Colores y brumas de Munch
Visita en Oslo a la pinacoteca dedicada al artista noruego, al Museo Nacional y a otros enclaves relacionados con su vida y obra, como su estudio sobre una colina
Lo primero que llama la atenci¨®n a quienes visitan Oslo por primera vez son las nubes de bosques verdes salpicados del azul de los lagos, una impactante vista de la naturaleza que a un viajero del sur de Europa le certifica que va a aterrizar en un mundo muy diferente. El propio aeropuerto internacional de Gardemoen, revestido de madera por suelo y paredes en sus espacios de tr¨¢nsito, es todo un s¨ªmbolo del paisaje de fiordos, islotes, r¨ªos y monta?as en el que el viajero va a adentrarse. Se entiende que los noruegos, pese a la dureza del clima y de los largos y oscuros inviernos, acaben volviendo casi siempre a su lugar de origen por mucho que hayan viajado.
Uno de sus m¨¢s ilustres y admirados vecinos, Edvard Munch (L?ten, 1863-Ekely, 1944), fue uno de tantos de los que salieron del pa¨ªs en su juventud para completar su preparaci¨®n (Par¨ªs fue un destino repetido) y que eligieron Berl¨ªn para vivir sus a?os de bohemia y conectar con las vanguardias internacionales. Pero en los a?os de madurez personal y art¨ªstica escogi¨® su paisaje natal para vivir hasta el final de sus d¨ªas.
Las huellas de Edvard Munch siguen m¨¢s vivas que nunca en Oslo, ciudad a la que se traslad¨® su familia cuando solo ten¨ªa un a?o. Hijo de un m¨¦dico militar y de una criada profundamente religiosos, segundo de cinco hermanos, la muerte de su madre a consecuencia de la tuberculosis cuando ¨¦l ten¨ªa cinco a?os le produjo un p¨¢nico hacia la enfermedad que le marcar¨ªa toda su vida; un terror que se acrecent¨® con la muerte tambi¨¦n de tuberculosis de su hermana Johanne Sophie, a los quince a?os. El propio Edvard fue un ni?o enfermizo que sufri¨® fiebre asm¨¢tica cr¨®nica, ataques graves de fiebre reum¨¢tica y, ya en la edad adulta, una crisis mental agudizada por el alcoholismo y el juego que le hizo ingresar durante ocho meses en un sanatorio mental en Copenha?gue. El terror a la enfermedad fue tal que desde muy joven decidi¨® que jam¨¢s tendr¨ªa hijos que heredaran sus genes enfermos; algo que influir¨ªa en su tormentosa relaci¨®n con las mujeres. Todo ello se incorpora en los grandes temas que Munch desarroll¨® a lo largo de su vida en su ampl¨ªsima producci¨®n, de la que el grueso fue donado por ¨¦l a su ciudad: 1.106 pinturas, 15.391 grabados y 4.443 dibujos y acuarelas, propiedad del Museo Munch de Oslo, una visita imprescindible que se complementa con la veintena de obras maestras del artista que se conservan en el Museo Nacional.
El Museo Munch, abierto en 1963, ahora un tanto alejado del centro y rodeado de espl¨¦ndidos bosques, va a cambiar de emplazamiento. La necesidad de un lugar m¨¢s seguro se plante¨® cuando en agosto de 2004 dos ladrones se llevaron a la vista de todo el mundo dos de sus obras m¨¢s famosas: El grito y la Madonna, felizmente recuperadas dos a?os despu¨¦s.
El nuevo hogar de Munch empezar¨¢ a ser construido este verano por el arquitecto espa?ol Juan Herreros, en lo que se conoce como La Ciudad de los Fiordos, en pleno Oslo moderno, en la pen¨ªnsula de Bjorvika, junto al espectacular teatro de la ¨®pera dise?ado por el estudio Sn?hetta, Premio Mies van der Rohe en 2009. La obra de Herreros, consensuada con las asociaciones ciudadanas locales desde que gan¨® el concurso internacional en 2009, ocupar¨¢ 24.000 metros cuadrados repartidos en 13 plantas. La mitad est¨¢ dedicada a espacio expositivo y el resto a biblioteca, auditorio, archivo, centros de reuni¨®n y, entre otras cosas, un taller de restauraci¨®n que podr¨¢ ser visto por los visitantes a trav¨¦s de las paredes de cristal. En 2019 est¨¢ prevista la inauguraci¨®n del nuevo museo.
Lo del taller de restauraci¨®n a la vista no es un capricho del arquitecto. Como explica Paloma Alarc¨®, comisaria de la gran exposici¨®n que el Museo Thyssen de Madrid dedicar¨¢ al maestro noruego a partir del 5 de octubre, Munch sol¨ªa pintar al aire libre y dejar sus obras en cualquier sitio y de cualquier manera. Por ello, gran parte de la donaci¨®n no estaba en condiciones ¨®ptimas cuando la recibi¨® el Ayuntamiento, por lo que al taller no le falta trabajo.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Centro de Arquitectura y Dise?o Doga (doga.no).
? Trienal de Arquitectura en Oslo (www.oslotriennale.no).
? El Grito de la Naturaleza (thescreamfromnature.com).
? Museo Munch (munchmuseet.no).
? Museo Astrup Fearnley (afmuseet.no).
? Museo Nacional (www.nasjonalmuseet.no).
La ciudad mantiene y cuida cada rinc¨®n relacionado con Munch. Uno muy especial es el lugar que adquiri¨® y utiliz¨® despu¨¦s de decidir que se instalar¨ªa definitivamente en Oslo. Es el estudio de EKely, ubicado en lo alto de una colina. Desde all¨ª, dicen que oy¨® los alaridos de la mujer que pint¨® en El grito. Probable, si se piensa que hab¨ªa un centro psiqui¨¢trico cerca, pero dif¨ªcil de creer para los que opinan que su famosa obra es un compendio de sus angustias vitales y que la pint¨® en Berl¨ªn. Porque, como ¨¦l mismo dijo: ¡°No pinto lo que veo, sino lo que vi¡±.
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