El arte de merendar
De los 'pasteis' lisboetas a la vienesa tarta Sacher, 53 pistas europeas para un tentempi¨¦ vespertino
La merienda de toda la vida se pone de moda como una versi¨®n vespertina del refinado brunch. Sencilla, sin pretensiones, este tentempi¨¦ entre comida y cena puede ser todo lo ambiciosa que queramos, ampliada con sugerentes complementos (s¨¢ndwiches, quiches, cup cakes) y hasta sustituir a una buena cena. Para el viajero es, adem¨¢s, perfecta para un descanso en una jornada de compras o de visitas tur¨ªsticas. M¨¢s barata, m¨¢s informal, la merienda es algo muy t¨ªpicamente espa?ol, pero en otros pa¨ªses tambi¨¦n saben hacer una pausa a media tarde con un buen caf¨¦ o infusi¨®n acompa?ados de dulces o salados. Por ejemplo, un sofisticado afternoon tea, con toque hipster, en Londres.
Para la hora, eso s¨ª, no hay acuerdo: desde el tempranero t¨¦ ingl¨¦s ¨Csobre las cuatro de la tarde¨C, hasta la merienda espa?ola, donde se toma m¨¢s tarde que en ning¨²n sitio para lograr llegar hasta la cena (tambi¨¦n tard¨ªa). En los pa¨ªses sudamericanos tambi¨¦n se merienda, herencia t¨ªpicamente espa?ola, y a media tarde es costumbre tomarse una infusi¨®n (mate, caf¨¦, leche con cacao o t¨¦) y algo dulce o salado como acompa?amiento. En Chile, se la llama once, as¨ª como en algunas zonas de Colombia, donde tambi¨¦n se la conoce como alguito. Y en Per¨², toda una tradici¨®n familiar, la merienda se conoce como lonche, proveniente del portugu¨¦s lanche.
Merendar como romanos
ROMA
En realidad fueron los romanos quienes inventaron la merienda, como tantas otras costumbres que dejaron a nuestra cultura. La llamaban merenda y era la comida de media tarde (en torno a las 5 de la tarde), aunque se tomaba solo en verano y en las zonas rurales, para reponer fuerzas. Todo era muy b¨¢sico: generalmente se tomaba puls, una especie de gachas de harina de trigo, cebada o mijo que a veces se complementaban con pescado, huevos cocidos, sesos, trozos de queso o vino especiado rebajado con agua.
Los romanos se han sofisticado bastante y ya no toman puls, pero hay sitios magn¨ªficos para un tentempi¨¦ a media tarde: un buen expreso con un bollo, pasteles o un panini; o, ?por qu¨¦ no?, un delicioso helado. Se puede hacer en cualquier caf¨¦ o bar, como el Noveccento, una cafeter¨ªa de toda la vida en el n¨²mero 12 de la famosa V¨ªa Condotti, perfecta para, adem¨¢s, contemplar escaparates de lujo. O podemos buscar algo m¨¢s moderno, como el estupendo Lanficcio (Via di Pietralata, 159), con un aire bastante hipster y perfecto para hacer amigos (viajeros o romanos)
Entre las opciones m¨¢s cl¨¢sicas y de ¨¦xito seguro para merendar a la romana est¨¢ el C¨¢nova, con mesas al aire libre en la Piazza del Popolo, una de las plazas m¨¢s impresionantes de Roma, e incluso con un jard¨ªn interior. Siguiendo con la idea de las terrazas y helader¨ªas m¨¢s cl¨¢sicas, durante la II Guerra Mundial Giolitti (Via Uffici del Vicario, 40) ya era un punto de encuentro para los soldados americanos, a los que despu¨¦s sustituyeron otros turistas de paso.
Y para cl¨¢sicos de verdad, la merienda es una buena excusa para entrar en la atm¨®sfera Belle ?poque del Grecco, a cuyas mesas se sentaron Goethe o Gogol. Situado en la elegante V¨ªa Condotti, se trata del segundo caf¨¦ m¨¢s antiguo de Italia, tras el Florian, en Venecia, y fue punto de encuentro de intelectuales y artistas hasta hace bien poco. Adem¨¢s, sus m¨¢s de 300 obras de arte le convierten en una de las m¨¢s importantes galer¨ªas de arte privadas del mundo.
