Tres volcanes y un laberinto
El convento de Santa Catalina es una prodigiosa e intrincada ciudadela en pleno centro de Arequipa, en Per¨². Delicias gastron¨®micas y barroco mestizo en una urbe custodiada por un tr¨ªo de picos en torno a los 6.000 metros
Chupe de quinua con camarones, la imponente arquitectura de la plaza de Armas bajo la perpetua vigilancia de tres gigantes ¡ªlos volcanes Chachani (6.075 metros), Pichu Pichu (5.664) y Misti (5.822)¡ª; rocoto relleno; el laberinto de calles que encierra el monasterio de Santa Catalina; el Barroco mestizo de la iglesia y los claustros de la Compa?¨ªa¡ Las razones para visitar Arequipa, gastron¨®micas y culturales, son muchas y poderosas, tantas que la Unesco declar¨® su centro hist¨®rico patrimonio mundial. Adem¨¢s, esta altiva y soleada urbe peruana de casi 800.000 habitantes es la cuna del Nobel Mario Vargas Llosa y la puerta para visitar el impresionante valle del Colca, a 165 kil¨®metros de distancia. Arequipa la cosmopolita (la relaci¨®n con la industria textil brit¨¢nica se remonta al siglo XIX) y Arequipa la resiliente (capaz de superar el trauma de los terremotos, el ¨²ltimo de los cuales, en 2001, destruy¨® las torres de la catedral).
8.00 Desayuno vitam¨ªnico
Los arequipe?os son madrugadores y el viajero har¨¢ bien en seguir su ejemplo. Desayunar en uno de los balcones de la plaza de Armas es un verdadero placer. El restaurante del hotel Casa Andina (1), abierto al p¨²blico durante todo el d¨ªa, sirve un buf¨¦ con ricas frutas. El mercado de San Camilo (2) es otra interesante opci¨®n para el desayuno. Entre decenas de variedades de papas, choclos y frutas desconocidas para la mayor¨ªa de los europeos, destacan los puestos de licuados.
11.00 Juanita, Sarita y la casa de Vargas Llosa
A una cuadra de la gran plaza de Armas viven, sumidas en la penumbra y congeladas para la eternidad, dos de las m¨¢s famosas vecinas de la zona. El Museo Santuarios Andinos (3) custodia a Juanita, la ni?a inca que hace unos 550 a?os fue sacrificada para aplacar la ira de los dioses en el volc¨¢n Ampato. Su momia se exhibe junto a su ajuar de mayo a diciembre. El resto del a?o, y por motivos de conservaci¨®n, la sustituye Sarita, otra ni?a sacrificada en el volc¨¢n Sara Sara. Desde ah¨ª se puede tomar la calle de La Merced y, en unos 10 minutos andando, visitar el lugar donde naci¨® el arequipe?o m¨¢s famoso: la Casa Museo Mario Vargas Llosa (4) (avenida Parra, 101).
13.00 Hora de las picanter¨ªas
Hora del almuerzo, la mejor del d¨ªa teniendo en cuenta que Arequipa es la cuna de las picanter¨ªas. Esas casas de comidas tan antiguas como la fundaci¨®n de la ciudad, en 1540, que nacieron para vender chicha de g¨¹i?apo ¡ªuna bebida a base de ma¨ªz negro fermentado¡ª y hoy son verdaderos monumentos gastron¨®micos. Negocios heredados de madres a hijas y responsables, en buena medida, de que Per¨² sea uno de los mejores destinos culinarios del mundo. Aunque surgieron en el centro, ya que eran los comedores de las casas de las picanteras, la mayor¨ªa salieron a los barrios en busca de m¨¢s espacio. Solo una, La Benita de los Claustros (5), ha reabierto a una cuadra de la plaza principal, en uno de los conjuntos m¨¢s bellos de la ciudad. Canteros y escultores locales trabajaron los sillares, piedra producto del tufo de sus volcanes, a mediados del siglo XVII y lograron sintetizar las volutas barrocas y los motivos vegetales andinos con ejemplos tan sobresalientes como la iglesia de la Compa?¨ªa de Jes¨²s y sus dos claustros. La nueva sede de La Benita es una excepci¨®n en un mundo de mujeres, ya que es Roger Falc¨®n, hijo de Benita Quica?o, quien la dirige. Ella sigue regentando su negocio en el distrito de Characato (6) (plaza Principal, 114), famoso, entre otros muchos platos, por su cuy chactado (conejillo de Indias frito), un roedor que en Per¨² cr¨ªan en las casas con la misma naturalidad que en los pueblos espa?oles se ten¨ªan conejos y gallinas para el autoconsumo. Otra magn¨ªfica opci¨®n, en el barrio de Yanahuara, es La Nueva Palomino (7) (Pasaje de Leoncio Prado, 122), un puntal en el renacimiento de las picanter¨ªas que dirige con una sonrisa M¨®nica Huertas. El fuego de le?a, el bat¨¢n (un molino manual de piedra) y los productos de primera son fundamentales en la preparaci¨®n de las antiguas recetas que se sirven en las picanter¨ªas (abiertas solo para desayunos y almuerzos). Almendrado de pato, estofado de res, chupe de quinua con camarones¡, la carta de La Nueva Palomino es casi tan larga como El recetario de Arequipa, una enciclop¨¦dica obra de Alonso Ruiz Rosas.
