El camino de Kobo Daishi en Jap¨®n
Peregrinaje, entre mantras y ritos, por los 88 templos de la isla nipona de Shikoku
Al llegar al pabell¨®n de entrada al templo hice una reverencia bajo la mirada de piedra de los dos guardianes y me dirig¨ª hacia la pila en el patio. Un gran ¨¢rbol y dos estatuas budistas lo presiden. Tom¨¦ con mi mano derecha un cuchar¨®n de metal y bamb¨², lo llen¨¦ con el agua que sal¨ªa de la boca de un drag¨®n y la vert¨ª sobre mi mano izquierda. Repet¨ª la operaci¨®n con la otra mano y me enjuagu¨¦ la boca. As¨ª purificado hice sonar tres veces la campana para alejar a los malos esp¨ªritus. El canto de los p¨¢jaros en los ¨¢rboles se torn¨® en un repentino aleteo. En una de las dos capillas encend¨ª una vela y una barrita de incienso. Humo y fragancia se unieron a los de la pareja de henro (peregrinos) a mi lado, que entonaron el Sutra del coraz¨®n, la plegaria del Camino. Deposit¨¦ una limosna y una etiqueta con mi nombre y pa¨ªs en la caja de plata. El sacerdote sell¨® mi libro de peregrino.
Me hallaba en Jizoji, templo n¨²mero 5 del peregrinaje que hab¨ªa empezado aquella ma?ana. La visita de los templos anteriores me hab¨ªa ense?ado el ritual descrito. Recuerdo muy bien por su belleza el sendero entre un follaje oto?al que me hab¨ªa tra¨ªdo desde los templos 3 y 4. El contraste entre los muros blancos de los templos y el marr¨®n rojizo de las hojas con los rayos del sol hacia el ocaso era subyugante.
El Shikoku no Michi o peregrinaje de los 88 templos circunvala Shikoku, la menor de las cuatro islas principales de Jap¨®n, en un recorrido de 1.400 kil¨®metros. Se efect¨²a en memoria de Kobo Daishi, el Gran Maestro, quien en el a?o 804 trajo de China la variedad de budismo shingon, ¡°palabra verdadera¡±. Consiste en recitar mantras, plegarias muy cortas de poder m¨ªstico. Con el tiempo esta secta perdi¨® su influencia. Hoy solo un 5% de los templos japoneses son shingon. Pero Kobo Daishi, pintor, cal¨ªgrafo, arquitecto, educador y hacedor de milagros, es uno de los grandes referentes de la cultura japonesa.
Aguas y manantiales
Comienza el Camino en el templo de Ryozenji, cerca de Tokushima, en el lado este de la isla. Desde all¨ª se marcha en el sentido de las agujas del reloj. Una buena parte del tiempo se hace por carreteras con m¨¢s o menos tr¨¢fico. La isla es monta?osa y cubierta de vegetaci¨®n, con un tejido fluvial de aguas y manantiales que empapan las ra¨ªces y acarician las plantas. As¨ª, cuando el caminante se interna por los senderos a trav¨¦s de las monta?as y de los bosques, por las orillas de los r¨ªos o entre campos, y seg¨²n sea en primavera o en oto?o, las dos ¨¦pocas recomendables, lo hace por un escenario de verdes de todos los tonos, de blancos y de rosas de las flores o de tonos amarillos, marrones y rojizos. El camino est¨¢ se?alizado en viejas piedras, en ¨¢rboles o con carteles met¨¢licos.
M¨¢s de 200.000 personas hacen el peregrinaje cada a?o. Esperaba encontrar m¨¢s caminantes, pero la gran mayor¨ªa va en autob¨²s o autom¨®vil; algunos en moto o en bici. Sus motivos: deseos de salud, de riqueza o agradecimiento. Los m¨ªos eran curiosidad y nuevas experiencias. Los peregrinos portan el kongo-tsue, el bast¨®n s¨ªmbolo del maestro. Me hab¨ªa provisto de ¨¦l, junto con la camisa blanca y el sombrero c¨®nico de paja, en la tienda del templo 1. Con mi nuevo vestuario me hab¨ªa convertido en un henro, lo cual me permit¨ªa gozar de sus ventajas: al pasar por los pueblos era habitual que alguien me ofreciese un osettai: una taza de t¨¦, una fruta, un aperitivo, y tambi¨¦n me autorizaba a dormir en alguno de los templos, aunque es preferible alojarse en un ryokan o en un minshuku, albergues y posadas tradicionales.
Los primeros dos d¨ªas fueron f¨¢ciles; 11 templos que se alinean en el valle del r¨ªo Yoshino. Recuerdo el bello portal del templo 8 y los 333 escalones hasta el 10. El tercer d¨ªa es otro cantar. La subida desde el templo 11 hasta el 12, que Kobo fund¨® cuando ten¨ªa 100 a?os y donde se supone que domin¨® a la serpiente de fuego, es monta?a pura. Lo mismo que hasta el templo 13, Dainichiji, con su imagen del Buda principal del shingon. Ocho horas de subidas y bajadas cada d¨ªa. Dolor de rodillas y de pies al terminar la jornada. Se compensa con el escenario, una de las partes m¨¢s bellas de la isla con sus monta?as, sus panoramas y valles flanqueados de bosques. Y la sorpresa de encontrar frente a Dainichiji otro templo donde los protagonistas de su gran patio no son budas ni santos, sino estatuas de animales, leones y perros de piedra y un soberbio caballo de bronce dispuesto a elevarse por encima de las monta?as.
Sensaciones que se repetir¨¢n a la llegada a los templos 21, Tairyuji, y 22, Byodoji, tras una nueva traves¨ªa de monta?as. Hasta el 24, un santuario entre alt¨ªsimos cedros, he ido en bus; el recorrido es largo y por carretera. All¨ª, en pleno cabo Muroto, en la cueva donde medit¨® Kobo, he acabado la primera fase de mi peregrinaje. No fue solo visitar templos, sino las gentes que encontr¨¦, los paisajes y los sentimientos. Suficientes atractivos para retomar un d¨ªa el Camino, pues en el templo 3, de acuerdo con la leyenda, mi imagen se reflej¨® en las aguas del pozo. Vivir¨¦ hasta los 92 a?os. Si no se hubiera reflejado, solo tres m¨¢s.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? La isla de Shikoku se encuentra a una hora en avi¨®n desde Osaka y a hora y media desde Tokio.
? Japan Airlines, ida y vuelta a Shikoku desde Madrid, a partir de 640 euros, con dos escalas.
? Lufthansa, desde 610 euros, tambi¨¦n con dos escalas.
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