En la conocida v¨ªa del Babuino est¨¢ el Museo Atelier Canova Tadolini, el antiguo estudio del escultor Antonio Canova, que hoy alberga un caf¨¦ y un museo. Un lugar muy art¨ªstico para hacer un alto a media tarde, como lo es tambi¨¦n el Antico Caff¨¨ della Pace, decorado al estilo Liberty, un lugar de moda todav¨ªa hoy muy popular entre intelectuales y artistas.
Si en vez de caf¨¦ preferimos un t¨¦ ingl¨¦s, podemos tomarlo en la Sala Babington, creada en 1893 por las brit¨¢nicas Isabel Cargill y Anna Maria Babington para sus compatriotas en la capital italiana. Un lugar m¨¢gico que se asoma directamente a la Plaza de Espa?a, con ambiente tranquilo y buen¨ªsima selecci¨®n de t¨¦s.
Tradici¨®n vespertina y castiza
MADRID
Si hay un lugar donde merendar es tradici¨®n, ese es Madrid, donde siempre hubo locales especializados en el caf¨¦ vespertino. Los California o Manila de anta?o, hoy desaparecidos, han sido sustituidos por otras cadenas, como Mallorca o Viena Capellanes, aunque entre los cl¨¢sicos quedan cafeter¨ªas como Nebraska o el Somosierra (Fuencarral,135), con unas tortitas con nata inigualables. Tambi¨¦n Embassy, en el Paseo de la Castellana, elegante sal¨®n de t¨¦ fundado en los a?os 30 del siglo pasado por una irlandesa que acogi¨® siempre a la sociedad madrile?a y acumula historias de esp¨ªas de postguerra y chismes variados entre sus paredes.
Entre los reci¨¦n llegados, hay locales que se han ganado r¨¢pidamente el coraz¨®n (y el est¨®mago) de los madrile?os gracias a su magn¨ªfica reposter¨ªa. Por ejemplo, Mama Framboise y su variedad de cruasanes, su pain au chocolat o su tartaleta de pistacho y frambuesa, en espacios de ambiente franc¨¦s y est¨¦tica industrial. Tambi¨¦n destacan propuestas que se adaptan a las nuevas demandas, como Celicioso (Calle Hortaleza, 3), local gluten free de moda en la capital cuyas versiones para celiacos de pasteles, cupcakes de chocolate o Apple cinnamon bites han devuelto la alegr¨ªa de merendar a quienes no pod¨ªan permit¨ªrselo.
Otro lugar diferente para merendar es Living in London (Santa Engracia, 4), ambientado como un aut¨¦ntico sal¨®n de t¨¦ londinense: muffins para acompa?ar el cl¨¢sico chocolate Cadbury, tarta de zanahoria con crema de queso y delicioso batido de tiramis¨². Y para amantes de la lectura proponemos el ambiente bohemio y hipster de Swinton and Grant, agradable librer¨ªa-caf¨¦-galer¨ªa de arte especializada en obras de ilustraci¨®n y arte en la que pasar horas y horas mientras tomamos t¨¦s variados, tartas caseras elaboradas con productos naturales o pinchos salados.
En la frontera entre Malasa?a, Chueca y Gran V¨ªa est¨¢ el acogedor Caf¨¦ de la Luz, con wifi gratis, muebles que no hacen juego y un ambiente estupendo, algo que comparte con La Ciudad Invisible, un agradable local para viajeros cerca de ?pera con gu¨ªas, mapas, caf¨¦ de comercio justo, t¨¦s de todo el mundo y tartas caseras que endulzan la planificaci¨®n del pr¨®ximo viaje.
Merendar en una granja
BARCELONA
Hay dos apuestas seguras para merendar en Barcelona: sus confiter¨ªas cl¨¢sicas y las granjas de siempre (con un toque bohemio y renovado), donde seremos atendidos por camareros de aire nost¨¢lgico en un ambiente muy evocador. Por ejemplo, en la Granja Viader del Raval, abierta en 1870 y heredera de las antiguas vaquer¨ªas y lecher¨ªas que, con los a?os, se fueron convirtiendo en lugares para el tentempi¨¦ vespertino. Aqu¨ª naci¨® el m¨ªtico Cacaolat, ese batido de chocolate que se toma tanto fr¨ªo como caliente, y lo t¨ªpico es pedir un suizo (chocolate con nata montada), leche (de verdad), tarta de queso, flan, ensaimadas, pasteles o bocadillos de excelente embutido. Meriendas incre¨ªbles de toda la vida.