15.00 Apocalipsis y vida contemplativa
Lo mejor para digerir tantas novedades es adentrarse en el laberinto del monasterio de Santa Catalina (8), el gran atractivo monumental de Arequipa. Fundado en 1579 por Mar¨ªa de Guzm¨¢n, ocupa m¨¢s de 20.000 metros cuadrados y est¨¢ rodeado por un muro de cuatro metros. Edificaciones de estilo colonial, calles con nombres de ciudades andaluzas y aposentos en los que las monjas de familias ricas se reclu¨ªan con sus sirvientas y esclavas. Una ciudadela dentro de la ciudad que permite asomarse a la vida contemplativa y sus contradicciones. Una arquitectura s¨®lida a prueba de ¡°los apocal¨ªpticos terremotos que asolaban con escalofriante frecuencia aquellas tierras por lo com¨²n pl¨¢cidas, f¨¦rtiles y soleadas¡±, como escribe Jorge Eduardo Benavides en su novela ambientada en Santa Catalina El enigma del convento. Si despu¨¦s del paseo apetece algo dulce, nada mejor que una visita a la pasteler¨ªa Antojitos de Arequipa (9) para probar sus famosos alfajores ¡ªtortas de ma¨ªz rellenas de dulce de leche¡ª (Portal de Flores, 144. Plaza de Armas), o pasarse por la helader¨ªa La Capricciosa (10) (calle de San Francisco, 135) y probar sabores tan tentadores como l¨²cuma, queso helado, algarrobina o pistacho de pisco.
17.00 La puesta del sol
Arequipa es tambi¨¦n famosa por sus prendas elaboradas con lana de llamas, alpacas y vicu?as, que viven a casi 4.000 metros de altura. Cam¨¦lidos que habitan en la regi¨®n de Arequipa, sobre todo en la reserva natural de Pampa Ca?ahuas, y que sirven para elaborar cuidados dise?os como los que ofrece Mundo Alpaca (11) (Alameda San L¨¢zaro, 101), donde adem¨¢s de la tienda hay un centro de interpretaci¨®n. La marca Sol Alpaca tiene varias tiendas por la ciudad, pero tambi¨¦n hay otras firmas como Fair Trade Alpaca. Despu¨¦s de las compras, hay que apresurarse para conseguir un buen sitio en las mesas de Las Terrazas (12) (Portal de Flores, 102, Plaza de Armas), desde donde se puede contemplar una fant¨¢stica puesta de sol sobre Arequipa, la Ciudad Blanca por el color de sus sillares.
20.00 Chicha y Tanta
Gast¨®n Acurio, el art¨ªfice de la gran revoluci¨®n de la cocina peruana, tiene dos restaurantes en Arequipa ideales para la cena y uno al lado del otro, en el mismo patio de una casa del siglo XVI (13) (calle de Santa Catalina, 210). Chicha, una reivindicaci¨®n de la cocina regional, y Tanta, comida casera en un ambiente m¨¢s informal. Otra opci¨®n es Zig Zag (14) (calle de Zela, 210), un coqueto restaurante abovedado que el chef suizo Michel Hediger abri¨® en 2000 para hacer lo que ¨¦l llama cocina alpandina. Y para rizar el rizo, al primer piso se sube por una escalera de caracol dise?ada por Eiffel, trofeo rescatado de una casa lime?a.
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