Fontainebleau y otras cuatro excursiones maravillosas cerca de Par¨ªs
De la mano de la escritora francesa Florence Delay descubrimos este palacio cercano a Par¨ªs, en el que triunf¨® el arte y la voluptuosidad, as¨ª como las casas de Dumas y Debussy
Este peque?o municipio del departamento del Sena y Marne estar¨¢ siempre ligado a su palacio, principalmente renacentista, y al arte, y es, por su escasa distancia de Par¨ªs (apenas 55 kil¨®metros), su reputaci¨®n burguesa y su espectacular bosque, uno de los consuelos favoritos de los parisienses y una depuradora escapada oto?al. Basta con acercarse a la Gare de Lyon y tomar un tren transilien (17 euros, ida y vuelta) en direcci¨®n Montargis para, en 40 minutos, aparecer en la estaci¨®n compartida por Fontainebleau y Avon.
La reciente publicaci¨®n de A m¨ª, se?oras m¨ªas, me parece (Acantilado), de Florence Delay, 31 relatos atravesados de fina iron¨ªa que reconstruyen la historia del palacio de Fontainebleau, nos anima a visitar este imponente monumento y sus jardines, rodeados hoy de 45.000 plantas, capricho de Francisco I, que a partir de un castillo anterior levant¨® en el siglo XVI una edificaci¨®n abocada a albergar el arte m¨¢s influyente de origen italiano hasta el punto de crear un estilo y una escuela propios: la escuela de Fontainebleau.
Delay, escritora, actriz, traductora, guionista y, desde el a?o 2000, miembro de la Academia Francesa, da vida y voz a las damas imaginarias y reales que adornaron las paredes y vivieron las fiestas, la lujuria, los antojos y algunas excentricidades del palacio, as¨ª como a los reyes que lo habitaron y los pintores y artistas que crearon bajo su influjo. Los textos sirven de gu¨ªa para descubrir la relaci¨®n de los cuadros y los objetos con la vida, adem¨¢s de que cuentan an¨¦cdotas y concubinatos. As¨ª, de primeras, sabemos que el nombre del palacio tiene su origen en el d¨ªa en que un rey sali¨® a cazar y su perro, llamado Bleau, se perdi¨®. Como era el favorito del monarca, los guardas lo buscaron con empe?o hasta hallarlo junto a una fuente del bosque en la que, cansado del esfuerzo, beb¨ªa agua. ¡°Y como nadie conoc¨ªa aquella fuente, y les pareci¨® que el perro era el primero en descubrirla, desde entonces se la llama Fuente de Bleau¡±. Fontainebleau.
El palacio ejerce de museo desde el siglo XIX, y en 1981 fue declarado patrimonio mundial por la Unesco. Residencia de reyes desde el siglo XII hasta la ca¨ªda de Napole¨®n III en 1870, aqu¨ª vivieron 36 monarcas franceses y aqu¨ª se recibe a cerca de un mill¨®n de turistas al a?o. No hay que asustarse ante las hordas de excursionistas asi¨¢ticos con ojos de par en par que manejan sin reposo el ipad como c¨¢mara. La entrada (11 euros) permite visitar los jardines, el palacio, el patio de la Fuente, el patio de Oficios, el patio ovalado, la exquisita Puerta Dorada, el estanque de las Carpas (que precede al jard¨ªn ingl¨¦s) y el Gran Parterre. Toda una experiencia que culmina en el despacho del emperador Napole¨®n III. Los Grandes Aposentos (grands app¨¤rtements) son uno de los recorridos m¨¢s impactantes. La Galer¨ªa de los Fastos y la Galer¨ªa de los Platos rememoran distintos acontecimientos acaecidos en el palacio.
