Bajo la gran hoja de tabaco
Siete tiendas que son aut¨¦nticas joyas arquitect¨®nicas de la Viena del siglo XX en un paseo del palacio imperial a la catedral
Lilli Hollein ten¨ªa 10 a?os cuando acompa?¨® a su padre a inaugurar la segunda joyer¨ªa que el orfebre Herbert Schullin le hab¨ªa encargado en el coraz¨®n de Viena. ¡°Recuerdo que mi madre se pas¨® la noche anterior cosiendo una banderola¡±, evoca hoy desde el despacho donde organiza la Semana del Dise?o de Viena. Entonces, en 1982, la ciudad debat¨ªa c¨®mo convivir con la posmodernidad, de la que su padre, el arquitecto Hans Hollein, fue pionero. Se trataba de hacer un hueco a lo nuevo sin olvidar el pasado tardorrom¨¢nico o barroco ni descuidar las huellas del otro estilo de la ciudad: el de la secesi¨®n vienesa. Hollein ¡ªque recibi¨® el ¨²nico Premio Pritzker austriaco en 1985 y falleci¨® la pasada primavera¡ª se pas¨® media vida tratando de resolver esa convivencia. Y as¨ª, en el corto paseo que separa la que fuera residencia real de los Habsburgo (donde hoy vive el presidente de la Rep¨²blica) y la catedral de la ciudad, el arquitecto dej¨® la huella de cinco intervenciones. Todav¨ªa pueden visitarse. Sumadas a los comercios protegidos de Adolf Loos (sastrer¨ªa Knize, Graben, 15) o Joseff Hoffmann (librer¨ªa Frick en el 27 de la misma calle) resumen un siglo de arquitectura.
El recorrido empieza frente a la catedral de San Esteban. All¨ª, la escultura de una inmensa hoja de cobre anuncia un peque?o estanco (Tabak Trafik). Lilli Hollein cuenta que hace tres a?os la hoja de tabaco se rompi¨® y su padre tuvo que buscar artesanos que la pudieran hacer de nuevo. No fue f¨¢cil. Los oficios viven en peligro de extinci¨®n. Este estanco de 1992 es ya una obra patrimonial que no se puede tocar.
En el mismo lado de la calle Graben, en la avenida peatonal que toma su nombre del antiguo foso romano y que est¨¢ interrumpida por la columna barroca que celebra el fin de la gran peste que asol¨® la ciudad a finales del siglo XVII, aparece uno de los comercios m¨¢s singulares jam¨¢s construidos: una especie de roca abierta, la primera joyer¨ªa que el se?or Schullin le encarg¨® a Hollein. La tienda es un ejercicio perfecto de sumas y restas, de juegos visuales con espejos y de contrastes entre vac¨ªos y llenos que provocan la sensaci¨®n de entrar en una gema. Es teatral sin caer en el disfraz. Es una de las lecciones que un paseo as¨ª ofrece: la de la arquitectura que se apoya en el trabajo de vidrieros, escultores, herreros o ebanistas provocando m¨¢s admiraci¨®n que sorpresa.
El joyero Schullin ¡ªque inaugur¨® este comercio en 1974 casi frente a la antigua sastrer¨ªa Knize que Adolf Loos dise?¨® en 1909¡ª eligi¨® a Hollein porque se hab¨ªa quedado prendado de otra de sus obras, una tienda muy peque?a inaugurada en 1965 que vend¨ªa velas. Hollein, ingeniero y dise?ador, se hab¨ªa convertido en arquitecto en California y en urbanista en Chicago. Cuando regres¨® a su ciudad, su primer trabajo, la tienda de velas Retti, fue poco m¨¢s que una caja de cerillas. De estilo pop y forrada de aluminio, pertenece a una ¨¦poca en la que la vanguardia se asociaba a lo extraterrestre. Tambi¨¦n parece de otro mundo que un comercio tan peque?o convirtiera a Hollein en el proyectista de fama mundial que termin¨® siendo y m¨¢s a¨²n que recibiera por ¨¦l un premio con mayor presupuesto que el que hab¨ªa empleado en construir la tienda. Sin embargo, as¨ª fue. Y hoy, casi medio siglo despu¨¦s, la tienda no pasa inadvertida.
En la actualidad el local est¨¢ protegido. Ha cambiado de due?o y se ha convertido en joyer¨ªa. Posiblemente la calle Kohlmarkt, donde se encuentra ¡ªy donde se situaron hist¨®ricamente los proveedores del vecino palacio imperial¡ª, sea un lugar demasiado caro como para vender velas. Sin embargo, la tienda de Hollein conserva la maravillosa fachada que trata de acoger a los curiosos en sendas hornacinas laterales. En la misma calle Kohlmarkt est¨¢ la segunda tienda de Herbert Schullin, que, m¨¢s de 40 a?os despu¨¦s de su inauguraci¨®n, sigue confiando el dise?o de sus joyas a j¨®venes dise?adores.
Un recorrido por las calles Graben y Kohlmarkt atraviesa hitos culturales, hist¨®ricos y urbanos para adentrarse en una de las avenidas peatonales m¨¢s lujosas del mundo. Que esos peque?os comercios se mantengan abiertos junto a los escaparates minimalistas de las grandes marcas del lujo global es una lecci¨®n esperanzadora. Los mayores logros tienen poco que ver con el tama?o.
Junto a la catedral de San Esteban, Hollein levant¨® en 1990 la Haas Haus, un edificio acristalado que, en un intento por reflejar la iglesia vecina, consigui¨® enfadar a buena parte de los vieneses. Todav¨ªa hoy la vista tropieza con esa gran curva al llegar al centro. Tropiezos en un camino hacia la perfecci¨®n.
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