12 playas espa?olas kilom¨¦tricas
De Cofete, en Fuerteventura, a Zahora, en C¨¢diz, arenales sin problemas de aglomeraciones para amantes del senderismo, las aves y el mar
En un agosto tur¨ªsticamente congestionado, lo que a sensaci¨®n de libertad, espacio disponible y perspectiva hacia el infinito se refiere no hay espacio que dispute la supremac¨ªa de las playas kilom¨¦tricas. Es este el mundo de la rectitud, asociado a cierto misticismo, en el que no cabe parcelaci¨®n con toallas, sino integraci¨®n de personas y ecosistemas. La felicidad es un don paseando por arenas h¨²medas, a veces por enclaves que Cervantes describi¨® en el Quijote como ¡°esquivas playas, desnudas de contrato humano¡±. Sedentarios, abstenerse.
Siesta en el pinar
El Rebollo, Elche, Alicante
?Qu¨¦ arduo resulta descubrir playas dilatadas y salvajes sombreadas por amplios pinares protegidos en los que echar la siesta, seguidos de dunas de alto porte y un punto de fuga sin apenas construcciones! Bordeando el impresionante La Marina Camping & Resort ¡ªdotado con parque acu¨¢tico, spa, villas y trenecito a la playa del Rebollo¡ª, caminamos el ¨²ltimo tramo a la playa por una pasarela flotante de 650 metros. Solo en la entrada principal se registra aglomeraci¨®n, pero en cuanto el ba?ista pone tierra de por medio, amplitud total. El chiringuito aporta zona de sombra. Muchos tiran hacia el Sur, a la playa naturista de Los Tusales (Guardamar del Segura), igualmente bella e intocada y de equivalente arena fina, para acabar enseguida en la gola del r¨ªo Segura.
La playa terap¨¦utica
Carnota, A Coru?a
Uno se queda perplejo al abarcar ¨ªntegramente este horizonte atl¨¢ntico que mantiene las caracter¨ªsticas propias de la Galicia rural. Ello gracias a integrarse la playa m¨¢s amplia de Galicia -ocho kil¨®metros- en la Red Natura 2000. Despu¨¦s de fotografiar el h¨®rreo de 34 metros, una vez en la rompiente conviene ir con cuidado para no pisar sus acumulaciones dunares, valiosa zona de cr¨ªa del chorlitejo patinegro. Hay que sumar el pinar. Carnota es zona de paseo, pero tambi¨¦n de senderismo, por ejemplo entre Lira y Boca do R¨ªo; o windsurfista. Los hay que buscan potenciar la zancada practicando running descalzos. Los mayores prefieren las propiedades talasoter¨¢picas de la pisada sobre arena y la inmersi¨®n en aguas vigorizantes. La casa de aldea O Fogar do Carpinteiro organiza un retiro de yoga para septiembre.
Amarna, culto al sol
Zahora, Barbate, C¨¢diz
Al norte del faro de Trafalgar, en plena Costa de la Luz, se extiende un continuo playero que incorpora la novedad del restaurante Amarna Zahora, accesible solo a pie puesto que ocupa, rodeado de naturaleza, un antiguo cuartel de la guardia civil. Usar el aparcamiento del restaurante Sajorami (tres euros diarios), situado a 500 metros. Las mesas exteriores del Amarna Zahora, corridas y perpendiculares al mar, recuerdan las del Sajorami (de hecho pertenece al mismo propietario). Muchos ba?istas caminan despu¨¦s en direcci¨®n a la playa virgen de la Mangueta, donde siempre hay un espacio para extender la toalla, a menudo acompa?ados de naturistas. Al atardecer llega el momento de regresar al Amarna Zahora para ver caer el sol, cenar arenques y ahumados de Dinamarca -o alguna receta asi¨¢tica-, y disfrutar de actuaciones entre jueves y domingo.
Robinson por un d¨ªa
Cofete, P¨¢jara, Fuerteventura
¡°La playa m¨¢s larga, hermosa, brav¨ªa y solitaria que hubiese visto nunca¡±. Tal es la descripci¨®n que Alberto V¨¢zquez-Figueroa volc¨® en su novela Fuerteventura. Cofete genera en el viajero un efecto de pertenencia en cuanto llega a la aldea del mismo nombre, al suroeste de la pen¨ªnsula de Jand¨ªa. Antes habremos reconocido la carretera por donde bajaban a toda pastilla los carros del fara¨®n en la pel¨ªcula Exodus: dioses y reyes (2014), de Ridley Scott. Ba?arse entra?a peligro, por la fuerza atl¨¢ntica y m¨¢s todav¨ªa por esa soledad buscada que en caso de apuro se vuelve en contra del veraneante. No menos de hora y media se tarda en descubrir el denominado islote, en realidad un farall¨®n emplazado en la orilla (una maravilla); o, en direcci¨®n contraria, el roque del Moro, otro vistoso farall¨®n inclinado. En ambos casos hay que portar agua en abundancia, comida y crema solar. Mucho ojo: el seguro de los turismos de alquiler no cubre el tr¨¢nsito por pistas de tierra, al contrario que los todoterrenos.
