R¨®terdam experimental
Un festivo mercado y un rascacielos triple, nuevos iconos urbanos
R¨®terdam es el mayor puerto de Europa, la metr¨®polis m¨¢s osada de los Pa¨ªses Bajos. Su ¨²ltima transformaci¨®n la ha convertido adem¨¢s en una de las mecas arquitect¨®nicas de Europa. Entre los nuevos rascacielos del barrio de Kop van Zuid, en la orilla sur del r¨ªo Maas ¡ªla antigua pariente pobre de la ciudad¡ª, se citan hoy los nombres de reputados arquitectos: de ?lvaro Siza a Renzo Piano, pasando por Norman Foster, Mecanoo, o, por supuesto, el gran gur¨² local Rem Koolhaas. Entre los rascacielos de esa nueva orilla, OMA, el despacho de Koolhaas, ha erigido De Rotterdam, una nueva tipolog¨ªa que ¨¦l mismo ha definido como un edificio-ciudad.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
Oficina de turismo de Holanda (www.holland.com/es).
Oficina de turismo de R¨®terdam (es.rotterdam.info).
Markthal (www.markthal.nl). Ds. Jan Scharpstraat, 298.
OMA (www.oma.eu).
No le falta raz¨®n. Las tres torres interconectadas dan cobijo diario a m¨¢s de 5.000 personas. De ah¨ª el nombre del rascacielos triple, que remite al barco que durante d¨¦cadas parti¨® de ese muelle para llevar a Estados Unidos a miles de emigrantes. Hoy, frente al puente Erasmus ¡ªdise?ado por Ben van Berkel¡ª, el nuevo coloso resulta tan elegante como inquietante. Sus tres torres (de 44 plantas y 150 metros de oficinas, apartamentos y el hotel NHow) tienen los cuerpos desplazados, de modo que se leen como seis ¡ªtres apiladas sobre otras tres¡ª. O tambi¨¦n pueden entenderse como un gran muro que, eso s¨ª, se puede atravesar. El turista puede circular por los vest¨ªbulos de los inmuebles, y los hu¨¦spedes del hotel pueden ver c¨®mo trabajan los oficinistas al tiempo que disfrutan de las mejores vistas sobre el centro al otro lado del r¨ªo. El gigantesco inmueble resume la receta de Koolhaas para el futuro de las ciudades: la hiperdensidad. Y as¨ª, entre experimento y osad¨ªa, se ha convertido ya en el nuevo icono de la ciudad.
El experimento parece estar en el ADN de R¨®terdam (una ciudad donde se estren¨® la primera calle peatonal de Europa, en 1953, y donde tambi¨¦n se construy¨® la primera l¨ªnea de metro holandesa).
As¨ª, la estaci¨®n central es la primera que informa del gran cambio que est¨¢ transformando la ciudad. Inaugurada hace poco m¨¢s de un a?o, la altura monumental del vest¨ªbulo vac¨ªo y la madera que lo abriga hablan en esta nueva puerta de acceso: un umbral c¨¢lido y monumental que da la bienvenida a la ciudad cambiante. Sus autores ¡ªBenthem and Crouwel¡ª realizaron otras estaciones y una terminal en el aeropuerto de Schiphol, pero son recordados por la ampliaci¨®n en forma de ba?era gigante que perpetraron en el Stedelijk Museum de ?msterdam. Otro gesto rotundo, de la cubierta, indica aqu¨ª el camino hacia el coraz¨®n de la ciudad.
Aunque el lugar que ocupa sea antiguo, ese coraz¨®n es nuevo. La plaza Biennenrotte ¡ªque acoge mercados al aire libre desde el siglo XIII¡ª fue arrasada en los 15 minutos en que las tropas alemanas bombardearon la ciudad en la tarde del 14 de mayo de 1940. Las fotograf¨ªas tomadas tras la limpieza de escombros lo dejan claro. La ciudad casi desapareci¨®. Casi: la iglesia g¨®tica de San Lorenzo, el ¨²nico edificio medieval levantado en piedra en 1449, ha visto la transformaci¨®n de la plaza. Y de la ciudad.
El ¨²ltimo en llegar es, precisamente, un nuevo mercado, hijo de otro estudio local pero internacional que ech¨® los dientes en esta ciudad mutante. Los tres socios de MVRDV han hecho un exterior que es interior, han levantado el pavimento para formar una monta?a de pisos, comercios y puestos de mercado. El nuevo inmueble no tiene nada que ver con las sucesivas vanguardias arquitect¨®nicas que han ido dejando su huella en R¨®terdam. Ni remite al neoplasticismo del cercano caf¨¦ Unie (el ¨²nico proyecto de Theo van Doesburg reconstruido), ni habla el lenguaje cubista de las famosas casas de Piet Blom, que pueden visitarse. El nuevo mercado recuerda m¨¢s a una cueva que a un edificio. Sin embargo, ha inyectado vida a una ciudad de por s¨ª din¨¢mica y vitalista. Sus 670.000 habitantes parecen estar todos por la calle. El mercado se hace eco de esa intensidad. Austero, redondeado, el inmueble arropa una falsa vida exterior y explota en un osado interior decorado con una impresi¨®n fotogr¨¢fica de gambas, coliflores, manzanas y pescados.
Ese exceso de flores, frutas y verduras, que entran por los ojos, abruman todos los sentidos y parecen caer del cielo.
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