Una puerta para regresar al siglo X
Escapada al Bierzo, tierra de celtas, romanos, visigodos y templarios, de carb¨®n y vi?as, de buen comer y buen beber, de fabulosos p¨®rticos moz¨¢rabes y discotecas
Ser¨¢ por estar amurallados en monta?as. O por esa extra?a localizaci¨®n que no les hace ni gallegos, ni asturianos, ni leoneses, pero con un poco de cada. Pero los bercianos son gente identificable. M¨¢s all¨¢ del acento (de nuevo: ni gallego, ni asturiano, ni leon¨¦s, pero un poco de cada), se observan rasgos comunes en buena parte de la comarca: los bercianos son sencillos, recios, orgullosos, pacientes, reservados pero no desconfiados y bastante alegres. Y comparten una cosa m¨¢s: un sentimiento de pertenencia genuino hacia una tierra que tiene de todo. Un paraje natural, gastron¨®mico y cultural impresionante que seguir¨ªa mereciendo la pena visitar si sus habitantes no fueran quienes son. Pero lo que hace del Bierzo un lugar ¨²nico es precisamente su gente. Sus paisanos, como se dicen entre ellos.
Un buen viaje al Bierzo dura un puente largo, tal vez una semana. Si no se dispone de tanto tiempo, puede hacerse una versi¨®n recortada en funci¨®n de los intereses de cada uno. Nuestra escapada tiene como centro de operaciones la capital, Ponferrada (de 67.000 habitantes), que es tambi¨¦n el eje de la vida berciana y el centro f¨ªsico (y se dir¨ªa que gravitatorio, al estar en medio de una olla de montes) de la comarca. Moverse en coche es f¨¢cil, todo est¨¢ a un paseo, aunque hay que tener ma?a en algunas carreteras, sobre todo con nieve o con la t¨ªpica niebla que inunda de cuando en cuando el lugar. Iremos principalmente al sur y al oeste, pero cualquier rumbo es agradecido. El Bierzo es bonito en cualquier ¨¦poca, pero en oto?o adquiere un encanto especial (es tierra de casta?os, nogales y ¨¢rboles frutales), sus laderas se vuelven multicolores y su cocina empieza a estar justificada por las temperaturas.
La capital
Ponferrada creci¨® hasta alcanzar un tama?o respetable con el auge de la miner¨ªa, con cuyo declive todav¨ªa lidia. La capital del Bierzo se divide claramente en dos zonas, la alta y la baja, separadas por el r¨ªo Sil. Arriba est¨¢ casi todo lo que hace falta ver, empezando por el castillo templario y la bas¨ªlica. El castillo, hoy rehabilitado tras a?os de deterioro, es el s¨ªmbolo de la ciudad y permite al viajero empaparse del pasado de la zona. La bas¨ªlica est¨¢ consagrada a la Virgen de la Encina, patrona del Bierzo, y recibe cada a?o a miles de peregrinos como parte del Camino de Santiago. El casco antiguo de la ciudad ofrece tambi¨¦n un interesante paseo en el que nos toparemos entre plazas con la Torre del Reloj, que es la ¨²nica exenta que existe en Espa?a.
Paseando nos podemos encontrar con espacios interesantes como el Museo de la Radio (iniciativa del periodista Luis del Olmo, insigne ponferradino) o el del Ferrocarril. Pero el museo m¨¢s destacado no se encuentra tan a tiro. Para ir al Museo Nacional de la Energ¨ªa es preciso desviarse, ya que se ubica en una antigua central rehabilitada a las afueras de Ponferrada. All¨ª podremos entender lo que ha significado el carb¨®n en la vida de generaciones de bercianos y aprenderemos ciencia, especialmente en el apartado de la energ¨ªa t¨¦rmica.