Las salas renacentistas, el sal¨®n de baile y la Galer¨ªa de Francisco I son algunos de los lugares m¨¢s fotografiados. Las primeras conservan frescos y estucados elaborados por el italiano Rosso Fiorentino, uno de los primeros y m¨¢s destacados exponentes toscanos del manierismo pict¨®rico; el pintor al que Delay califica como extraordinario, el que no pretend¨ªa sorprender, porque era sorprendente. ¡°Lejos de Miguel ?ngel, cuya fuerza acuerda lo divino con lo humano, ¨¦l acent¨²a, creo yo, su desa?cuerdo. La intrincaci¨®n del amado claro y el amado oscuro¡±. Nombrado r¨¢pidamente pintor ordinario del rey, el Rosso tuvo bajo su responsabilidad todos los edificios, pinturas y decoraciones de Fontainebleau. Cuando se suicid¨® envenen¨¢ndose, Enrique II y Catalina de M¨¦dicis lo sustituyeron por Francesco Primatticcio.
Y a prop¨®sito de Catalina de M¨¦dicis y Enrique II, qu¨¦ bien y con qu¨¦ picard¨ªa cuenta Delay el m¨¦nage ¨¤ trois entre ellos dos y su amante Diana de Poitiers. Parece ser que la afici¨®n de Enrique al sexo al amanecer ven¨ªa de que las noches estaban dedicadas a Catalina, poco agraciada a juzgar por el famoso retrato de Fran?ois Clouet. Tras despertar, la urgencia arrastraba a Enrique a Diana con ojos desorbitados, y es que, como se?ala Delay: ¡°Seg¨²n quienes gustan de damas galantes, con el calor y el fuego de la noche, tan dulces, el co?o, cocidito y confitado, est¨¢ mejor por la ma?ana, m¨¢s sabroso¡±.
Enso?ados en la chispeante gracia de Delay paseamos el palacio de puntillas para asombrarnos con su buen estado de conservaci¨®n. Entre mesas imperiales y habitaciones de Napole¨®n, salones de recepci¨®n con techos tallados por Ambroise Perret en 1558, escritorios de ¨¦bano de Luis XIV, la capilla de San Saturnino, la galer¨ªa de Diana o el exquisito sal¨®n Luis XIII ¡ªque naci¨® aqu¨ª mismo en 1601¡ª, con cuadros y techo del pintor flamenco Ambroise Dubois, descubrimos o imaginamos escenas de adulterio, as¨ª como personajes hist¨®ricos de leyenda. Francisco?I, que lo utilizaba solo como pabell¨®n de caza; Enrique II; Catalina de M¨¦dicis; Enrique IV o la propia Margarita de Valois, a quien tanto le gustaba Boccaccio y su literatura y que se cas¨® varias veces. Simone de Beauvoir escribi¨® sobre ella: ¡°Fue la escritora que mejor sirvi¨® a la causa de su sexo, que propuso contra la licencia de las costumbres un ideal de misticismo sentimental y de castidad sin mojigater¨ªa, tratando de conciliar amor y matrimonio para honor y dicha de las mujeres¡±.
Margarita escribi¨® el Heptamer¨®n en 1542, conjunto de 72 historias atrevidas y breves contadas a lo largo de siete d¨ªas por diez viajeros retenidos por el mal tiempo en una abad¨ªa. Una clara imitaci¨®n a Boccaccio y su Decamer¨®n (1351).
La inspiraci¨®n de Monet
A la salida, en la tienda de souvenirs destaca, por encima de todos, uno: la escultura del perro Bleau a tama?o natural. Cuesta 3.700 euros, pero parece dispuesto a salir a las 11 hect¨¢reas del Gran Parterre y, por supuesto, a perderse de nuevo en el bosque que aguarda tras el jard¨ªn ingl¨¦s y que tan determinante fue en el siglo XIX para escritores rom¨¢nticos y para pintores paisajistas del talento de Th¨¦odore Rousseau (que se instal¨® en Barbizon, justo del otro lado) o Eugene Cuvelier. Y es que el bosque de Fontainebleau es un taller con las dimensiones de la naturaleza que transitaron Corot, Millet, Renoir, Sisley, Bazille y posteriormente Seurat, Redon, Derain o Picasso, adem¨¢s de ser la escenograf¨ªa del cuadro-manifiesto de Monet Desayuno en la hierba, emblema de la vida moderna.
