Un viajero llamado Carlos V
De San Vicente de la Barquera al monasterio de Yuste, los lugares que marcaron la vida del emperador en Espa?a y que ambientan una nueva serie de televisi¨®n
TVE estrena la serie Carlos, Rey Emperador, secuela de la exitosa Isabel, pero m¨¢s corta. L¨¢stima. Porque la figura del nieto supera sin duda a la de la reina cat¨®lica. Seg¨²n el historiador Royall Tyller, ¡°durante mil a?os, desde Carlomagno hasta Napole¨®n, no hubo otro gobernante de tanta importancia para la cristiandad¡±. Nacido en Gante, en un retrete de palacio (lo vimos en la serie anterior), muerto su padre y encerrada su madre Juana como loca, creci¨® en Flandes hasta cumplir 17 a?os. Entonces vino a Espa?a para ser coronado rey. Y ya no par¨®. Viaj¨® por numerosos pa¨ªses de Europa y norte de ?frica. De sus 58 a?os de vida pas¨® unos 18 en Espa?a, a intervalos. Las rutas europeas del emperador Carlos acaban de ser certificadas (en junio) por el Consejo de Europa como Itinerario Cultural Europeo. Estos son algunos escenarios espa?oles que veremos en la serie televisiva.
El Camino Real
En su primera venida estaba previsto el desembarco en San Vicente de la Barquera. Pero una tempestad alej¨® las naves a Tazones. La comitiva hubo de seguir por tierra hasta San Vicente, donde estaba dispuesta la bienvenida oficial. Discursos, tedeum, fuegos de artificio y la primera corrida de toros que vio at¨®nito Carlos (aunque no estoquearon al animal). La horrible traves¨ªa, con mar picada, hizo que el muchacho tuviera que guardar reposo 17 d¨ªas. Lo hizo en el convento de San Luis, uno de los secretos de San Vicente (aunque privado, se puede visitar en verano).
La siguiente etapa fue Trece?o. El palacio de Guevara, donde se aloj¨®, ha sido convertido en un evocador hotel. Luego la comitiva sigui¨® el llamado Camino Real, un paso natural entre la meseta y el mar labrado por el r¨ªo Saja, orillado de postas, molinos, mesones y calabozos: por all¨ª sal¨ªa la lana de Castilla hacia Flandes. No fue en B¨¢rcena Mayor sino en Los Tojos donde tuvieron que interrumpir el sue?o y reanudar la marcha en plena noche, porque al monarca se lo com¨ªan los piojos (est¨¢ en las cr¨®nicas). Pas¨® Carlos el invierno en Valladolid. Y desde all¨ª, en un par de ocasiones, fue con su hermana Leonor a visitar a su madre, Juana, recluida en Tordesillas, en un convento que hab¨ªa sido palacio real (se puede visitar); un edificio mud¨¦jar gemelo del palacio-convento de Astudillo (Palencia) y de los apartamentos de Pedro I en el Alc¨¢zar de Sevilla.
La ciudad imperial
Toledo ha tenido la suerte, o la habilidad, de acaparar el t¨ªtulo, en Espa?a, de Ciudad Imperial. Desde el tiempo de sus abuelos, los Reyes Cat¨®licos, y aun antes, la corte era itinerante, y la idea de capital a¨²n era vaga. Pero la urbe que en aquellos momentos mejor encarn¨® ambos conceptos fue Toledo. Ya de entrada, la Puerta Nueva de Bisagra, con el ¨¢guila bic¨¦fala de los Habsburgo y una estatua del emperador, nos pone sobre aviso. Carlos (a quien veremos en TVE sentado en un trono ante el retablo mayor de la catedral) quiso plantar cara al poder de la iglesia. De manera muy visual: en una de las siete colinas de Toledo, frente a la mole catedralicia, encarg¨® a Covarrubias que levantara el actual Alc¨¢zar. El poder civil frente al poder eclesi¨¢stico.
La traza nueva, renacentista, frente al dibujo medieval. El edificio ser¨ªa acabado en el reinado de su hijo Felipe por Juan de Herrera, pero el emperador lleg¨® a alojarse en un Alc¨¢zar en obras. En el crucero de la catedral sigue el llamado ?rgano del Emperador. A Carlos, de jovencillo, le encantaba tocar la celesta. En los cuartos detr¨¢s del ¨®rgano, seg¨²n la estupenda novela La catedral, de Blasco Ib¨¢?ez, durmieron durante siglos partituras de la edad de oro de la m¨²sica espa?ola, que coincide con la ¨¦poca imperial; por fortuna, ya ni secretas ni olvidadas, como cuando se escribi¨® la novela.