La capital del Bierzo encierra otros atractivos que van m¨¢s all¨¢ de su centro hist¨®rico y de sus museos y que tienen que ver con su animada vida social. Casi en cualquier bar se sirve el corto (el nombre oficial de las ca?as) o el vino con una generosa tapa a elegir. Menci¨®n especial para las patatas bravas de El Bodeg¨®n, en pleno barrio viejo, que con raz¨®n suelen figurar entre las mejores de Espa?a. Ponferrada tiene una vida nocturna tremendamente activa para su tama?o. A un n¨²mero razonable de conciertos cada mes hay que a?adir la calidad de sus pubs y discotecas. El indie nacional e internacional suena en bares como el Chelsea o el Bombardier y, m¨¢s tarde, en el Morticia. Pero cuidado con la resaca, que en el Bierzo hay mucho que ver y conviene levantarse temprano.
El valle de los eremitas
¡°El Bierzo es una asamblea de valles a punto de despertar¡±. Lo evoca Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957), premio Nacional de Poes¨ªa en 2009 por La casa roja (Calambur). Buscando esos valles nos desplazamos al sur. ¡°Los bercianos, todo el mundo lo sabe, son gente fraterna, personas rotundamente claras que, con raz¨®n o sin ella, dicen lo que piensan¡±, comenta el poeta y artista visual. Esa honestidad brutal la tiene la guardesa de la iglesia de Santiago de Pe?alba, joya de la arquitectura moz¨¢rabe, del siglo X, ubicada en pleno valle del Silencio, un valle de eremitas que, misticismo rom¨¢ntico al margen, se conoce tambi¨¦n como valle del Oza o Valdueza. ¡°Ven¨ªs a mala hora¡±, es lo primero que dice la guardesa desde su casa a un grupo de visitantes que ha llegado en plena lluvia torrencial. Luego saca un paraguas como maldiciendo su suerte, acompa?a a los viajeros y les explica apasionadamente, con todo detalle, la historia de la edificaci¨®n. Y, siguiendo con la sinceridad, relata los problemas administrativos para su adecuada conservaci¨®n.
Los turistas se despiden de la guardesa, ya ganados para la causa, y deciden seguir explorando el valle. Se marchan contentos porque han podido admirar la entrada de la iglesia, un doble arco visigodo con columna central que, seg¨²n Jacques Fontaine, ¡°es la m¨¢s perfecta puerta de su g¨¦nero de todo el arte moz¨¢rabe¡±. Solo por verla ha merecido la pena llegar hasta aqu¨ª.
Desde Pe?alba se pueden emprender rutas a pie no demasiado exigentes como el sendero circular de la Tebaida Berciana, de unos 18 kil¨®metros, pero de recorrido f¨¢cil. Descubriremos la magia del silencio que ya encontraron los monjes hace m¨¢s de mil a?os, y seguiremos su rastro por iglesias y monasterios, como el de San Pedro de Montes (siglo VII), cuyas ruinas son bien de inter¨¦s cultural. El camino discurre junto al r¨ªo y entre frondosos bosques de casta?o y nogal, para volver a los tejados de pizarra de Pe?alba, un pueblo encantador que resume la arquitectura popular de la zona. La ruta de Valdueza contin¨²a en San Crist¨®bal, hogar del segundo tejo milenario de Europa, donde se puede disfrutar de una buena comida y admirar desde su posici¨®n privilegiada buena parte de la comarca.
Cicatriz romana
Las M¨¦dulas, sin embargo, no se ven hasta que no est¨¢s m¨¢s cerca. Este paraje medio marciano, como salido de Avatar, no surgi¨® porque s¨ª. Antes de que cualquier templario hiciera un castillo, antes de que hubiese monjes (era antes de Cristo), antes incluso de que se plantase un tejo que iba a cumplir m¨¢s de mil a?os, en el Bierzo (Bergidum) estuvieron los romanos. Y su ansia minera por recolectar oro dej¨® este panorama impactante que es patrimonio mundial desde 1997. Un recordatorio brutal de hasta qu¨¦ punto puede el ser humano influir sobre el paisaje. Una mina a cielo abierto de m¨¢s de 2.000 a?os, ¡°una pr¨¢ctica heredada hasta hoy, con la irreversible depredaci¨®n de canteras y minas a cielo abierto¡±, denuncia Mestre. Solo a unos pasos de Las M¨¦dulas sobreviven canteras en teor¨ªa ilegalizadas. Obligado es que la ruta pase por el mirador de Orell¨¢n. Y por el t¨²nel que nace junto al mirador y que llega a una escenogr¨¢fica bocana desde la que se admira el yacimiento, con los ocres de la tierra en vigorosa simbiosis, en esta ¨¦poca del a?o, con las hojas amarillentas de los casta?os oto?ados.
