Valporquero, a media luz
Una ins¨®lita visita solo con linternas a la cueva leonesa que celebra sus 50 a?os de apertura al p¨²blico
Lleva ah¨ª un mill¨®n de a?os. Pero solo hace 50, desde julio de 1966, que cualquiera puede disfrutar de la cueva de Valporquero, en Le¨®n. No es necesario ser espele¨®logo, basta con la simple precauci¨®n de portar un buen calzado c¨®modo y una chaqueta para disfrutar con los caprichos del agua en la roca de una de las cuevas visitables m¨¢s bonitas de Espa?a. Le propongo a mi hijo David, el quincea?ero de la casa, un plan: que se una al grupo para recorrer los tres kil¨®metros, ida y vuelta, acondicionados al p¨²blico. Para darle emoci¨®n, nos apuntaremos a la visita nueva y especial que figura en el programa, Valporquero ins¨®lito: la ida es con la luz de una peque?a linterna frontal, y la vuelta ya con la escenogr¨¢fica iluminaci¨®n del recorrido habitual encendida.
El simple trayecto desde la ciudad de Le¨®n hasta Valporquero, de unos 45 kil¨®metros, ya merece la pena. Se llega siguiendo el curso del r¨ªo Tor¨ªo y se atraviesan las espectaculares hoces de Vegacervera, en cuyos paredones se curten los aficionados a la escalada y en cuyas riberas disfrutan los amantes de la ornitolog¨ªa observando alimoches, ¨¢guilas ratoneras, colirrojos tizones, treparriscos, escribanos, pardillos o chovas. Un poco antes de la cueva, desde un mirador a 1.300 metros de altitud, se otean los bosques y picos de la cordillera Cant¨¢brica y de la reserva de la biosfera de Los Arg¨¹ellos hasta donde alcanza la vista.
Gu¨ªa
Horarios y reservas
? La cueva de Valporquero abre todos los d¨ªas de mayo a septiembre, entre 10.00 y 18.00. Dispone de tres recorridos guiados de diferente duraci¨®n, cuyos horarios, precios y reserva de entradas se pueden consultar en la web www.cuevadevalporquero.es.
Las visitas ordinarias a la cueva comienzan a las 12.30. Pero esta ruta ins¨®lita con poca luz arranca a las 9.30 y requiere haber reservado en la web de la cueva o por tel¨¦fono. Se organizan dos a la semana, jueves y s¨¢bados, y cuesta 18 euros.
De entrada, la Gran Rotonda
Sin m¨¢s pre¨¢mbulo que recoger la linterna frontal y vestir una funda blanca que facilitan con la entrada ¡ªDavid sonr¨ªe, comienza la aventura¡ª, los gu¨ªas conducen al grupo a trav¨¦s de un t¨²nel hasta la boca de la cueva.
Uno de ellos explica ante un panel su origen geol¨®gico, en el pleistoceno, con el arroyo que fue excavando con tenacidad hacia el interior. De repente, nada m¨¢s entrar, se abre una sala de 5.600 metros cuadrados y 20 de altura de cuyo techo cuelgan miles de agujas de piedra y de cuya base surgen otras que parecieran querer estirarse hasta abrazar a las de arriba. Es la Gran Rotonda, una cavidad grandiosa tanto a la luz de las linternas, en la ida, como iluminada a la vuelta, el lugar donde el r¨ªo se esconde hacia el cauce inferior actual (en oto?o y primavera el paso del agua y el lago que forma son toda una sorpresa, y, en verano, varias empresas ofrecen un recorrido de aventura de moderada dificultad).
La sala de las Hadas
Desde la Gran Rotonda se accede a la sala de las Peque?as Maravillas, caprichosas formas calizas que los gu¨ªas han ido bautizando con nombres como Torre de Pisa, ?rgano, Virgen y Ni?o, Fantasma¡ David se divierte encontrando el parecido, y se queda tambi¨¦n impresionado con la siguiente sala, la de las Hadas, entre fastuosas coladas, cascadas y una bell¨ªsima concentraci¨®n de estalactitas que dan rienda suelta a la fantas¨ªa.
Por la Gran V¨ªa
Luego hacemos parada en el lugar m¨¢s t¨¦trico, el Cementerio, donde se apilan estalactitas y estalagmitas da?adas no solo por la acci¨®n humana, sino tambi¨¦n por movimientos s¨ªsmicos.
Mientras el grupo, formado por una docena de personas, sigue sin pesta?ear, alcanzamos la llamada Gran V¨ªa, una inmensa galer¨ªa de 40 metros de altura de cuya c¨²pula cuelgan incontables aguijones y cascadas petrificadas. Viene despu¨¦s la sala de la Columna Solitaria, de singular belleza natural, entre un bosque de los m¨¢s incre¨ªbles pin¨¢culos. Es, como se?ala el ge¨®logo Ovidio Altable, secretario de la Asociaci¨®n de Cuevas Tur¨ªsticas Espa?olas y jefe del servicio de Turismo de la Diputaci¨®n de Le¨®n, uno de los puntos m¨¢s bellos, junto con la Gran Rotonda y el final del recorrido. Para ¨¦l, la visita en penumbra por la cueva es ¨ªntima y experimental.
La luz de Bohigas
Lo mejor espera al final. Cuando se alcanza el espacio Maravillas se comprende el nombre. El fondo de la cueva concentra decenas de miles de estalactitas, coladas, columnas y formas calizas surgidas del goteo milenario del agua. Esta visita ins¨®lita en semioscuridad nos permite percibir el espacio en una especie de fantasmagor¨ªa de formas que se reflejan en un lago cristalino.
Y antes de iniciar el regreso, el punto ¨¢lgido de esta visita llega cuando se encienden las luces y de la penumbra pasamos a la fant¨¢stica iluminaci¨®n creada en 1965 por el arquitecto barcelon¨¦s Oriol Bohigas.
El conjunto aparece inmenso y los visitantes vuelven sobre sus pasos mientras redescubren la cueva desde la perspectiva de la luz.
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