Blablacar, quiso coger un tren de Par¨ªs a Fontenay-le-Comte para volver a casa durante las Navidades de 2003. Y cuando decidi¨® comprar el billete ya no quedaban plazas. El emprendedor franc¨¦s pens¨® entonces que muchos coches hac¨ªan este trayecto con un solo ocupante y se le ocurri¨® que ser¨ªa interesante hacer disponibles estas plazas para viajeros interesados. Naci¨® as¨ª la idea, y en 2009 la web, cuyo nombre hace referencia a un detalle que cada usuario puede indicar en sus preferencias personales: cu¨¢nto le gusta hablar (un ¡®bla¡¯ significa que eres poco hablador, ¡®blabla¡¯ identifica a un hablador medio, y ¡®blablabla¡¯ avisa de un aut¨¦ntico loro). En la actualidad funciona en diez pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, m¨¢s Rusia, Ucrania y Turqu¨ªa.
Pros y contras de Blablacar
A favor:
En contra:
- Ahorro de tiempo, horarios m¨¢s flexibles y destinos personalizados
- Precio m¨¢s barato
- Experiencia de viajar en coches distintos
- Conoces a conductores y pasajeros.
- Si no te apetece hablar o te cae mal el compa?ero de viaje, arr¨¦glatelas como puedas
- Puede ocurrir que el conductor sea inexperto o que el veh¨ªculo est¨¦ en malas condiciones, lo que supone un riesgo
- El conductor te puede dejar tirado
?C¨®mo funciona?
La plataforma francesa Blablacar pone en contacto a particulares, conductores y pasajeros, para compartir trayectos en coche. Y la clave es que unos y otros comparten el gasto generado. En Espa?a funciona desde 2010, primero fue de forma gratuita y, desde 2014, la web cobra entre el 9% y el 12% al pasajero por ofrecerle el contacto del due?o del autom¨®vil, dependiendo de la antelaci¨®n con que se utiliza (cuanto m¨¢s cerca el viaje, m¨¢s porcentaje cobran). Seg¨²n explica Vincent Rosso, director general de Blablacar para Espa?a y Portugal, la plataforma tiene diez millones de usuarios en Europa, y, aunque no ofrece datos segmentados, afirma que Espa?a es el tercer pa¨ªs con m¨¢s participantes, detr¨¢s de Francia y Alemania. Cifra su crecimiento anual entre el 130% y el 150%.
Ahora que Blablacar cobra por el servicio, la espa?ola Amovens ofrece una alternativa para unir a conductores y pasajeros de manera gratuita. Funciona de manera similar a la empresa francesa, pero no cobra ning¨²n porcentaje por ello. Diego Hidalgo, fundador de Amovens, cuenta que su empresa se financia elaborando p¨¢ginas para compartir veh¨ªculo por encargo de empresas e instituciones como el Gobierno vasco o el Banco Sabadell.
?Qui¨¦n viaja en Blablacar?
En la actualidad, la media de edad de los usuarios de Blablacar es de 33 a?os. En 2010 era de 29 a?os. Sebasti¨¢n Martos Bravo, 31 a?os, ingeniero t¨¦cnico en telecomunicaciones, ha usado Blablacar como pasajero alrededor de 50 veces, sobre todo para las rutas Madrid-Ja¨¦n y Madrid-Granada. ¡°Ya no tomo ni el autob¨²s ni el tren. En la p¨¢gina hay muchos m¨¢s horarios, el viaje sale por la mitad del precio, es m¨¢s r¨¢pido y adem¨¢s se te hace m¨¢s entretenido¡±, dice. La mayor¨ªa de sus trayectos han sido tranquilos, aunque tambi¨¦n se ha llevado alg¨²n susto. ¡°Una vez, un conductor me llev¨® todo el viaje de Ja¨¦n a Madrid a 190 kil¨®metros por hora y en otra ocasi¨®n me mont¨¦ con un hombre que ten¨ªa una furgoneta jipi y sac¨® unas cervezas¡±. Tambi¨¦n lo han dejado tirado alguna vez. An¨¦cdotas que quedaron reflejadas en los comentarios de cada uno de los conductores.
Monse del Barrio, maestra de 29 a?os, suele ofrecer plazas en su coche en sus trayectos entre Madrid y Soria. ¡°La primera vez puse el anuncio porque no me apetec¨ªa ir sola. Fui todo el trayecto hablando con una chica. Otro d¨ªa llev¨¦ a una pareja desde Soria al aeropuerto de Madrid, una combinaci¨®n muy mala en transporte p¨²blico¡±, cuenta. Sus experiencias han sido buenas.
Blablacar resalta que los extranjeros que pasan por Espa?a tambi¨¦n se suman a este sistema para conocer a gente. Marzia Scopelliti, italiana de 24 a?os, residi¨® unos meses en Madrid con una beca Erasmus. ¡°Hice una visita a Bilbao y San Sebasti¨¢n y lo utilic¨¦ como pasajera. La conductora era una mujer bastante interesante, profesora de periodismo y muy simp¨¢tica¡±, cuenta.