Historia entre vi?edos
Al norte de Las M¨¦dulas, rodeada de vi?edos, se encuentra Villafranca del Bierzo, la capital hist¨®rica de la zona antes del boom de Ponferrada. Entre las hect¨¢reas de vi?as aleda?as est¨¢ Castro Ventosa, yacimiento arqueol¨®gico con importantes restos de lo que fue una fortificaci¨®n romana y prerromana. Villafranca es el punto de partida perfecto para emprender una nueva ruta de naturaleza y cultura. ¡°Yo recomendar¨ªa la peque?a senda de Trevijano, que saliendo de Villafranca bordea la ribera del Burbia, bajo el antiguo barrio jud¨ªo de Los Tejedores. Lleva en verano a la felicidad, en oto?o a la melancol¨ªa, en invierno a lo misterioso y en primavera al cielo¡±, cuenta Juan Carlos Mestre, que sabe como buen villafranquino que el del Burbia es un camino que se puede alargar al gusto. Si el viajero sigue hasta Campo del Agua puede descubrir algunas de las ¨²ltimas pallozas, las casas celtas de la zona.
De vuelta a Villafranca, es momento de disfrutar de la gastronom¨ªa de la zona. Cualquier restaurante o mes¨®n servir¨¢. El Don Nacho se llena con facilidad, se?al inequ¨ªvoca de calidad y buen trato. Todo es bueno. Merece la pena probar el botillo, el plato ¡°nacional¡± del Bierzo, que consiste en algo tan poco atractivo como efectivo: introducir en el ciego del cerdo los restos de su despiece, cocer y acompa?ar con grelos y cachelos. La carta de vinos, siempre con preferencia para la denominaci¨®n de origen local (el ¨²ltimo orgullo berciano), es muy larga. Despu¨¦s del postre habr¨¢ tiempo para recorrer el pueblo, desde la calle del Agua hasta su plaza Mayor y su colegiata; incluso para ganar la ¨²ltima indulgencia antes de Compostela (solo para peregrinos) en la iglesia de Santiago.
Entre Villafranca y Ponferrada, adem¨¢s de bodegas por doquier, est¨¢n Corull¨®n y Carracedelo, con el monasterio de Santa Mar¨ªa de Carracedo, que a¨²na el g¨®tico y el rom¨¢nico debido a sus numerosas reformas. En Corull¨®n el rom¨¢nico es el protagonista, principalmente en las iglesias de San Esteban y San Miguel.
Gu¨ªa
Visitas
? Centro de visitantes de Las M¨¦dulas (+34 987 42 07 08).
? ENE, Museo Nacional de la Energ¨ªa. En Ponferrada. Abre viernes, s¨¢bados y domingos. Entrada, 3 euros.
Informaci¨®n
? Turismo del Bierzo.
? Turismo de Le¨®n.
? Turismo de Castilla y Le¨®n.
Finalmente, y ya para los senderistas que quieran experimentar la visi¨®n de crestas imponentes, la ascensi¨®n al Catoute, uno de los picos m¨¢s altos de la comarca, de 2.117 metros, es una opci¨®n que nunca defrauda. ¡°Agua y piedra son las materias m¨¢gicas de este territorio en el que se funde la vida con la historia, los r¨ªos con los hayedos, la nieve con el canto de los ¨²ltimos urogallos¡±, relata Juan Carlos Mestre. Aunque es complicado ver u o¨ªr un urogallo por la zona desde hace a?os, por culpa de su caza indiscriminada, la subida al Catoute es espectacular tanto por la cara de Salentinos como por la de Colinas del Campo de Mart¨ªn Moro Toledano, pueblo con uno de los nombres m¨¢s bonitos y largos de Espa?a. A¨²n m¨¢s curioso porque es un nombre que resume la convivencia de cristianos, musulmanes y jud¨ªos. El urogallo es esquivo, pero el oso pardo y el lobo siguen haci¨¦ndose notar en esta reserva natural. Otro motivo m¨¢s para acercarse a disfrutar del mundo que encierra el Bierzo.
