Gehry tropical en Panam¨¢

Panam¨¢ surgi¨® del mar hace tres millones de a?os, cuando el choque de placas tect¨®nicas tendi¨® un puente de sedimentos, arena y lodo entre Am¨¦rica del Norte y Sudam¨¦rica. El mismo istmo que parti¨® en dos el mar, convirti¨¦ndose en barrera entre el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico, permiti¨® que zarig¨¹eyas y armadillos viajaran hacia el Norte y que pumas y llamas se desplazaran hasta el Sur. M¨¢s all¨¢ de hacer posible lo que se conoce como el Gran Intercambio Americano, el istmo de Panam¨¢ cambi¨® el mundo: desvi¨® corrientes, alter¨® la salinidad del Atl¨¢ntico y suaviz¨® el clima en el norte de Europa. Hoy un museo ubicado en ese lugar, justo donde el canal de Panam¨¢ alcanza el Pac¨ªfico, quiere contar esa historia remont¨¢ndose millones de a?os. Y lo hace con los fuegos de artificio de un proyecto arquitect¨®nico de Frank Gehry, el primer edificio tropical del autor del Guggenheim de Bilbao.

Conocer esa historia convenci¨® a Gehry para construir en Panam¨¢, ¡°un pa¨ªs sin continuidad entre las legislaturas pol¨ªticas¡±. Lo explica el arquitecto local Patrick Dillon, que ha trabajado con el californiano levantando el museo. Esa inestabilidad hizo que, pese a tener familia en el pa¨ªs ¡ªBerta, su mujer, es paname?a¡ª, Gehry desconfiara de construir all¨ª. Las explicaciones del ge¨®logo Anthony Coates y el acuerdo de crear una fundaci¨®n para que el museo no dependiera de los Gobiernos ¡ªa pesar de estar financiado por ellos¡ª convencieron al arquitecto. Hoy, con el edificio reci¨¦n estrenado, ya pueden visitarse cinco de las ocho exposiciones que tendr¨¢, un trabajo del dise?ador canadiense Bruce Mau.

Abierto y ventilado

Del tr¨®pico, es decir, del lugar, hablan en alto los vibrantes colores elegidos para colorear el proyecto. Sin embargo, son las salas abiertas y ventiladas, conectadas con el parque que rodea el museo, las que definen el clima c¨¢lido y h¨²medo de la costa pac¨ªfica. As¨ª, si el interior del Biomuseo (o Museo de la Biodiversidad en Panam¨¢) ofrece un viaje al pasado, su ubicaci¨®n quiere indicar un camino al futuro, una alternativa al acelerado crecimiento de la ciudad de Panam¨¢. Lo cuenta Dillon, un paname?o de origen norteamericano nacido en la zona del canal que defiende el uso de materiales locales y el reciclaje. Coincidi¨® con Gehry en 1997 durante un foro en el que se discut¨ªa qu¨¦ hacer con las ¨¢reas revertidas (las antiguas zonas norteamericanas del canal que fueron devolvi¨¦ndose a Panam¨¢ desde finales de los a?os setenta). El 31 de diciembre del 1999 se devolvi¨® la ¨²ltima de estas bases. Y hoy es all¨ª, en ese antiguo terreno recuperado del Fuerte Amador, donde brilla el museo de Gehry. Est¨¢ solo, el barrio no se ha desarrollado todav¨ªa y en la zona apenas hay un turismo de playa tranquilo que se aloja en hoteles peque?os. Esto hace que el proyecto ofrezca otra cara, que contraste con el gran desarrollo urban¨ªstico que ha vivido la ciudad de Panam¨¢ convertida en un gran bosque de rascacielos en la ¨²ltima d¨¦cada. Sin embargo, el efecto de esa ubicaci¨®n despejada hace tambi¨¦n que el espect¨¢culo arquitect¨®nico se convierta en un mero broche del espect¨¢culo geogr¨¢fico natural.

Gehry fue el primero en aplaudir ese panorama. Aparentemente naif, coloreado y met¨¢lico ¡ªcomo los miles de contenedores que, apilados en el puerto comercial de la ciudad, forman un paisaje de Lego¡ª, el museo es un ejercicio de arquitectura compleja realizado con crudeza, sin materiales sofisticados y con ajuste presupuestario.

?C¨®mo ha conseguido Gehry construir m¨¢s barato? El arquitecto conoce bien el lugar: lleva 30 a?os viajando a Panam¨¢. Opt¨® por los materiales con los que los locales est¨¢n acostumbrados a trabajar: hormig¨®n y acero estructural. El edificio es llamativo y tiene el sello Gehry: una geometr¨ªa complicada ¡°que nadie en Panam¨¢ ha hecho ni ha so?ado hacer con estos materiales ordinarios¡±, dice Dillon. Eso abarata, pero tambi¨¦n complica. No ha sido f¨¢cil y hubo retrasos no derivados de problemas arquitect¨®nicos. El resultado es un museo que es a la vez Gehry y el lugar. Frente a los rascacielos que repiten continuamente la misma planta, el museo quiere ser una inyecci¨®n de diferencia y optimismo. Indica otra v¨ªa de crecimiento para una ciudad que no puede seguir acumulando edificios en altura sin asegurar primero calles habitables.

En este mismo sentido, Dillon destaca otro gran proyecto: el metro, ¡°que cambiar¨¢ la manera de vivir la ciudad¡±. Ya est¨¢ concluida la primera de cuatro l¨ªneas. ¡°El bosque de rascacielos es invivible. La ciudad de Panam¨¢ no tiene aceras, crece sobre aparcamientos. Le faltan los peatones. Pero el metro sustituir¨¢ a la calle¡±, opina. Y no le falta raz¨®n: las entradas y salidas del suburbano ya se est¨¢n convirtiendo en plazas p¨²blicas.

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