Tambi¨¦n se acierta siempre al entrar en Farga, con varios locales en la ciudad, como el de Diagonal 391. Equivalente barcelon¨¦s a los madrile?os Mallorca, responde a un negocio familiar de pasteler¨ªa que ha ido creciendo sin perder esa garant¨ªa de exquisitez en sus dulces y salados. Ahora con aires m¨¢s modernos, neoyorquinos, aqu¨ª las meriendas de boller¨ªa, s¨¢ndwiches o charcuter¨ªa se alargan sin inconvenientes (la conocida merienda-cena), gracias tambi¨¦n a sus helados y bombones, especialidad de la casa.
En el barrio G¨®tico, Caelum es un encantador local, peque?o y con cierto aire franc¨¦s, que invita a merendar a base de dulces artesanales de convento y un chocolate igualmente fant¨¢stico. Y para los muy golosos, la Pasteler¨ªa Escrib¨¢, en La Rambla, que nunca pasa inadvertida por su fachada y escaparate. Christian Escrib¨¤ es uno de los mejores reposteros del mundo y cualquiera de sus bollos o pasteles lo confirman, especialmente los cruasanes.
Si nos van los cup cakes y los nuevos escenarios r¨²stico-urbanos, disfrutaremos en cualquiera de los locales de Cup&Cake. Ambiente estupendo y producto excelente, incluidos los s¨¢ndwiches de media tarde.
Caf¨¦ y chocolate
VIENA
Famoso por su tarta y su historia, en el Caf¨¦ Sacher hay mucho m¨¢s que probar mientras nos refugiamos del fr¨ªo invierno vien¨¦s, si conseguimos coger mesa, claro; no resulta sencillo. Pero este icono tur¨ªstico no es la ¨²nica cafeter¨ªa m¨ªtica en la capital austriaca. Conviene visitar el Caf¨¦ Central, en el Palais Ferstel, justo al lado del Hofburg, con m¨¢s de 130 a?os de historia. Los vieneses siguen reuni¨¦ndose aqu¨ª para disfrutar de su magn¨ªfico caf¨¦, la extraordinaria reposter¨ªa e incluso, en ocasiones, los conciertos de piano. Trostki o Freud fueron algunos de sus clientes habituales y actualmente los turistas encuentran aqu¨ª el lugar perfecto para hacer una pausa vespertina en su recorrido.
Pueden hacerlo tambi¨¦n en el Demel, otro caf¨¦ cl¨¢sico en pleno centro de Viena, que lleva sirviendo expresos desde 1786, incluida la mism¨ªsima Siss¨ª, que adoraba su sorbete de violeta. Ambiente se?orial para degustar una tarta de chocolate que rivaliza con la del Sacher, una vez contemplados sus decorados escaparates, famosos en toda la ciudad.
T¨ªpico es tambi¨¦n el Caf¨¦ Dommayer, con magn¨ªficas tartas, macarons, t¨¦s, bocadillos, todo tipo de caf¨¦s y un ambiente tan vien¨¦s que no resulta complicado a Strauss tocando aqu¨ª (al menos eso cuentan en el local). Adem¨¢s, si hace buen tiempo, cuenta con una magn¨ªfica terraza al aire libre.
¡®Macarons¡¯, tertulia y bohemia
PAR?S
La ciudad de los caf¨¦s, la tertulia y la bohemia cuenta tambi¨¦n con buenas confiter¨ªas y salones de t¨¦ de ambiente universitario. Verdaderos para¨ªsos del dulce, como Ladur¨¦e, en los Campos El¨ªseos, templo de los famosos macarons: aqu¨ª se crearon. Fundada en 1862 como panader¨ªa, su decoraci¨®n inspirada en la Opera de Par¨ªs la puso de moda y actualmente sigue siendo una referencia ineludible para golosos.
