La raya y el erizo
Castillos, juder¨ªas y ciudades fortificadas en la frontera entre Espa?a y Portugal. Un testimonio de compleja vecindad
El puente de Ayuda, sobre el Guadiana, es el s¨ªmbolo de las relaciones entre Portugal y Espa?a, pa¨ªses separados por m¨¢s de mil kil¨®metros de una frontera que, sin embargo, se conoce con un nombre coloquial m¨¢s cercano: La Raya, o A Raia (en portugu¨¦s). Hasta comienzos del siglo XVIII, la poderosa estructura del puente hizo posible la comunicaci¨®n directa entre Elvas (Portugal) y Olivenza (Espa?a), las dos plazas fuertes de la frontera. Semidestruido en 1709 durante la Guerra de Sucesi¨®n espa?ola, encarn¨® una peculiar relaci¨®n entre ambos pa¨ªses, mezcla de proximidad y distanciamiento. De hecho, solo hace pocos a?os, al ser construido un puente moderno a dos pasos del anterior, ha sido restablecido el enlace directo entre aquellas dos ciudades. Y aun cuando el ¨²ltimo enfrentamiento armado se remonte a 1801, de norte a sur, sobre todo del lado portugu¨¦s, una pl¨¦yade de castillos y ciudades fortificadas recuerda ese pasado conflictivo, cuyos principales hitos fueron la guerra de independencia portuguesa de la d¨¦cada de 1380 y la ¡°de recuperaci¨®n¡± que a partir de 1640 rompe la uni¨®n con la Espa?a de Felipe IV. De ah¨ª que sea ¨²til la figura del erizo para calificar el legado en Portugal de esos enfrentamientos y de la consiguiente sensaci¨®n de desconfianza.
Hoy, esa siembra de castillos no evoca la guerra, sino la tranquilidad y el silencio. Sus arquitecturas diferenciadas permiten ponerles fecha y estilo, pero cuentan m¨¢s las variantes de paisajes ondulados que los rodean, con tonalidades que mutan al discurrir el a?o. Acaba importando poco que unas pertenezcan a las 55 fundaciones decididas por el rey Dinis, a fines del siglo XIII, o que resulten del tipo de fortificaci¨®n en estrella adoptado en los siglos XVII y XVIII. Cada una forma parte de una secuencia sin rupturas. Apenas franqueada la frontera por Fuentes de O?oro (Salamanca) y Vilar Formoso, encontramos a la derecha dos ciudades fortificadas, Almeida y Trancoso, y a la izquierda, el peque?o castillo medieval de Castelo Mendo, envuelto por el racimo de casas apenas habitadas sobre un primer paisaje espl¨¦ndido. El castillo de Marialva, algo m¨¢s lejos, a?ade el atractivo propio de las ruinas rom¨¢nicas. En Almeida, el prolongado tiempo de paz ha hecho que la estrella de murallas se haya conservado como en tiempo de las guerras napole¨®nicas, mientras el sosiego sigue dominando la vida de sus habitantes.
Trancoso
El contraste es claro con la mayor vitalidad que muestra cerca de all¨ª Trancoso, situada unos kil¨®metros hacia el interior. Las huellas del pasado tambi¨¦n pueden apreciarse aqu¨ª, con pa?os de la muralla que se mantienen intactos en torno a un hermoso castillo en el que se alza la torre del homenaje, de ¨¦poca musulmana. La ciudad exhibe un curioso componente popular con el monumento a un zapatero profeta, de nombre Gon?alo Anes, Bandarra, que tuvo serios problemas con la Inquisici¨®n, cuya presencia en la zona debi¨® ser intensa por la importancia de la poblaci¨®n judaica. De esto ha quedado huella en la llamada Casa del Gato Negro, vivienda de un rabino que inscribi¨® en su fachada bajorrelieves con la representaci¨®n del Le¨®n de Jud¨¢ y de las puertas de Jerusal¨¦n. Como contrapartida, en Trancoso y en otros lugares, cruces grabadas en puertas o fachadas se?alan peyorativamente la condici¨®n de cristiano nuevo del vecino. Al margen de la historia, junto a la Puerta del Rey encontramos un buen lugar para adquirir embutidos y conservas de alta calidad procedentes de la comarca.
Belmonte
La juder¨ªa de Trancoso es una m¨¢s de las que proliferan al oeste de La Raya, haciendo posible un recorrido tem¨¢tico de gran inter¨¦s. Su hito fundamental es Belmonte, pueblo con un pasado excepcional situado sobre la autov¨ªa entre Guarda y Castelo Branco, hermoso tanto por su castillo como por su barrio jud¨ªo. La persecuci¨®n inquisitorial fue mucho m¨¢s d¨¦bil en Portugal que en Espa?a, donde no qued¨® casi rastro de los judaizantes. En Belmonte, los cristianos nuevos se mantuvieron fieles a su fe hasta que en el siglo XX pudieron salir a la luz p¨²blica. Un emocionante museo hebraico evoca su larga marcha en la oscuridad, e incluso hay en la localidad una carnicer¨ªa kosher. M¨¢s de cien kil¨®metros hacia el Sur, en Castelo de Vide, centro de recepci¨®n para los jud¨ªos espa?oles en 1492, una sinagoga redescubierta sirve de memorial en el coraz¨®n de la juder¨ªa, pero la comunidad hebraica ha desaparecido. De Belmonte hacia La Raya con Espa?a se suceden los castillos g¨®ticos, fruto de la preocupaci¨®n del rey Dinis a fines del siglo XIII por asegurar sus conquistas sobre Le¨®n. El de mayor atractivo es Sortelha, prototipo de peque?a fortaleza defensiva instalada sobre un roquedal. Destacan all¨ª los excelentes platos de caza ofrecidos por el restaurante situado dentro del recinto.
