Casona del Boticario, perspectivas de los vi?edos riojanos

Por delante, la calle principal de San Vicente de la Sonsierra, municipio riojano de 1.000 habitantes fronterizo con ?lava que destaca por su iglesia y castillo sobre un cerro. Por detr¨¢s, las vi?as y el perfil soberano de la sierra de Cantabria.

As¨ª tuvieron los boticarios de esta villa sus vistas durante siglos. La casona actual de siller¨ªa y mampuesto data del siglo XVIII, ¨¦poca en que la pujanza del vino hizo pr¨®spera la antigua frontera entre Castilla y Navarra. Nada menos que 1.700 hect¨¢reas de vi?edo y 20 bodegas florecen a su alrededor.

El enoturismo ha venido a a?adir dividendos a este emporio. Hace solo tres a?os, los herederos de la casa decidieron convertirla en hotel, visto el auge que cobraban en la regi¨®n las visitas a bodegas con catas de vinos y noche en alg¨²n hito monumental.

Fachada de piedra

Mayans Pombo ven¨ªa de la academia gastron¨®mica, donde aprendi¨® todo lo que se puede entender sobre el vino m¨¢s all¨¢ de degustarlo y descorchar otra botella en se?al de felicidad. Es cierto que en el arte de la hospitalidad le falta a¨²n recorrido, lo que el paso del tiempo y el empe?o personal resolver¨¢n. Su esposo, el arquitecto Benito Prellezo, acarre¨® piedras con el prop¨®sito de recuperar la pr¨ªstina habitabilidad de la vivienda. Y, con ella, la falta de luz, esa sensaci¨®n claustrof¨®bica que proteg¨ªa a sus antiguos moradores de las inclemencias exteriores.

Los interiores est¨¢n en las ant¨ªpodas del minimalismo funcional. Un barroquismo especulativo que contrasta, sin embargo, con la pulcritud de perspectivas lograda por el propietario, afanado en obtener el plano y su contraplano en el entramado de vidrios que resguarda las escaleras. Se mire por donde se mire, el paisaje enotur¨ªstico cobra vida mil veces repetido en ese juego especular urdido desde las habitaciones. Los cristales introducen el perfil de la sierra adentro, como una m¨¢xima terap¨¦utica de la recordada botica de tiempos pasados.

Junto a estos destellos arquitect¨®nicos, la vetusta y sombr¨ªa presencia del mobiliario. Mejor tono presentan las habitaciones, especialmente las que proyectan un balc¨®n hacia el vi?edo. Aunque, siempre, la inc¨®moda decoraci¨®n de varios de los cabeceros, las ara?as cenitales, algunos de los sillones un punto viejunos.

Enclaustrado en el calado original de la casa, el desayuno se nos antoja m¨¢s frailuno que farmac¨¦utico. Adi¨®s inyecci¨®n de optimismo matinal. Menos mal que la propietaria acude a reparar los sinsabores con su conversaci¨®n animosa.