La ruta de los caf¨¦s cl¨¢sicos de Par¨ªs pasa por el hotel Ritz y el Caf¨¦ de la Paix, inaugurado en 1862 por la propia Emperatriz Eugenia. Conviene no mirar los precios y lanzarse a disfrutar de un lugar ¨²nico. Tambi¨¦n con historia, aunque de otro tipo, el Caf¨¦ de Flore (Boulevard Saint-Germain, 172) fue la cuna del movimiento existencialista y hogar de artistas e intelectuales de todas las ¨¦pocas, mismo cado que Les Deux Magots, punto de encuentro de surrealistas y existencialistas como Picasso, Jean Giraudoux o Elsa Triolet. Hoy en d¨ªa su terraza es el lugar perfecto para admirar los alrededores de la plaza Saint-Germain-des-Pr¨¦s y, mientras tanto, tomar un caf¨¦ con pastas o una coqueta baguette.
Fuera de los cl¨¢sicos, proponemos un ambiente igualmente parisiense junto al Canal de St. Mart¨ªn. Por ejemplo, L¡¯Atmosfere, una cafeter¨ªa de madera, baldosas, atm¨®sfera art¨ªstica y buenos precios, o Le Loirs dans la Theiere, maravilloso espacio lleno de juguetes retro, c¨®modos sof¨¢s y escenas de A trav¨¦s del espejo. Sus decenas de t¨¦s acompa?ados de tartas saladas y postres tipo pudin aseguran una cola constante en la calle (s¨ª, est¨¢ de moda).
En el Marais, L¡¯Autre Caf¨¦, un caf¨¦ literario frecuentado por artistas, directores de cine y j¨®venes de la zona, dispone de barra de cine de ocho metros de largo, ambiente relajado y precios razonables. Perfecto tambi¨¦n para abrir el port¨¢til y perderse en Internet.
El reino del goffre
BRUSELAS
En la capital de Europa, la tradici¨®n invita a pedirse un aut¨¦ntico gofre bruselense (grande, ligero y crujiente) en La Maison Dandoy, es una de las pasteler¨ªas m¨¢s antiguas de la ciudad (fundada en 1829), o sus famosas galletas artesanales, speculoos (pastelitos secos con especies y canela) y sabl¨¦s (de mantequilla).
Nos codearemos con locales (y otros viajeros) en el?Caf¨¦ Belga, una de las m¨¢s conocidas, en la Place Flagey. Es grande, con buena m¨²sica y se llena hasta los topes. Otra que est¨¢ siempre a tope (de turistas) es La Mort Subite (Rue Montaigne), con sus viejos bancos, los vetustos radiadores de cobre, una fachada art d¨¦co y sus famosos s¨¢ndwiches de queso blanco. O el Caf¨¦ Monk, en la calle Santa Catalina, que sirve caf¨¦s pero no solo: hay que pedir las populares salchichas en rodajas con mostaza. En la rue de la Bourse encontramos otro cl¨¢sico, am¨¦n de joya arquitect¨®nica del Art Nouveau: el Caf¨¦ Cirio, al que ven¨ªa Jacques Brel, conserva su decoraci¨®n original. Si nuestras referencias son literarias, en la Rue des Alexiens se encuentra La Fleur en Papier Dor¨¦, lugar de reuni¨®n de los surrealistas belgas y franceses que sigue acogiendo tertulias literarias en un ambiente intelectual que conserva todo su autenticidad. M¨¢s actual es el Caf¨¦ de la Presse, espacio neoyorquino en mitad de Bruselas con cup cakes, bagels y smoothies; gente cool y ambiente agradable donde encontrarse a media tarde.
El t¨¦ de las cuatro
LONDRES
Todo el mundo lo sabe: el brit¨¢nico t¨¦ de las cinco se toma a las cuatro. El pa¨ªs cuenta con gran diversidad de casas de t¨¦ para disfrutar de una merienda muy british: afternoon tea, low tea, scones y s¨¢ndwiches de pepino. Tambi¨¦n hay opciones m¨¢s contundentes (y obreras), como el high tea, comida que la clase trabajadora tomaba entre las 5 y las 7 de la tarde (nuestra merieda-cena).