A salvo del ladrillo
Sa Canova, Art¨¤, Mallorca
Uno de los ¨²ltimos playones v¨ªrgenes de las Baleares, enclavado en una bah¨ªa de Alcudia cerrada majestuosamente por el cabo Farrutx. Sa Canova, de 1,8 kil¨®metros, y declarada lugar de inter¨¦s comunitario (LIC), mantiene el sistema dunar, incluido dentro del proyecto Life Arena Blanca, as¨ª como un pinar hasta donde alcanza la vista, salvado del ladrillo hace tres d¨¦cadas en parte gracias al cartel del artista Miquel Barcel¨®, vecino de la zona. En S¡¯Estanyol se acent¨²a la proximidad de los pinos al mar, como bien saben los clientes del hotel Naturplaya, naturista hasta el 31 de octubre. La posidonia, cuando llega, no se retira como medida de protecci¨®n medioambiental. Y a modo de obeliscos, sobresalen torres que sirvieron como punto de referencia de tiro naval submarino.
Si entramos por Son Serra de Marina (Santa Margalida), nos toparemos con el torrente de Naborges, actualmente seco. En el restaurante Lago (con webcam playera) preparan paella y gallo de San Pedro en salsa de almendras.
Desierto en miniatura
El Fangar, Deltebre, Tarragona
Pocos destinos ecoplayeros como este de aluvi¨®n situado en la punta del Fangar, pen¨ªnsula de la zona septentrional del parque natural del Delta del Ebro. A falta de pista (los temporales no perdonan), solo resta caminar los 3,8 kil¨®metros de playa y dunas colonizadas entre el restaurante Vascos y el faro, que pone la nota de orden y civilizaci¨®n. Unos 50 minutos de caminata, a veces entre veraneantes nudistas. Portar gorra, crema de protecci¨®n solar y mucha agua. Moverse por el interior de la pen¨ªnsula est¨¢ prohibido al encontrarse los charranes en ¨¦poca de cr¨ªa, un ave muy sensible a las perturbaciones humanas. Otra especie nidificante, la gaviota picofina, ostenta en estas fechas reproductivas el pecho rosado.
Con la ayuda de Javier
Cuesta de Maneli, Almonte, Huelva
La playa espa?ola m¨¢s dilatada -unos 30 kil¨®metros de arena y acantilado de duna f¨®sil entre Matalasca?as y Mazag¨®n- goza de la protecci¨®n del Espacio Natural de Do?ana. El acceso mejor acondicionado, el de la Cuesta de Maneli, se encuentra en el kil¨®metro 39 de la A-494. Contamos con aparcamiento vigilado (dos euros) y el asesoramiento que desde hace 19 a?os dispensa Javier Palma en su aislado chiringuito de paellas y brochetas de at¨²n. La vista, hacia Matalasca?as, descansa en un horizonte de 15 kil¨®metros que provoca un compendio de sensaciones rayanas en el agradable aislamiento; a unos 400 metros hay una zona nudista. No est¨¢ de m¨¢s imponerse como objetivo senderista, a cuatro kil¨®metros, los restos de la torre del Loro, lugar perfecto para que nos sorprenda el crep¨²sculo.
Flamencos y charranes
Torre Derribada, San Pedro del Pinatar, Murcia
El parque regional Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar es, junto con Calblanque, el mejor aliado play¨ªstico en las inmediaciones del mar Menor. En la rotonda de entrada encontramos el centro de visitantes. La carretera se interna despu¨¦s entre charcas calentadoras de la salinera donde, en agosto, la colonia de flamencos alcanza su apogeo. Una pasarela comunica el aparcamiento del Coterillo con la playa de la Torre Derribada, de 2,3 kil¨®metros: ni una construcci¨®n visible hasta la Comunidad Valenciana. El bosquete fue plantado para evitar que la arena colmatara los estanques. Este arenal es doblemente afortunado: recibe constantes aportes de arena por el apantallamiento que ejerce el puerto, y no se retira la posidonia de la orilla para proteger el sistema dunar y servir de alimento a las aves. Al charrancito com¨²n es f¨¢cil reconocerlo por c¨®mo se cierne en el aire, al estilo matrix, antes de zambullirse sobre sus v¨ªctimas.