Aunque la mayor¨ªa de los usuarios son j¨®venes, la p¨¢gina cuenta ya con 500.000 personas que tienen m¨¢s de 55 a?os (cifras en toda Europa). Uno de ellos es Luis Jos¨¦, un ingeniero de telecomunicaciones de 63 a?os. ¡°Cuando yo era joven, hice mucho autostop y luego llev¨¦ a muchos autoestopistas. Uno de mis hijos empez¨® a usar Blablacar como pasajero y vi que el concepto se parec¨ªa¡±, dice. Este jubilado ha compartido sus trayectos con unas 60 personas. ¡°El viaje se hace m¨¢s ameno. Y luego tambi¨¦n est¨¢ la parte econ¨®mica. Todos mis trayectos han sido muy positivos¡±, dice.
?A qui¨¦n perjudica Blablacar?
¡°Blablacar es competencia desleal e ilegal¡±, afirma tajante Jos¨¦ Luis Pertierra, de la Federaci¨®n Nacional Empresarial de Transporte de Autob¨²s (Feneb¨²s), que agrupa al 76% de las l¨ªneas de transporte regular por carretera. ¡°Cualquier conductor que quiera transportar ciudadanos cobrando un precio necesita la titulaci¨®n personal y autorizaci¨®n del veh¨ªculo, y cumplir todos los requisitos legales para hacer ese transporte¡±, dice. ¡°Los que no lo tienen est¨¢n ejerciendo una actividad ilegal¡±. Por ello, pide el cierre de la plataforma. Blablacar responde que no hay ¨¢nimo de lucro, sino que solo pone en contacto a particulares para que compartan el gasto de un trayecto, lo que no incumple la ley. Y, adem¨¢s, se reduce la contaminaci¨®n.
Alsa, una de las mayores compa?¨ªas de autobuses, explica que se han detectado veh¨ªculos que realizan siempre el mismo recorrido para sacar un beneficio econ¨®mico. Blablacar asegura que en este tipo de utilizaciones abusivas a los usuarios se les puede expulsar de la plataforma, pero no est¨¢ claro que se est¨¦ haciendo. Renfe, por su parte, no quiere valorar los efectos de este tipo de p¨¢ginas. Precisamente para el tren ha surgido la aplicaci¨®n Compartir Tren Mesa Ave, que permite a los usuarios ponerse de acuerdo para comprar billetes de alta velocidad con la tarifa m¨¢s econ¨®mica (Tarifa 4 Mesa).
?Pueden sancionarme si comparto mi veh¨ªculo?
En la pr¨¢ctica, no; pero en teor¨ªa, s¨ª. La normativa de transportes prev¨¦ multas de hasta 18.000 euros para quien organice un traslado de personas sin estar autorizado para ello, y de 6.000 euros para los conductores. La federaci¨®n de autobuses denuncia que no se est¨¢n aplicando estas sanciones para quienes comparten coche a pesar de que lo han denunciado ante Fomento y la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico (DGT). Blablacar se?ala que no ha recibido ninguna sanci¨®n en ninguno de los 13 pa¨ªses de Europa en los que se encuentra.
Caso distinto es el de Uber, una aplicaci¨®n m¨®vil para trayectos urbanos. Los conductores realizan las rutas como si fueran una especie de taxi. La Comunidad de Madrid ha puesto una demanda a la empresa por prestar un servicio sin tener los permisos para ello y ha sancionado a nueve conductores por utilizar la aplicaci¨®n. Las multas, que van de los 6.000 a los 18.000 euros, no se aplican a los usuarios. La Generalitat de Catalu?a tambi¨¦n anuncia que impondr¨¢ sanciones.
?Me pueden multar como pasajero?
Desde Blablacar afirman que compartir un trayecto con un conductor no viola la ley. No ha habido sanciones en ning¨²n pa¨ªs.
?Siempre es bueno compartir?
Para analistas como el economista Jeremy Rifkin, la econom¨ªa colaborativa transformar¨¢ nuestra manera de organizar la vida porque, a la larga, compartir tendr¨¢ m¨¢s valor que poseer. "Varios millones de estadounidenses utilizan servicios para compartir autom¨®viles. Por cada veh¨ªculo compartido dejan de circular 15 veh¨ªculos particulares", dice. Para otros, como el escritor Byung-Chul Han, compartir lleva a la comercializaci¨®n total de la vida: quien no posee nada no puede compartir y queda excluido. El surcoreano denuncia que Airbnb rentabiliza hasta la hospitalidad, y que uno se hace amable para recibir mejores valoraciones, es decir, por inter¨¦s.
El sistema de comentarios, por su parte, tambi¨¦n es un arma de doble filo, seg¨²n el testimonio de varios usuarios: sirve para hacerte una idea de c¨®mo es la gente con la que vas a compartir casa o coche, pero tambi¨¦n supone una especie de ¡°dictadura del buen rollito¡± que puede marginar a aquellos que no sepan relacionarse con los dem¨¢s.
En cualquier caso, la tendencia de compartir recursos se va extendiendo a cada vez m¨¢s actividades, muchas de ellas relacionadas con el turismo. En Espa?a, adem¨¢s de buscar plazas en veh¨ªculos y alojamientos particulares, uno puede practicar el 'parksharing' (compartir plazas de aparcamiento), el 'motosharing' (motocicletas), el 'coworking' (compartir espacio de trabajo), adem¨¢s de compartir bici o ir a comer a casas particulares, entre otros.
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