Amor y dolor
Carlos, que solo hablaba franc¨¦s y flamenco al llegar a Espa?a, acab¨® enamor¨¢ndose del pa¨ªs, del sur moruno¡ y de la hermosa Isabel de Portugal. La conoci¨® ya con el traje de novia. Y se casaron en Sevilla, en 1526. Por el camino, cuando pas¨® por C¨®rdoba y vio lo que el Cabildo hab¨ªa hecho dentro de la Mezquita, se arrepinti¨® de haber dado permiso a la avidez de los cl¨¦rigos. Hab¨¦is destruido algo ¨²nico para hacer algo que hacen todos, les vino a decir. Los palacios reales de Sevilla y sobre todo de Granada arroparon momentos deliciosos. En la Alhambra se dispusieron los aposentos que llaman Tocador de la Reina, pero Isabel cogi¨® miedo por un terremoto y no llegaron a habitarlos.
El mismo a?o de la boda, el arquitecto Pedro Machuca empez¨® a levantar el palacio de Carlos V; ese edificio se considera el inicio del estilo renacentista en Espa?a. Otra obra que impuls¨® en Granada fue la Capilla Real, adonde llev¨® los cuerpos de sus abuelos, luego los de sus padres y tambi¨¦n el de su esposa, Isabel. Esta muri¨® en Toledo en 1539, y una comitiva f¨²nebre traslad¨® el cad¨¢ver hasta Granada. En sus 13 a?os de matrimonio, Isabel dio tres hijos a Carlos. Cuando naci¨® el mayor, Felipe, en Valladolid, el emperador se hab¨ªa espa?olizado tanto que lo celebr¨® con una corrida, y ¨¦l mismo mat¨® un toro. Muerta Isabel, Carlos no quiso nunca volver a casarse, ni siquiera por razones de Estado.
El ¨²ltimo viaje
Tras abdicar en su hijo Felipe en Bruselas, Carlos esper¨® un a?o y luego regres¨® a Espa?a para acabar sus d¨ªas retirado en el monasterio de Yuste. Curiosamente, este ¨²ltimo viaje es el episodio m¨¢s explotado tur¨ªsticamente (www.rutacarlosv.es). La comitiva desembarc¨® en Laredo (Cantabria) a finales de septiembre de 1556. Laredo revive el hecho con una semana de festejos que incluyen una escenificaci¨®n del desembarco en la playa de la Salv¨¦ (este a?o, del 22 al 28 de septiembre; www.laredoturismo.es). D¨ªas despu¨¦s llegaban a Medina de Pomar (Burgos), donde tambi¨¦n recrean con un cortejo hist¨®rico el paso del emperador (este a?o, los d¨ªas 16 y 17 de octubre).
Luego siguieron quemando etapas: fueron en total 21, atravesando 30 municipios y recorriendo unos 450 kil¨®metros. Cruzaron el puerto de Tornavacas (?vila) el 11 de noviembre, y Carlos pidi¨® atajar en silla de mano por la Garganta de los Infiernos, para estar al d¨ªa siguiente en el palacio del Conde de Oropesa (actual parador de Jarandilla). Pero all¨ª tuvo que esperar tres meses a que acabaran las obras de adaptaci¨®n en el monasterio. Pudo trasladarse a este a principios de febrero. Tambi¨¦n este tramo final es objeto de una recreaci¨®n, declarada fiesta de inter¨¦s tur¨ªstico (en febrero; www.mancomunidaddelavera.es).
En Yuste pas¨® un a?o y medio pescando tencas en la alberca, leyendo con la pierna atormentada por la gota en la silla ortop¨¦dica que ahora los turistas pueden ver, junto con los relojes con los que jugaba, la mirilla del dormitorio por donde o¨ªa misa desde la cama¡ Fue enterrado en un simple sarc¨®fago de plomo bajo el altar mayor. All¨ª sigue el sarc¨®fago; el cuerpo fue llevado por su hijo Felipe al Pante¨®n Real de El Escorial, lo mismo que el cuerpo de su amada Isabel.
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