En Londres, un aut¨¦ntico afternoon tea aguarda en Fortnum & Mason, tienda de delicatesen original de 1707. Sus mermeladas, entre las mejores del pa¨ªs, acompa?an ricos scones (cl¨¢sicos panecillos) que se pueden sustituir, sin problemas, por las sorprendentes milhojas de anchoas y mascarpone. Igualmente imprescindible (si da el presupuesto) es el t¨¦ del elegante hotel Ritz, en Piccadilly (imprescindible, para ellos, una corbata). Una alternativa es el afternoon tea del hotel Savoy, uno de los m¨¢s antiguos de Londres, bajo la magn¨ªfica c¨²pula acristalada del Thames Foyer. El high tea incluye huevos revueltos con salm¨®n, siempre con m¨²sica de piano en directo.
El t¨¦ real se sirve en The Orangery, antiguo invernadero de la Reina Ana, en los jardines de Kennsington. Un espacio tan luminoso como el Lobby Bar del hotel One Aldwych, cerca de Somerset House, donde las infusiones se acompa?an de quiches de queso de cabra, s¨¢ndwiches de panes variados o brioches caseros.
Hay propuestas m¨¢s modernas, como Albion, tienda-cafeter¨ªa en Shoreditch que prepara cestas de picnic ¨Ccon manta incluida¨C si queremos disfrutar el afternoon tea en el parque m¨¢s cercano, o locales que se renuevan, como el Brown¡¯s Hotel, uno de los m¨¢s tradicionales de Mayfair, y su novedosa versi¨®n Tea-Tox: sustituye los ingredientes tradicionales por versiones integrales, bajas en grasa e infusiones de hierbas. Hasta los brit¨¢nicos m¨¢s cl¨¢sicos quieren estar a la ¨²ltima.
¡®Bicas¡¯ y ¡®pasteis¡¯
LISBOA
La mayor¨ªa de los viajeros que pasan por Lisboa descubren que el caf¨¦ m¨¢s frecuentado de la ciudad no est¨¢ en el centro de la misma, sino bastante alejado, en uno de sus barrios: el horno de los Past¨¦is de Bel¨¦m, casa fundada en 1837, es famoso por sus cl¨¢sicos e irresistibles pastelitos, fieles a la secreta receta secreta originaria del cercano Monasterio de los Jer¨®nimos, en el barrio de Bel¨¦n. Es famosa tambi¨¦n por su tradicional comedor, decorado con azulejos azules.
Mucho m¨¢s c¨¦ntrica es la Confeitaria Nacional, en la Plaza de Figueira, fundada en 1829 y que pertenece a la misma familia hace cinco generaciones. Es famosa por su Bolo Rei (equivalente a nuestro rosc¨®n de Reyes), receta tra¨ªda a Portugal por el hijo del fundador, a mediados del siglo XIX. Tambi¨¦n son famosas sus torradas (tostadas), que acompa?an a la perfecci¨®n un caf¨¦ con leche o un chocolate caliente a media tarde.
A un paso, est¨¢ el otro cl¨¢sico, el Caf¨¦ Nicola, en la plaza del Rossio, donde en el siglo XVIII un italiano llamado Nicola inaugur¨® uno de los primeros locales de la ciudad, el Botiqu¨ªn de Nicola. Desde entonces lo han frecuentado escritores, artistas y pol¨ªticos, y actualmente tambi¨¦n muchos turistas, que acuden a degustar una reposter¨ªa t¨ªpicamente lisboeta. Menos conocido es el Versailles, en la Avenida de la Rep¨²blica, que ya en la d¨¦cada de los a?os 20 del siglo pasado fue uno de los caf¨¦s m¨¢s c¨¦lebres de la capital lusitana y todav¨ªa hoy conserva la decoraci¨®n original, con enormes espejos en las paredes.
Lisboa tambi¨¦n ofrece meriendas a la ¨²ltima. Nuevas propuestas en ambientes neoyorquinos a base de productos m¨¢s ligeros. Por su originalidad destaca el DarwinZ Caf¨¦ de la Fundaci¨®n Champalimaud, centro cient¨ªfico de referencia. El local, inspirado en las antiguas bibliotecas cient¨ªficas, en un espacio muy acogedor con grandes ventanales y vistas al Tejo. Desde la terraza se contempla la Torre de Bel¨¦m, lugar perfecto para descansar despu¨¦s de un intenso d¨ªa de turismo, darse a la lectura o meditar contemplando el gran r¨ªo.
M¨¢s informaci¨®n en www.lonelyplanet.es
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