Un aperitivo junto a Neptuno en Bolonia
Con uno de los conjuntos urbanos m¨¢s sutiles de Europa, la ciudad universitaria y glotona, invita a perderse por sus calles y plazas, entre soportales y palacios. Y torres medievales como la de Assinelli, con magn¨ªficas vistas
Roja, acogedora, amable, suculenta, culta, bella¡ Todos estos adjetivos le cuadran a Bolonia. Las agujas del reloj giran enloquecidamente y cada espacio merece ser visto con iluminaci¨®n natural o artificial, con la luz de una ma?ana despejada o bajo esa lluvia fina que amorata el color ladrillo y de la que el viajero se protege caminando por sus inacabables soportales. Una l¨ªnea de puntos rodea Bolonia. Proponemos un paseo por la ciudad intramuros, circundada por una fantasmag¨®rica muralla que a veces se hace presente en esas puertas que encapsulan el plano bolo?¨¦s: Porta Saragozza, Santo Stefano, Maggiore, San Vitale, San Donato¡
9.00 Aprovechar la ma?ana
El deslumbramiento por Bolonia irradia desde su epicentro: la Piazza Maggiore y la del Nettuno (1, pinche sobre el n¨²mero para ver el mapa ampliado) en la confluencia de la Via Ugo Bassi con la de Rizzoli e Indipendenza. Nos recibe el desnudo de espaldas del dios en mitad de su fuente. El tama?o de sus genitales provoca sonrisas y fotos: buscamos la perspectiva exacta que permite confundir su pulgar erecto con una extensi¨®n del micropene esculpido por orden eclesi¨¢stica. Alrededor del Nettuno, en su piazza, conectada con la Maggiore, comienza una de las m¨¢s arm¨®nicas combinaciones de vol¨²menes del urbanismo europeo. Como si una mente juguetona hubiese ordenado, para producir bienestar est¨¦tico, elementos dis¨ªmiles: la inmensa bas¨ªlica de San Petronio (2), con su fachada inacabada, tosca hacia arriba y pulqu¨¦rrima en su primer nivel; el imponente reloj del ayuntamiento; la Borsa, que acoge un centro cultural expresivo del modelo urbano al que aspira Bolonia: verde, resiliente, docto¡
11.00 La anatom¨ªa en el siglo XVII
En el exterior de la Salaborsa (3) se exhiben los retratos de los libertadores bolo?eses; dentro, la techumbre es magn¨ªfica y, por debajo, las transparencias del suelo nos muestran las tripas, los or¨ªgenes de la urbe. La gente lee el peri¨®dico o se re¨²ne a trabajar en los cub¨ªculos de cristal del interior de la Borsa. Frente a ella, los sobrios palacios del Podest¨¤ (4) y de Re Enzo (5) con sus leyendas. Si nos adentramos por los soportales de la Via del Archiginnasio, pasamos por el Museo C¨ªvico Arqueol¨®gico (6) y llegamos a la plaza de Galvani y al Palacio Archiginnasio (7), con decoraci¨®n mural de escudos en el patio central y, sobre todo, con su Teatro Anat¨®mico, que reproduce una sala de estudio de anatom¨ªa de 1637. Fue restaurado en 1944 a causa de los bombardeos.
13.00 Bolonia, la ¡®grossa¡¯
Bolonia es la dotta (docta), la rossa (roja) y la grossa (gorda). Para tomar el aperitivo y comer, los alrededores de la Piazza Maggiore, la zona conocida como el Quadrilatero, antiguo mercado, ofrece al viajero multitud de alternativas. Es el momento de paladear los tortellini, las excelentes mortadelas y embutidos bolo?eses, las carnes y las frituras de pescado. Sobre la Via dell¡¯Indipendenza est¨¢ el cl¨¢sico Diana (8) y junto al Palacio Fava y el Museo C¨ªvico Medieval, frente al oratorio de San Felipe Neri, otro magn¨ªfico restaurante: I Carracci (9), para algunos el mejor de la ciudad, donde el viajero, rodeado de frescos de Carracci, degusta una t¨ªpica cotoletta a la bolo?esa, unos linguine al nero o unos tortelloni al parmigiano l¨ªquido¡ No es barato, pero la experiencia es incomparable.
