Biarritz, pinchos con vino de Burdeos
La ciudad francesa, a 20 kil¨®metros de la frontera con Espa?a, es ideal para una escapada gastron¨®mica. Una visita al acuario y a la Ciudad del Oc¨¦ano y el Surf, y picoteo por el barrio de Les Halles, que concentra los mejores bares
Desde los noventa, Biarritz (unos 27.000 habitantes, a 40 kil¨®metros de San Sebasti¨¢n) era una ciudad con dos caras, como tantos otros lugares que viven del turismo. Padec¨ªa esa bipolaridad de veranos euf¨®ricos e inviernos melanc¨®licos. Un clima lluvioso pero, sobre todo, una oferta hostelera y cultural apocada. Por suerte, y no ser¨ªa descabellado hablar de una cierta influencia de la gesti¨®n hostelera y gastron¨®mica espa?ola en ese nuevo br¨ªo, Biarritz ha renacido de sus grises cenizas y la ciudad parece tomarle el pulso a la vida, ya sea en invierno, primavera o en temporada alta.
9.00? Desayuno imperial
Comenzamos la jornada embebi¨¦ndonos de la grandeur que tuvo Biarritz, villa favorita de reyes y emperadores como Napole¨®n III, que mand¨® construir el H?tel du Palais (1, pinche sobre el n¨²mero para ver el mapa ampliado) para su esposa, la granadina Eugenia de Montijo. Lo haremos en P?tisserie Miremont (b) (plaza Georges Clemenceau, 1?bis), que tiene todo el encanto del Biarritz se?orial y unas vistas al mar que quitan el hipo. El rey Alfonso XIII se contaba entre los clientes, como tambi¨¦n se dejaba caer Eduardo VII, que ven¨ªa a pie desde el Du Palais. Los precios, por tanto, son para miembros de la realeza, con desayunos en torno a 14 euros, pero nadie dijo que vivir como un rey fuera barato.
11.00? Paseo por la pasarela de hierro
Le Rocher de la Vierge (3) es un pretexto, con su pasarela de hierro construida por Eiffel, para darse un garbeo por esa intrincada zona de suaves subidas y bajadas. El duro invierno de 2014 dej¨® escenas ins¨®litas, con descomunales olas rompiendo contra las rocas erosionadas, y la playa atestada de sacos de arena como diques de contenci¨®n; pero lo normal son inviernos y primaveras suaves, aunque a menudo pasados por agua. Dejando a un lado la iglesia de Santa Eugenia (4), llegaremos hasta la playa, presidida por el Casino (5), construido en los a?os de esplendor que se retratan en Cabaret Biarritz, de Jos¨¦ C. Vales, novela premiada con el Nadal de 2015. Lo mejor, disfrutar de una copa de Juran?on en los veladores de fuera, ya en el paseo mar¨ªtimo. Muy cerquita podemos tomar un aperitivo a base de ostras en Le Bistrot de l¡¯Hu?tre (6) (G¨¦n¨¦ral de Gaulle, 29). Despu¨¦s nos dirigimos al acuario, en el Plateau Atalaye (www.aquariumbiarritz.com/es), y despu¨¦s a la Cit¨¦ de l¡¯Oc¨¦an et du Surf (www.citedelocean.com/es), museo proyectado por el arquitecto Steven Holl cuya configuraci¨®n espacial, que juega con la luz, las rampas y las curvas, sirve a su prop¨®sito divulgativo y de concienciaci¨®n de las cuestiones oce¨¢nicas.