Monsanto
Hay tres grandes momentos en el recorrido fronterizo de Norte a Sur: el castillo de Monsanto y las poblaciones fortificadas de Marv?o y Monsaraz. Tal vez Monsanto sea lo m¨¢s impresionante como construcci¨®n, con la fortaleza templaria coronando la pir¨¢mide de rocas sobre la cual se insertan literalmente las casas del pueblo. Desde abajo, los muros del castillo resuelven en su linealidad el puzle ascendente en el cual encajan los bolones del berrocal. En las viviendas locales, esas mismas superficies gran¨ªticas sirven de pared a los dormitorios o de separaci¨®n en los pasillos.
Marv?o
Marv?o, a casi mil metros de altura, representa la grandiosidad. En d¨ªas claros, la vista sobre las tierras de C¨¢ceres ¡ªal este¡ª y sobre el centro de Portugal ¡ªal oeste¡ª se extiende hacia el infinito y puede ser contemplada desde distintos ¨¢ngulos. Dentro de los muros, las calles de casas blancas se dirigen al castillo instalado sobre los canchos, a cuya entrada una impresionante cisterna asegura el agua al conjunto. Los alojamientos, con el inevitable rey Dinis por emblema, son de buen precio y c¨®modos, y tienen el complemento de una sabrosa restauraci¨®n basada en la caza de la zona.
Monsaraz
Al sur, el recinto de Monsaraz es m¨¢s reducido. Al igual que Marv?o, la fortaleza es el n¨²cleo del que dependieron las poblaciones en el llano. Si un centenar de almas habitan el fuerte de Marv?o, el de Monsaraz est¨¢ a¨²n menos poblado. El aliciente intramuros es aqu¨ª una curiosa pintura del siglo XV, de ingenuo naturalismo, donde se distingue el buen juez del malo, que dicta sentencias recibiendo perdices de las partes. Pero cuenta sobre todo con un paisaje que en d¨ªas de sol se torna esplendoroso, al prolongar la vista sobre el extens¨ªsimo e irregular embalse sobre el Guadiana, llamado por los locales lago de Alqueva. En el descenso de Monsaraz resulta f¨¢cil dar con menhires y cromlechs (como en los alrededores de Marv?o). La poblaci¨®n en el llano, Reguengos de Monsaraz, es la cabeza de la m¨¢s famosa comarca de vi?edos de la regi¨®n del Alentejo, con una hacienda documentada desde el siglo XIII y hoy bajo gesti¨®n australiana. Por fin, desde Monsaraz, o desde la vecina fortaleza de Mour?o, el viaje puede continuar hacia el Sur, en busca de Moura, una preciosa poblaci¨®n de casas blancas con las correspondientes leyendas sobre un pasado musulm¨¢n y un pozo ¨¢rabe verdadero en la calle de la Morer¨ªa. Moura es cabeza de una comarca ole¨ªcola, lo que influye sobre la gastronom¨ªa local: en el restaurante m¨¢s recomendado por las gu¨ªas, su plato estrella, el bacalao al horno, nada en un verdadero mar de aceite.
Olivenza
Volviendo hacia el eje de caminos que enlaza con la frontera de Badajoz hay dos sorpresas a ambos lados de La Raya. Hacia el Este, la historia ha hecho una jugada al ofrecer en territorio espa?ol las m¨¢s bellas expresiones de arte portugu¨¦s en el espacio fronterizo. A lo largo de cinco siglos, de 1297 a 1801, la pacense Olivenza fue portuguesa. Su fortaleza era una cabeza de puente allende el Guadiana (que encerraba a Badajoz en una pinza con Elvas) dotada de una impresionante red de modernas fortificaciones. Desde entonces, la configuraci¨®n portuguesa de Olivenza se ha mantenido en el trazado urbano, con presencias manuelinas en las iglesias y culminaci¨®n en la capilla de la Misericordia, una joya decorada en el siglo XVIII integrando azulejos historiados y altares joaninos. El conjunto es excepcional. Olivenza es tambi¨¦n una ciudad para comer muy bien, con generosas tapas, exuberantes tiendas de embutidos y un extra?o dulce de nombre t¨¦cula m¨¦cula.
Vila Vi?osa
Su contrapunto, al otro lado de La Raya, es la localidad de Vila Vi?osa. A sus puertas est¨¢ Borba, sede de la mayor cooperativa vin¨ªcola del pa¨ªs, con algunas tiendas de antig¨¹edades y una curiosa tasca donde el comensal puede enfrentarse con los platos alentejanos m¨¢s contundentes. Lo contrario de la elegante pousada que en Villaviciosa ¡ªnombre en castellano¡ª acompa?a al gran palacio ducal de los Braganza, cuya estrat¨¦gica localizaci¨®n hubiera debido servir de advertencia a los reyes de Espa?a. Fue all¨ª donde el duque Juan acept¨® la corona frente a Felipe IV en 1640. Para interesados en la historia, su visita guiada es ¨²til. Aunque menos fascinante que recorrer los castillos constituidos en erizo protector junto a La Raya.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Complutense de Madrid.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Avanza (www.avanzabus.com) viaja en autob¨²s de Madrid a Badajoz desde 62,95 euros ida y vuelta.
? Damas (www.damas-sa.es) enlaza en autob¨²s Badajoz con Olivenza por 3,76 euros ida y vuelta.
? Turismo de Portugal (www.visitportugal.com).
? Turismo del Alentejo (www.visit?alentejo.pt).
? Turismo de Olivenza (www.ayuntamientodeolivenza.com).
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