En casa de Pinocho

"Erase una vez¡­ ?Un rey!, dir¨¢n enseguida mis peque?os lectores. No, chicos, os hab¨¦is equivocado. ?rase una vez un trozo de madera¡±. As¨ª comienzan Las aventuras de Pinocho, un libro imperecedero publicado en 1883 y escrito por Carlo Lorenzini (1829-1890), quien eligiera como nombre art¨ªstico Collodi en honor a un peque?o pueblo ubicado en el coraz¨®n de la Toscana donde pas¨® su infancia. A pocos kil¨®metros de Florencia, y no demasiado lejos de Siena y Pisa, se encuentra esta joya medieval capaz de hacernos replantear si el desarrollo siempre reporta progreso. Ah¨ª radica la esencia de Collodi, atrapado en el tiempo en una regi¨®n cosida por hilos sumamente finos. Sus costuras atestiguan un pasado campanilista (con un apego ciego a las costumbres locales), que ocasion¨® grandes convulsiones en una tierra tan disputada como hermosa, donde permanecen la belleza de los vi?edos de Chianti, el duomo florentino de Filippo Brunelleschi, la torre inclinada de Pisa o la energ¨ªa festiva del Palio de Siena.

La leyenda cuenta que fue Totila, rey de los ostrogodos, quien fund¨® Collodi en el siglo V despu¨¦s de Cristo. La localidad se levanta sobre una colina que serv¨ªa de lugar de refugio a los habitantes de la zona. Por su posici¨®n estrat¨¦gica, se la disputaron los condados de Florencia y de Lucca entre 1329 y 1442. Tras numerosos asedios y saqueos, termin¨® por convertirse en avanzadilla de la Rep¨²blica de Lucca. Actualmente, Collodi presume de la naturaleza casi ingobernable que la rodea. Se presenta al viajero como una sucesi¨®n de casas organizadas en cascada sobre una colina. En lo m¨¢s alto se encuentra la antigua roca, una fortificaci¨®n medieval protegida por un campanile y la iglesia Pieve di San Bartolomeo (con algunos cuadros atribuidos a la escuela de Rafael).

Setos de boj

En la parte inferior de Collodi nos sorprende la majestuosa Villa Garzoni, un hermoso recinto barroco construido sobre un castillo de la Edad Media. Angiolina Orzali, la madre del autor de Pinocho, trabaj¨® durante a?os como camarera para la familia Garzoni. Retrocedemos mentalmente en el tiempo para imaginarnos al joven Carlo recorriendo estos excelsos jardines creados en el siglo XVII. Su trazado atesora un misterioso encanto que evoca el arte, el agua, las flores, la escultura, el teatro, el ¨¦xtasis sin tormento, el dolce far niente. Con reminiscencias de la Reggia di Caserta (al norte de N¨¢poles) y los jardines Bergpark Wilhelmsh?he en Kassel (Alemania), aqu¨ª trabaj¨® Francesco Juvarra y se hospedaron Napole¨®n o Vittorio Emanuele?III. Cuevas artificiales, setos de boj, esculturas, escaleras de aguas, laberintos y una casa de mariposas dibujan un panorama capaz de despertar la inspiraci¨®n de cualquier escritor en potencia.

¡°Las mentiras, hijo m¨ªo, se conocen en seguida, porque las hay de dos clases: las mentiras que tienen las piernas cortas, y las que tienen la nariz larga. Las tuyas, por lo visto, son de las que tienen la nariz larga¡±. Habla el hada mientras a Pinocho le crece la nariz. Compilados los cap¨ªtulos como novela en 1883 (Carlo Collodi hab¨ªa ido publicando el texto por entregas en una revista infantil durante dos a?os), el ¨¦xito de Pinocho fue fulgurante. La obra se tradujo a m¨¢s de cien lenguas y se convirti¨® en una met¨¢fora del hombre com¨²n (novela de aprendizaje y picaresca, cuento de hadas y comedia del arte). Tambi¨¦n se ha subrayado su italianidad, y la villa de Collodi, en una Toscana de conflictos (de los gibelinos y los g¨¹elfos medievales hasta la unificaci¨®n) sirve de met¨¢fora, con sus cicatrices, de esa historia de un trozo de madera que solo quer¨ªa ser ni?o.

{ "active": true, "code": "187895", "elementType": "offerExtension", "id": 10, "name": "FLORENCIA", "service": "tripadvisor" }