El auge de las uvas godello y menc¨ªa
De Cacabelos a Villafranca, todo son vi?as. Todo son bodegas. Jos¨¦ Luis Prada ha vivido la evoluci¨®n del turismo en el Bierzo en primera persona. "Hace 40 a?os esto no lo hac¨ªa nadie. Solo yo", reivindica con el pecho henchido el creador de Prada A Tope, la empresa de productos de la tierra y turismo rural a la que ha dedicado una vida, y que lleva su cara (de joven, cuando recorr¨ªa el mundo en plan hippy en un coche de colores) en el emblema. Hoy su principal activo es el Palacio de Canedo, una propuesta que engloba un buen alojamiento rural (en una casona del siglo XVIII restaurada), enoturismo, turismo gastron¨®mico (atenci¨®n a los pimientos bercianos, que Prada A Tope manufactura all¨ª mismo) y actividades de comuni¨®n con la ?naturaleza en un entorno que el propio Prada se encarga de mejorar.
Conocer a un personaje como Jos¨¦ Luis Prada es un atractivo m¨¢s. Pero no el ¨²nico.Jos¨¦ Manuel Ferreira es el en¨®logo de Prada A Tope. ?l hace las funciones de gu¨ªa en una visita por la bodega y las vi?as adyacentes a la casa. Todo el proceso de la bodega y del resto de productos es artesanal. Todo tiene certificado de producto ecol¨®gico. "Abrimos la bodega en 1989 y hasta hace poco no hac¨ªamos m¨¢s de 25.000 botellas. Hoy hacemos 150.000 al a?o, de diferentes tipos de uva, con distinta maduraci¨®n y distintos procesos, desde blancos y tintos hasta ?espumosos y fermentados", cuenta Ferreira, que sabe, como todos los ?en¨®logos, que es la ?orograf¨ªa del terreno berciano la que concede a sus vinos su especial car¨¢cter, y la que permite crecer a sus dos uvas aut¨®ctonas: godello y menc¨ªa.
El vino del Bierzo ha vivido una espectacular transformaci¨®n en los ¨²ltimos a?os hasta situarse en unos est¨¢ndares de calidad y valoraci¨®n envidiables. Hoy es parte de la identidad de la comarca y de no beberse en ning¨²n sitio ha pasado a ser un eje de la econom¨ªa. Ahora el reto es difundir la idea de que es un lugar ideal para aprender a disfrutar del vino desde la cepa. En esa l¨ªnea, Prada organiza eventos (fiestas) para dar a conocer sus productos. Una apuesta exitosa basada en el buen trato, en hacer sentir al visitante como en casa, como lo es la de otras bodegas tradicionales como Luna Beberide, en Cacabelos. La f¨®rmula tradicional se combina con otros proyectos basados en la sofisticaci¨®n, empezando por el propio dise?o de las bodegas. Es el caso de Bodegas Losada, junto a Villafranca, cuyas instalaciones fueron ideadas por el arquitecto Jes¨²s Manzanares. A su vasto vi?edo, que produce m¨¢s de 250.000 botellas distribuidas en parcelas seg¨²n el tipo de terreno bajo la mirada de su en¨®logo, Amancio Fern¨¢ndez, hay que a?adir una bodega semienterrada, que evita incidir en el paisaje y mejora el proceso de maduraci¨®n, y que puede visitarse con llamar un d¨ªa antes. Un dise?o destacable que pronto se medir¨¢ con el que se construye ahora en Corull¨®n, obra del arquitecto Rafael Moneo para Bodegas Palacios.
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