Un chupito de Dr¨¢cula
El editor Enrique Redel prob¨® un licor con nombre de vampiro en Rumania
El editor del sello Impedimenta, Enrique Redel, ha tenido la suerte de conocer varias ciudades gracias a los autores de su editorial: su gu¨ªa en Bucarest fue el escritor rumano Mircea Cartarescu.
As¨ª que ¨¦l fue su cicerone por all¨ª¡
S¨ª, el a?o pasado me invit¨® a alojarme en su casa de las afueras de la ciudad. ?l era quien me llevaba y me tra¨ªa al centro de Bucarest.
?Salivaba al ver su biblioteca, o todos sus libros estaban escritos en idiomas ignotos?
La biblioteca ocupa todo el sal¨®n. Lo curioso es que, en ella, el ¨²nico trofeo que ten¨ªa visible era el Premio Euskadi de Plata, que le dieron en San Sebasti¨¢n. Le qued¨® un recuerdo memorable de la ciudad porque, como es tan delgadito y menudo, pens¨®: ¡°Nunca podr¨¦ ser vasco¡±, y all¨ª bebi¨® chacol¨ª y comi¨® de todo. Tiene tambi¨¦n una enorme cantidad de discos, sobre todo de los Beatles. Y muchos libros en ingl¨¦s de autores como Thomas Pynchon y Donald Barthelme.
Dejemos su biblioteca y vayamos a la ciudad: ?qu¨¦ palabras se le vienen a la cabeza para definir Bucarest?
Es una ciudad de ruinas, deslavazada, pero con mucha fuerza. Tiene grandes contrastes: tras edificios de factura moderna acristalados, hab¨ªa bloques muy tristes, de la etapa comunista. Tambi¨¦n vi muchos tejados estilo turco, una clara mezcla entre Oriente y Occidente.
Y aunque sea un t¨®pico, ?hay muchos perros sueltos en Bucarest?
No, ya no los hay. Cartarescu me cont¨® que acabaron con ellos hace unos a?os. Tambi¨¦n, siguiendo con los t¨®picos, le coment¨¦ que me llamaba la atenci¨®n la poca presencia de mujeres j¨®venes en las calles. ?l me explic¨® que muchas hab¨ªan emigrado a Espa?a, Alemania y otros pa¨ªses.
Y los varones que siguen por all¨ª, ?qu¨¦ beben, cerveza, vino o alg¨²n espirituoso?
Le dan a la tuica, un licor que maceran all¨ª un poco clandestinamente. El tur¨ªstico se llama Dr¨¢cula, pero el bueno lo hace la gente de Transilvania y tiene hasta 60 grados de alcohol. Es un matarratas delirante. Mircea me dio una botella de dos litros de tuica casera y, ya en Madrid, vi que ven¨ªa abierta. Hab¨ªa empapado los libros firmados por ¨¦l para mis amigos, lo cual contribuy¨® a darle m¨¢s valor a sus dedicatorias.
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