India desde el tren
El destino es lo de menos en esta aventura ferroviaria de 18 horas partiendo de Nueva Delhi
El plan es sencillo: sumergirnos en un viaje alucinante a bordo de un ferrocarril indio. ?El destino? El destino es lo de menos porque, esta vez, la verdadera aventura es el viaje en s¨ª.
Cuando el sol ti?e de rojo los cielos y los edificios bajos de Nueva Delhi comienzan a sumergirse en la penumbra, la estaci¨®n de trenes Delhi Main se encuentra atestada de gente. Nada m¨¢s poner un pie en el vest¨ªbulo de entrada te embarga un aroma a picante, sudor, metal y ceniza. En medio de esta enorme sala te topas con muchos viajeros durmiendo sobre el duro suelo, junto a equipajes tan grandes como un coche utilitario. Aparentan llevar varias semanas en el mismo metro cuadrado.
El tren espera en el and¨¦n, a la luz de amarillenta de unos desvencijados fluorescentes. Una vez dentro, hay algo de atasco en el pasillo del vag¨®n porque los viajeros tardan un mundo en colocar sus pertenencias y aposentarse. Los viajes pueden durar varios d¨ªas y por eso algunos de ellos se dedican a ornamentar su rinc¨®n con objetos decorativos, amuletos, fotograf¨ªas, etc¨¦tera.
Al llegar por fin a tus asientos en clase Sleeper, tambi¨¦n conocida como cuarta categor¨ªa, descubres las grandes comodidades que pone a disposici¨®n del viajero: ventanas sin cristales, maderas forradas con piel sint¨¦tica a modo de colch¨®n y alg¨²n que otro rat¨®n. Solo quedan 18 horas por delante.
A lo largo de todo el trayecto, en cada una de las incontables estaciones en las que se detiene el convoy, un vendedor ambulante pasa ofreciendo samosas y chai. Un consejo: si te decides por alguna de las sabrosas empanadillas, no olvides rechazar el picante o no podr¨¢s degustar el manjar; la lengua dormida no distingue bien los sabores.
La noche avanza y, en un momento determinado, optas por subir a la litera de la parte superior que cuelga de unas oxidadas cadenas que transmiten muy poca confianza. Abrazado a tu mochila tratas de conciliar el sue?o. Es dif¨ªcil cuando el tren se detiene cada 40 minutos y los viajeros se apean haciendo el m¨¢ximo ruido posible. En ese momento recuerdas otro de los consejos imprescindibles para esta odisea ferroviaria: tapones para dormir.
Con las primeras luces del alba, los vendedores vuelven a cobrar protagonismo a base de t¨¦ de canela y dulces de coco. El desayuno indica la proximidad de nuestro destino y el fin de la aventura. A pesar de que a los viajeros ya no se les permita viajar sobre el techo, los trenes indios contin¨²an siendo toda una experiencia.
Antes de subir a bordo...
La red ferroviaria india es, en la actualidad, una de las infraestructuras que mejor funcionan a nivel estatal. Los trenes suelen ser bastante puntuales y much¨ªsimos usuarios emplean este medio de transporte, que tiene un precio asequible y es mucho menos peligroso que las alocadas carreteras del pa¨ªs asi¨¢tico.
Los trenes van llenos, as¨ª que la masificaci¨®n obliga a tener que reservar los billetes con una antelaci¨®n considerable. No obstante, algunos vagones tienen sitios destinados exclusivamente a turistas y, gracias a ello, las agencias de viaje pueden encontrar plazas disponibles hasta pocos d¨ªas antes de la partida del tren. Eso s¨ª, resulta recomendable subir con tiempo al tren para encontrar nuestras plazas reservadas.
Probablemente, el vag¨®n de un tren es el lugar m¨¢s inseguro de India en cuanto a hurtos, as¨ª que hay que llevar todos los objetos bien controlados, no abandonar nunca nuestras pertenencias m¨¢s valiosas y no dejar dispositivos electr¨®nicos a la vista.
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