Vivood, cajas sobre el barranco

En el pa¨ªs de los algarrobicos y el apantallamiento mediterr¨¢neo ha surgido, por ensalmo, un hotel-paisaje ¨²nico en su g¨¦nero: Vivood. El ensalmo se debe a Daniel Mayo, arquitecto especializado en edificaciones sostenibles, eficiencia energ¨¦tica, sistemas constructivos prefabricados y dise?o de alojamientos con encanto. Su juventud millennial le autoriza a esta innovaci¨®n hotelera lanzada desde la aceleradora de empresas que posee en Valencia el due?o de Mercadona, Juan Roig, con el prop¨®sito de generar una corriente tur¨ªstica orientada hacia los sentidos, especialmente el del buen gusto paisaj¨ªstico.

Con su proyecto bajo el brazo, fiel a la arquitectura sostenible y a todo lo que representa la actual tendencia de la econom¨ªa colaborativa del turismo, Mayo corri¨® hacia la pintoresca poblaci¨®n de Guadalest, en la provincia de Alicante, donde sus estudios preliminares mencionaban un acantilado en ruinas que hab¨ªa sido ocupado d¨¦cadas atr¨¢s por el zool¨®gico El Arca de No¨¦. Sustituy¨® las jaulas de los leones y otros animales salvajes por cajas de madera prefabricadas en un taller de Alicante, descolgadas sobre el precipicio por dos enormes gr¨²as.

Sane¨® los senderos, limpi¨® de maleza las tres hect¨¢reas de terreno e implant¨® sin v¨¦rtigo uno de los escenarios hoteleros m¨¢s ex¨®ticos de Europa bajo las cinco E que definen su proyecto vital. Entorno: entre las sierras de Aitana y de la Serrella, con los pueblos de Benimantell, Beniard¨¢ y Benifato visibles desde todas las habitaciones. Encanto: porque en su propuesta hay sensibilidad y compromiso. Emoci¨®n: porque el factor wow ya lo produce el abismo. Exclusividad: el silencio de sus cajas habitables y los aromas de este jard¨ªn casi vertical. Ecolog¨ªa: todo lo que se extrae se devuelve a la naturaleza, incluidas las emociones a la hora de retornar a la vida cotidiana.

S¨ª, Vivood tiene algo de experimento arquitect¨®nico. Pero es verdad que en la soledad de las habitaciones-caja desaparece la conciencia del hecho habitable y se vuela sin alas sobre las copas de los ¨¢rboles, entre la crester¨ªa de las monta?as, bajo un cielo siempre cambiante y oxigenado. L¨¢stima que el televisor y otros admin¨ªculos dom¨¦sticos nos devuelvan a la realidad. L¨¢stima tambi¨¦n que el desayuno, otorgado en otra pieza minimalista abierta al cantil, sea tan convencional cuando la comarca nos podr¨ªa regalar tantas elaboraciones singulares.

Flotamos casi al mismo tiempo en una piscina de horizonte infinito y en el espacio sin l¨ªmites de los dormitorios. Flotamos tambi¨¦n bajo la lluvia fina de la ducha que mira al paisaje, tras el vac¨ªo sideral de unas noches climatizadas por aire acondicionado que certifican nuestro humanismo m¨¢s ac¨¢ de Ori¨®n.

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