Para bajar la comida, nada como dar un paseo por la plaza de Santo Stefano (10) y visitar su bas¨ªlica, que en realidad incluye cuatro iglesias. Los muros externos de figuras geom¨¦tricas multicolores que se observan en el patio de Pilato o la reproducci¨®n del Santo Sepulcro de Jerusal¨¦n dejan al viajero absorto en este laberinto. Pero lo mejor es disfrutar de la plaza, su caser¨ªo, sus soportales, su desnivelado pavimento de piedra y hierba. Un lugar para salir del mundo desde el mismo centro del mundo. Bell¨ªsimo. Desde aqu¨ª, por la calle Gerusalemme, salimos a la Strada Maggiore (11), un repertorio de palacios reconvertidos en galer¨ªas de arte, centros comerciales y dependencias universitarias. Tambi¨¦n en caf¨¦s donde descansar un poquito, porque en Bolonia el tiempo de degustar el caf¨¦ es un segundo, un attimino¡ Por la Strada Maggiore atravesamos la encantadora, a¨¦rea, plazoleta de Santa Maria dei Servi, pero 24 horas son pocas para visitar los templos de Bolonia, por ejemplo, el de San Domenico (12), que tendremos que dejar para otro d¨ªa.
16.00 Compras vespertinas
Conectando San Stefano con la Strada Maggiore se ubica Corte Isolani (13), reconstruido testimonio de la arquitectura g¨®tico-rom¨¢nica, que hoy alberga un centro comercial y de ocio. La Strada Maggiore, v¨ªa de acceso a la Bolonia medieval, forma parte de una de sus intersecciones urbanas m¨¢s bellas: las dos torres irregulares y torcidas de Assinelli (14) y Garisenda (15) se abren a la Via Rizolli, a San Vitale y a la Via Zamboni, por donde el viajero se sumergir¨¢ en la Universidad (16). A la torre de Assinelli se puede subir para contemplar la ciudad a vista de p¨¢jaro. A sus pies, en el l¨ªmite con el barrio jud¨ªo, identificamos el palacio que hoy es sede de la librer¨ªa Feltrinelli (17). En Rizolli y en Indipendenza se concentran establecimientos de todo tipo: desde esos que encontramos en cualquier parte del mundo y que en Bolonia ocupan palacios espectaculares hasta tiendas de souvenirs, mercer¨ªas, helader¨ªas, pasteler¨ªas como Impero donde pararse a comer pasteles de colores lis¨¦rgicos, apetecibles¡
21.00 La ¡®notte¡¯ entre estudiantes
Bolonia es viv¨ªsima. La amabilidad de sus habitantes, su cordialidad, es extrema. Ello quiz¨¢ se debe a su condici¨®n de ciudad universitaria. El viajero no puede marcharse sin recorrer los oscuros soportales de la Via Zamboni (18) para llegar a la Piazza Giusseppe Verdi, abierto y bullicioso punto de reuni¨®n de estudiantes que se sientan en terrazas o en el suelo, y charlan con boca, ojos y manos. Las fachadas de las facultades exhiben grafitis coloristas de odio al fascismo e invitaci¨®n a resistir. Se cena muy bien en Matussel (19), un acogedor restaurante bolo?¨¦s: los tagliatelle al rag¨² son deliciosos. Calles, caf¨¦s, restaurantes, pubs, todo burbujea (20): la Via Belle Arti y la arteria que conecta la Via delle Moline, Largo Respighi y Giuseppe Petroni. Si el viajero mira hacia los vanos iluminados puede descubrir, entre un marco de ventana cochambroso y una tuber¨ªa de aire acondicionado, un techo con un fresco magn¨ªfico. Poes¨ªa pura.
Marta Sanz es autora de Far¨¢ndula, Premio Anagrama 2015.
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