Pensando precisamente en perderse, hay turistas que acarician el hocico de Bleau como si fuera el pez¨®n de Agn¨¨s Sorel que tan bien pint¨® Jean Fouquet (el libro de Florence Delay incluye cap¨ªtulos con t¨ªtulos como Primer elogio del pez¨®n o Senos belifontanos).
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? En coche, Fontainebleau est¨¢ aproximadamente a una hora al sureste de Par¨ªs. Se puede llegar en tren (de Gare de Lyon a la estaci¨®n de Fontainebleau-Avon) y luego autob¨²s (l¨ªnea 1). Otra opci¨®n son los autobuses tur¨ªsticos de Paris City Vision, que salen de Par¨ªs (2 Rue des Pyramides) en una ruta que para tanto en Fontainebleau como en el castillo de Vaux-le-Vicomte.
Informaci¨®n
? Castillo de Fontainebleau. Abre al p¨²blico de 9.30 a 17.00 (entre abril y septiembre, hasta las 18.00). Martes cerrado. Entrada adulto, 11 euros.
?www.visitparisregion.com.
Y si apetece vivir una anacr¨®nica experiencia (muy acorde a los tiempos que inspiran a la autora), conviene saber que en un rinc¨®n del mismo palacio se encuentra el Cercle du Jeu de Paume de Fontainebleau (squashjeudepaume.com), donde se pueden tomar clases de este tenis ancestral, el deporte m¨¢s antiguo de los que se practican en Francia. Por 20 euros la hora, se imparten clases que dejan a cualquiera satisfecho y listo para acudir a la Fromagerie Barth¨¦l¨¦my para comprar la c¨¦lebre mousse a¨¦rea y condenadamente voluptuosa (mitad nata fresca, mitad queso blanco) llamada fontainebleau, y comercializada por este ilustre fromagier con tienda en Par¨ªs (Rue de Grenelle) y en el 92 de la Rue Grande de Fontainebleau. En abril, el peri¨®dico Le Monde dedic¨® una p¨¢gina a este vicio capaz de llevar a la perdici¨®n al m¨¢s sensato. El articulista J. P. Gen¨¦ afirmaba que el d¨ªa en que los diet¨¦ticos y los nutricionistas tomen el poder deber¨¢n colocar el fontainebleau en la lista negra y conducir a sus autores a la Place de la Greve para guillotinarlos. Aunque no es seguro que el pueblo de Par¨ªs vaya corriendo a aplaudir al verdugo, pues, en el pa¨ªs de Rabelais, los sepultureros del gusto nunca han tenido buena prensa. El problema, o la suerte, es que la receta original no ha sido registrada y cada cual hace una versi¨®n.
Cuatro escapadas ?en la ?le-de-France
'Ch?teau' de Monte Cristoy parque Alejandro Dumas
Todo aquel que haya visto la estupenda pel¨ªcula L'autre Dumas, de Safy Nebbou, se har¨¢ una idea de la grandeza de esta mansi¨®n. Alejandro Dumas (1802-1870), uno de los escritores franceses m¨¢s populares de todos los tiempos, mand¨® construir este monumental ch?teau en una finca de nueve hect¨¢reas en 1844 para homenajear a su propia gloria. Era la ¨¦poca de su apogeo. Siempre fue un maestro en el derroche, dilapidaba fortunas como escrib¨ªa cap¨ªtulos. En la fachada todo es poco: motivos florales, ¨¢ngeles y tallas con los rostros de Homero, Shakespeare, Goethe y, por supuesto, el suyo propio sobre la puerta de entrada. En lo alto, sus iniciales y una de sus m¨¢ximas m¨¢s amenazantes: "J'aime qui m'aime" (amo a quien me ama). En 1947, para la fiesta de cremaillere (inauguraci¨®n) invit¨® a m¨¢s de 600 personas. Fueron muchas las noches de fiesta y extravagancias entre mobiliario ostentoso, y tambi¨¦n de conflictos como el que retrata la pel¨ªcula con su colaborador Auguste Moquet, enfrentados por el amor de la joven Charlotte. Hoy las tensiones ya no se perciben, pero la visita al castillo y al parque dan cuenta de la grandiosidad que rode¨® al autor de Los tres mosqueteros.