13.00? Una antigua casona con toque gastro y floral
Hay opciones de todos los colores para comer en Biarritz, pero aqu¨ª proponemos una sencilla, simp¨¢tica y a buen precio. Las pizzas, al horno de le?a, de la pizzeria-trattoria Les Arceaux (7), en el 20 de la avenida Edouard VII. Pizzas ligeras y crujientes, pero tambi¨¦n otros platos nada desde?ables, como un steak tartar sin pretensiones pero muy result¨®n, en un local con varias estancias que siempre est¨¢ muy animado. En un concepto completamente distinto, tenemos, a cinco minutos de la ciudad, el proyecto Gaztelur, abierto desde el 14 de diciembre de 2015 y tras la mudanza del equipo de L¡¯Atelier, con una estrella Michelin, a este enclave. Tres hect¨¢reas rodean a la casona tradicional Gaztelur (8) (gaztelur.com), que data de 1401, que albergan el restaurante pero tambi¨¦n un espacio dedicado a las antig¨¹edades, el arte, las pop up stores, talleres de jardiner¨ªa y de arte floral.
17.00? Compras, terrazas y m¨¢s
Mataremos la tarde con unas compras en la selecta tienda Maison Adam (9), fundada en 1660 y famosa por sus macarons, en el 27 de la Place Clemenceau. Justo al lado encontramos una librer¨ªa de esas abigarradas y ca¨®ticas: la Bookstore. La vecina librer¨ªa Darrigade (10) pertenece al exciclista Andr¨¦ Darrigade. En ella encontramos novedades literarias, las ¨²ltimas ediciones de Gallimard y prensa en un local amplio y muy luminoso. Paseando por la elegante plaza de Georges Clemenceau, con sus terrazas de solera retro, podemos internarnos en el interior de la ciudad, y visitar tiendas como la de Maison Arost¨¦guy (11) (avenida de Victor Hugo, 5). Fundada en 1875, vende productos de cocina tradicional vascofrancesa, vinos del pa¨ªs y productos gourmet, algunos de ellos, como la sal especiada La Force Basque, de elaboraci¨®n propia.
19.00? Esp¨ªritu jaranero pero sofisticado
A pocos metros de all¨ª damos con el mercado de abastos Les Halles (12), inaugurado en 1885. Y nos adentrarnos en la Rue des Halles para disfrutar del renovado panorama gastron¨®mico y de bares de la ciudad. La zona ofrece lo mejor del esp¨ªritu jaranero pero sofisticado de Biarritz. En el bar Jean (13), en dicha calle, encontramos la esencia ib¨¦rica pero con el toque franc¨¦s, esa cosa mignon que no puede faltar y que permite que los jamones colgando del techo no resulten vulgares. Tortilla, boquerones, chipirones a la plancha y surtidos de ib¨¦ricos, as¨ª como una barra con pintxos que se combinan con vinos de Burdeos, Rioja o Ribera. En esta ¨¢rea se arremolinan una serie de bares que, como el Jean, no tienen desperdicio: Le Comptoir du Foie Gras (14), Les Contrebandiers (15) o el Caf¨¦ du Commerce (16). Gafipastismo high class entre los clientes de lugares como Bonheur (17) (Victor Hugo, 30), donde podr¨¢ disfrutar de una buena hamburguesa casera despu¨¦s de picotear, esa cosa otrora imposible en Francia, por los bares de alrededor. Para comer o llevar sirven hamburguesas por 10 euros, con otro gui?o a la cocina espa?ola en su receta al chorizo ib¨¦rico.
20.00? Paseo hacia el faro al atardecer
Es un camino poco transitado y angosto, pero merece la pena. Nos introducimos por el lateral del flamante H?tel du Palais (www.hotel-du-palais.com), que da a la playa para contemplar el mar Cant¨¢brico en toda la paz del atardecer. Esa mezcla entre la melancol¨ªa del mar oscuro y el abrigo de la ciudad ofrece un contraste muy especial en toda la zona del Sud Ouest. Una serie de villas que dan al mar, y escalinatas dignas de pel¨ªcula de Rohmer, terminan de configurar esa atm¨®sfera de encanto entre regio y coqueto del lugar. Muy cerca, el hotel Miramar (18) (www.sofitel.com), con su lujo moderno algo demod¨¦, nos sugiere que Biarritz ha tenido varias caras y que, tras d¨¦cadas de cierta indefinici¨®n l¨¢nguida, parece recuperar la m¨¢s entusiasta y vivaz.
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