Cabo de Gata: el ba?ador es opcional
Cinco calas del almeriense cabo de Gata donde no llegan los coches, para ir con mochila y bocata
Medio centenar de calas salpican la costa del parque natural del Cabo de Gata, pero solo unas pocas carecen de acceso rodado y se libran, por tanto, incluso en ¨¦poca estival, del incordio de los coches y de las gentes que, si pudieran, ir¨ªan a la playa con sof¨¢ y televisor. Estas son, de Norte a Sur, las cinco m¨¢s rec¨®nditas y bellas, las mejores para ba?arse y bucear al pie de los viejos volcanes, sin m¨¢s compa?¨ªa que los meros, desnudo si a uno le place.
01 Cala de Enmedio
AGUA AMARGA
Antiguos arrecifes coralinos, esculpidos por el viento y el oleaje, configuran una cala deslumbrante, con acantilados y repisas de roca blanca como la nieve y aguas de los colores m¨¢s deseables del Pantone marino: turquesa, esmeralda, verde botella¡
Se ha de andar media hora desde Agua Amarga, subiendo por la calle del Dep¨®sito y luego por el cerro del Cuartel, que en primavera es una gloria colorida y bienoliente de tomillos, lirios, aulagas y siemprevivas, y en verano (?qu¨¦ se le va a hacer!), una chicharrera. La recompensa: una playa arenosa de 130 metros flanqueada por acantilados c¨®ncavos y extensas plataformas rocosas que aparentan solarios prehist¨®ricos. Hay que madrugar, para no cocerse por el camino, y llevar unas gafas para bucear en estas aguas de fantas¨ªa, adem¨¢s de algo para comer y beber.
Si nos alojamos en el hotel rural Cortijo Los Malenos (www.cortijolosmalenos.com), nos preparar¨¢n una mochila refrigerada con ensalada, pastel de merluza y carnes fiambres, todo casero.
02 San Pedro
LAS NEGRAS
La fuente que mana en esta apartada cala, de chorro grueso como un brazo, era un im¨¢n para los piratas berberiscos, que hac¨ªan aqu¨ª la aguada antes de rapi?ar la comarca, holg¨¢ndose del seguro bot¨ªn a la sombra de las palmeras y los granados, mientras su galeota se mec¨ªa a¨²n ligero en el mar turquesa. Para evitar estas alegr¨ªas se construy¨® a finales del siglo XVI el castillo de San Pedro, que lleg¨® a tener una guarnici¨®n de 12 hombres y cuyas ruinas guarecen hoy a algunos de los 30 o 40 hippies que viven cultivando sus huertos en este oasis de libertad, sin t¨ªtulos de propiedad, sin ba?adores y sin otros ¨ªdolos que los que esculpen, para pasar el rato y hacer bonito, en la blanca roca de los acantilados.
Tampoco hay carreteras, as¨ª que solo se puede acceder en barco o andando una hora desde Las Negras. Quien opte por la caminata, a la vuelta tendr¨¢ un buen motivo para darse el masaje Piernas cansadas en el spa del hotel Cala Grande (www.calagrande.es). Despu¨¦s de un d¨ªa tan hippy, no est¨¢ mal, para variar, este hotel de moderno dise?o, con habitaciones con vistas al mar y jacuzzi privado.
03 La Molata
RODALQUILAR
Paseando desde el aparcamiento del Playazo por la costa en direcci¨®n a Las Negras, enseguida aparece el castillo de San Ram¨®n, del siglo XVIII. Y nada m¨¢s rebasar este, se descubre un llamativo acantilado de roca amarilla tachonado de f¨®siles, con una rampa natural que permite bajar hasta una cala de aguas color elixir de menta. Aqu¨ª, con unas gafas de buceo, uno puede pasar una jornada de dicha culebreando entre picachos semisumergidos, cuevas copadas de erizos y grandes bancos de peces que indican la riqueza de un litoral donde, poco antes de que llegaran los turistas, se pescaba a copo halando las redes desde tierra.
Para comer y dormir, el sitio es Los Patios (www.lospatioshotel.es), un cortijo rehabilitado cerca del Playazo, donde el lujo es que se apuesta por lo simple y lo ecol¨®gico. Tiene ocho habitaciones (algunas con patio propio) y un restaurante gourmet. Tampoco queda lejos la posada El Ajillo (www.posadaelajillo.com), cuyo restaurante es el ¨²nico del parque en que se puede degustar la cocina tradicional almeriense (trigo, gurullos, andrajos, cuajadera de pescado¡) sin tener que encargarla d¨ªas antes, como si fuese un extravagante manjar japon¨¦s.
04 Los Toros
LA ISLETA DEL MORO
Nadie sabe decir qu¨¦ toros dieron nombre a esta cala, y es dif¨ªcil de creer que alguna vez los hubiera en el cabo de Gata, pero una manada de miuras no sorprender¨ªa tanto al caminante como el bosque de palmeras y pinos carrascos que se encuentra bajando por el barranco del Negro, justo antes de desembocar en la playa. Una arboleda en esta esquina des¨¦rtica del mapa es algo muy extra?o, casi paranormal. Entre La Isleta del Moro y el mirador de la Amatista, en el kil¨®metro 7,9 de la carretera ALP-826, hay un ensanchamiento donde se puede aparcar para descender en un cuarto de hora a esta cala de arenas negras, como reci¨¦n escupidas por los volcanes que reventaron la zona hace 10 millones de a?os, y de ricos fondos marinos, poblados por majestuosos meros y praderas de posidonias. Antes o despu¨¦s se ha de visitar La Isleta del Moro, la aldea de sabor m¨¢s marinero de la comarca, y comer en el restaurante La Ola (www.restaurantelaola.es), donde los pescados llegan coleando, porque tiene barco propio.
05 Cala del Lance
SAN JOS?
Al sur de San Jos¨¦ (no es ning¨²n secreto) se suceden las playas m¨¢s guapas del parque natural, calas y dunas del primer d¨ªa festivo del mundo, cuando Vulcano, Eolo y Neptuno se sentaron a contemplar extasiados su obra. Caminando desde el aparcamiento de la playa de los Genoveses, por el sendero que bordea los acantilados, se llega en tres cuartos de hora a la cala del Lance, inconfundible por las columnas de basalto que afloran en mitad de la arena, como un ¨®rgano de viento petrificado. En ning¨²n otro lugar es tan evidente el pasado volc¨¢nico de esta costa, la huella de las explosiones y los r¨ªos de lava. Es como pasear y ba?arse dentro de un cr¨¢ter.
Para llevar a la playa son perfectos los 20 bocadillos distintos que hacen en Bocata y Fuga, en San Jos¨¦ (Correos, 16). Luego, un sitio que se ha vuelto imprescindible para cenar de picoteo es el bar Iru?a (Camino del Puerto, 46): croquetas de bacalao, secreto, lomo de sardina marinado¡
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