En la Albufera
La Devesa, Valencia capital
En El Saler, la ancha franja arenosa que separa la Albufera del mar Mediterr¨¢neo lleva por nombre la Devesa, y su tramo sur, entre las golas del Pujol y del Perellonet, es el mejor conservado. Tras documentarnos en el centro de visitantes del parque natural de la Albufera (Rac¨® de l¡¯Olla), los que quieran podr¨¢n acceder a las dunas rehabilitadas detr¨¢s del estany del Pujol. No dejar en el coche objetos de valor.
La seguridad que otorga para el coche el parador de El Saler compensa en verano el pago de 10 euros en concepto de aparcamiento, que luego se descuenta en cualquier gasto del parador: bar, spa, campo de golf...). Una vez en la orilla basta con caminar 200 metros para disfrutar de una tranquilidad casi milagrosa en el litoral de la capital valenciana.
Reino dunar
Razo-Baldaio, Carballo, A Coru?a
Play¨®n protot¨ªpico de la Costa da Morte. Un total de 5,5 kil¨®metros tirados a cordel y recogidos en la Red Natura 2000 por la perfecta simbiosis entre playa, marismas y complejo lagunar. El aparcamiento se encuentra junto al puente que salva el canal de desag¨¹e de la laguna de Baldaio. Despu¨¦s todo es atisbar aves o perderse sin rumbo entre uno de los sistemas dunares mejor conservados de Galicia, de un blanco refulgente y ¨¢rea de nidificaci¨®n del chorlitejo patinegro. En aguas tan brav¨ªas se agradece que los socorristas acoten las zonas de ba?o. Podemos pasar despu¨¦s en coche por Razo, donde abri¨® el primer surfcamp de Espa?a, el Raz SurfCamp. Una ¨²ltima visi¨®n: la a¨¦rea que permite la capilla de Santa Mari?a, en Razo da Costa.
Aterriza como puedas
Oyambre, Vald¨¢liga, Cantabria
Es larga la lista de playazos que sirvieron en bajamar de pistas de aterrizajes forzosos. El del P¨¢jaro Amarillo -un hotel rural y un restaurante de la zona llevan su nombre- fue de lo m¨¢s proceloso. El aparato, que cubr¨ªa el vuelo transoce¨¢nico entre Maine (EE UU) y Par¨ªs, agot¨® el combustible antes de tiempo al toparse los tres tripulantes tras el despegue con un poliz¨®n, cuyo sobrepeso forz¨® el que tuvieran que planear y aterrizar sobre el abanico de arena de 1,8 kil¨®metros que enlaza el cabo de Oyambre con la r¨ªa de la Rabia (no llegaron a Par¨ªs, pero al menos cruzaron el Atl¨¢ntico tras casi 30 horas de vuelo, y su llegada fue motivo de grandes celebraciones en la zona, como recuerda el documental El p¨¢jaro amarillo, dirigido por Juan Molina). Del monolito que lo recordaba queda la peana (hay controversia respecto a d¨®nde reubicarlo), sin contar la escalera de madera que nos deposita en la arena. Alejarse lo m¨¢s posible de los aparcamientos entra?a buscar la tranquilidad y ese marcado car¨¢cter salvaje ¨Cy bello- que distingue al parque natural de Oyambre.
Gu¨ªa
Informaci¨®n
Caminar y desnudarse
Play¨®n de Bayas, Castrill¨®n, Asturias
Con el cl¨¢sico aumentativo asturiano se nombra al arenal m¨¢s extenso del Principado, 4,7 kil¨®metros se?alizados en la carretera como El Sabl¨®n. El estrecho vial de acceso, entre boscaje, no puede ser m¨¢s panor¨¢mico (a mitad de la bajada hay una zona, junto a la Senda Norte, para hacer fotograf¨ªas). A mano derecha, entre islotes de preciosa factura, se encuentra la zona naturista de Requexinos.
El play¨®n, a partir del arroyo Llumeres, pasa a llamarse playa de Los Quebrantos (Soto del Barco); por donde despegan los aviones del aeropuerto de Asturias se ha establecido un sector canino. Los Quebrantos tambi¨¦n es accesible desde San Juan de la Arena. En su extremo oriental, una punta impide el paso en pleamar, raz¨®n de la escalinata que la salva y que sirve a su vez de mirador.
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