Berl¨ªn, capital del cuero
La ciudad cuenta con un vibrante circuito de clubes especializados en fantas¨ªas fetichistas
¡°?Te gustar¨ªa organizar una org¨ªa en tu casa pero no tienes espacio suficiente? No te preocupes. Contacta con nosotros y te reservamos un espacio en nuestro local de manera gratuita para ti y tu fantas¨ªa personal¡±. La manifiesta naturalidad de este anuncio perteneciente al Club Culture Houze (G?rlitzer Strasse, 71), en Kreuzberg, da buena cuenta de la actitud con la que Berl¨ªn se toma lo que en muchos otros lugares resultar¨ªa tab¨². La capital alemana, reconocida en todo el mundo como un s¨ªmbolo de tolerancia, celebra el fetichismo en todas sus variantes a plena luz del d¨ªa, en clubes especializados, ferias profesionales y fiestas multitudinarias.
Par¨ªs es la ciudad de la luz y Berl¨ªn la del cuero. En ella, difuminar las barreras sexuales en cincuenta tonos de gris tras las puertas del c¨¦lebre Kit Kat Club (K?penicker Strasse, 76) resulta para algunos una opci¨®n tur¨ªstica casi tan obvia como visitar Legoland con toda la familia. Incluso el escaparate de una aparentemente inofensiva tienda de zapatillas deportivas en Mehrigndamm (Just Sneakers) juega con un evidente subtexto sexual. Durante el d¨ªa, los gigantescos stilettos retratados por Helmut Newton no abandonan los museos y cafeter¨ªas m¨¢s sofisticadas de la capital. Es durante las primeras horas de la noche cuando el club Lab.oratory despliega un diverso cat¨¢logo de parafilias en forma de fiestas tem¨¢ticas en el s¨®tano de Berghain, la discoteca techno m¨¢s c¨¦lebre y transitada del mundo. Algunos s¨¢bados est¨¢n dedicados a la ropa deportiva o a la lluvia dorada y varios domingos se debe acudir con traje de oficina. En muchos de los casos, un estricto c¨®digo de vestimenta decide si se aprueba o deniega el acceso al para¨ªso del fetichismo. Practicarlo no es obligatorio, pero s¨ª lo es vestir como si se fuera a hacerlo.
No hay otra ciudad europea donde la escena fetish est¨¦ tan integrada, hasta el punto de formar parte de su mercado inmobiliario. En la web Mineshaft se alquilan por d¨ªas apartamentos con cuarto de juegos para visitantes y locales. Son modelos de pisos para dos personas que incluyen todo lo necesario para un amante del BDSM (bondage, disciplina, sadismo y masoquismo) que coma al menos un par de veces al d¨ªa: frigor¨ªfico, microondas y utensilios de cocina, adem¨¢s de cama bondage, espejo superior, cruz de San Andr¨¦s (anclada en la pared en forma de X), m¨¢scaras, dildos y port¨¢til con webcam. Todo ello a un precio de 130 euros por noche. Son apartamentos que pasan desapercibidos en cualquier bloque de viviendas de calles como la Motzstrasse y quien los ocupa resulta un miembro m¨¢s del vecindario, en el barrio de Sch?neberg. Se trata de una actividad discreta pero en ning¨²n caso clandestina, como demuestran los peque?os comercios de la zona. Muy cerca se puede encontrar una sucursal de RoB, algo as¨ª como el H&M del cuero y el l¨¢tex, que compite en los alrededores de Nollendorfplatz con las prendas de la tienda Sling King y la oferta algo m¨¢s casual de Boyz 'R' Us.
Una industria de ocio
El fetichismo atrae visitantes y con ellos llega la profesionalizaci¨®n y el negocio. Cada mes de mayo, el German Fetish Fair presenta la oportunidad de adquirir antes que nadie las ¨²ltimas tendencias y las mayores extravagancias en la moda BDSM, accesorios para los amantes del kink y mobiliario con el que construir fantas¨ªas sexuales en un playroom a medida. Se trata de un encuentro entre vendedores, comerciales, fabricantes y su p¨²blico objetivo. El punto fiestero no puede faltar en Berl¨ªn y por eso la feria profesional viene siempre acompa?ada del German Fetish Ball Weekend, en el que m¨¢s de 2.000 personas se pasan todo un fin de semana celebrando su libertad sexual. Pero la verdadera fiesta ocurre en septiembre, cuando el vinilo y las fustas pasean por las calles durante el Folsom Europe, que atrae a 20.000 visitantes cada edici¨®n. La celebraci¨®n, en referencia al festival callejero de San Francisco, reivindica la cultura y pr¨¢ctica sadomasoquista con la misma normalidad con la que d¨ªas despu¨¦s el Oktoberfest lo hace con la cerveza. En vez de puestos con jarras, botellines y currywurst, en este evento, dedicado casi en exclusiva al p¨²blico gay, los esclavos esperan a cuatro patas en celdas min¨²sculas a que sus amos les saquen a pasear con una correa a lo largo de la Fuggerstrasse.
Las caras de Lady Stella
Rubia, con el pelo tirante hacia atr¨¢s, labios rojos y nariz prominente, la dominatrix Lady Stella espera en el club Avalon, cerca de Spandau, para demostrar que ¡°la pasi¨®n tiene m¨²ltiples caras; algunas son crueles, otras juguetonas, irracionales o fr¨ªvolas. Pero todas est¨¢n deseando ser vividas¡±, dice en su anuncio personal. Mientras, Le Salon Bizarre, en Wuppertal, busca la excelencia: cada hombre o mujer que trabaja en ¨¦l est¨¢ especializado en sus pr¨¢cticas preferidas y ofrece un servicio vocacional. La diversi¨®n transcurre en salas tem¨¢ticas que personalizan la experiencias, como una caba?a para el bondage asi¨¢tico o el cuarto del acero.
Pero no hay necesidad de salir del centro de la ciudad para tener una cita con un amo o un esclavo profesional. Unos antiguos establos situados en un s¨®tano de Kreuzberg alojan DarkSide. En este local se presta atenci¨®n, varios d¨ªas por semana, a aquellos noveles que todav¨ªa se encuentran en primero de sadomasoquismo y quieren cursar una formaci¨®n acelerada en un entorno que no resulte agresivo. La intenci¨®n es alojar a aquellos que se sientan intimidados no tanto por las pr¨¢cticas fetichistas como por su propia inexperiencia. En este subsuelo todo el mundo puede dar al menos una oportunidad a nuevas formas de practicar sexo.
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