Casa natal de Claude Debussy
Galardonada con la distinci¨®n de Maison Illustre, aqu¨ª naci¨® el 22 de agosto de 1862 Claude Debussy, compositor (entre tantas obras) del tr¨ªptico sinf¨®nico La mer, o el genial drama l¨ªrico Pell¨¦as et M¨¦lisande. Amigo de Satie, asiduo de las tertulias de Mallarm¨¦, conquistador de mujeres y fan de Baudelaire, de los sapos y del mundo oriental. Sus objetos fetiche (partituras para su hija Claude Emma, sapos de bronce o de porcelana, numerosos retratos) llaman la atenci¨®n del visitante, fascinado con la iconograf¨ªa personal de este m¨²sico que consigui¨® romper con el clasicismo a trav¨¦s de una m¨²sica de arquitectura enigm¨¢tica y delicada que se ha etiquetado de impresionista. Ejemplo de conservaci¨®n y transmisi¨®n de la memoria cultural de Francia, esta casa-museo expone parte de una vida y una obra llena de afinidades art¨ªsticas, buen gusto literario (Debussy adoraba sobre todo a Flaubert) y que evidencia, objeto tras objeto, una ¨¦poca imprevisible, de creatividad y de ruptura.Atenci¨®n a los horarios porque cierra los domingos, los lunes y los festivos.
Ciudadela medieval de Provins
Para vivir una pel¨ªcula de caballer¨ªas de la Edad Media e imaginar piruetas ecuestres sobre un trazado con adoquinado original (que no c¨®modo), conviene tener presente Provins, peque?a ciudadela medieval situada a 80 kil¨®metros de Par¨ªs y que conserva intacta su fortaleza del siglo XIII. Provins da buena cuenta de lo que fueron los pueblos franceses medievales y de la sensibilidad para conservar conjuntos arquitect¨®nicos. Desde 2001 es patrimonio mundial. Tambi¨¦n se conoce Provins por su elaboraci¨®n de rosas, principalmente usadas con fines gastron¨®micos en sus reputados nougats (turr¨®n blando).
Villa Savoya. Le Corbusier
Prescindiendo de la ornamentaci¨®n, la forma y las texturas tradicionales, Le Corbusier (1887-1965) transform¨® el arte de la construcci¨®n. En sus chal¨¦s de la d¨¦cada de los a?os veinte (su conocida como ¨¦poca heroica), evidenci¨® de manera pertinente que "la arquitectura es el juego sabio, correcto y magn¨ªfico de los vol¨²menes bajo la luz". Esta es la Villa Savoya (1929), una de sus obras maestras, ubicada en Poissy, retiro campestre cercano a Par¨ªs que constituye hoy una de las escapadas m¨¢s interesantes e instructivas que se pueden realizar en la regi¨®n de ?le de France. Construcci¨®n c¨²bica que ejemplifica sus Cinco puntos de arquitectura de 1926: pilotis (columnas), espacio interior libre, fachadas libres, ventanas corridas y cubiertas planas ajardinadas. Ejemplo de s¨ªntesis y simplicidad que nos remite a la purificaci¨®n que experiment¨® la arquitectura en el siglo XX, una vez liberada del historicismo ecl¨¦ctico del siglo anterior. Como se?ala el cr¨ªtico Martin Filler, esta es "la vivienda que materializa con mayor nitidez la imagen de la m¨¢quina".
Use Lahoz es autor de la novela Los buenos amigos (Destino).
{ "active": true, "code": "187145", "elementType": "offerExtension", "id": 23, "name": "FONTAINEBLEAU", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.