Relicarios y dagas nazar¨ªes: una ruta por el Madrid de los Austrias
Los amantes de la Historia y la arquitectura disfrutar¨¢n recorriendo los recovecos del barrio de Palacio, el m¨¢s antiguo y uno de los m¨¢s representativos de Madrid
Una ampolla reposa en el relicario del Monasterio de la Encarnaci¨®n. Un brillo escarlata ti?e el cristal. Es la sangre de San Pantale¨®n. Una vez al a?o, el 27 de julio, el fluido vital del santo se lic¨²a. El plasma se vuelve l¨ªquido para sorpresa de curiosos, devotos y turistas, que llenan la sala. All¨ª descansan unos 740 vestigios humanos, como cr¨¢neos o falanges, aunque solo 32 son reconocidos como aut¨¦nticos por la Iglesia. El monasterio, fundado en 1611, posee una de las mejores colecciones de reliquias de Europa. Tambi¨¦n una generosa colecci¨®n de obras de arte. Un inesperado secreto en pleno coraz¨®n de la capital, el Madrid de los Austrias.
En esta zona, una de las m¨¢s antiguas de la ciudad, se encuentra el origen de la capital, que pas¨® de ser una villa castellana a sede de la Corte imperial en 1561 por deseo de Felipe II. ¡°De los 10.000 habitantes que pose¨ªa en ese momento pas¨®, en unos 40 a?os, a m¨¢s de 83.000¡±, apunta Francisco Jos¨¦ G¨®mez, autor de Madrid, una ciudad para un Imperio (La Librer¨ªa, 2011), donde relata el brillo de la metr¨®poli. "Madrid se convirti¨® en una de las ciudades m¨¢s importantes del mundo", dice G¨®mez. "Ven¨ªan extranjeros de muchos lugares atra¨ªdos por todo lo que ocurr¨ªa¡±.
La urbe carec¨ªa de palacio. La construcci¨®n m¨¢s noble, de aspecto descuidado, era el Alc¨¢zar, que ardi¨® la Nochebuena de 1734. Sobre sus restos, Felipe V ¡ªel primero de los Borbones que rein¨® en Espa?a tras la muerte sin descendencia de su t¨ªo abuelo Carlos II, el ¨²ltimo de los Austrias¡ª mand¨® erigir el actual Palacio Real; una de las residencias reales m¨¢s grandes de Europa. En sus paredes se pueden admirar frescos de Tiepolo y Mengs y pinturas de Caravaggio, Vel¨¢zquez y Goya, adem¨¢s de visitar la suntuosa sala del trono, la sala principal de la residencia real. El Palacio expone una de las mayores colecciones de armas del mundo, equiparable a las de Tur¨ªn y Viena. Entre sus piezas figura armamento musulm¨¢n, como una daga de orejas, denominada as¨ª por la forma de su empu?adura que figuraba entre las armas e indumentaria que al parecer llevaba Muhammad XII, conocido como Boabdil, al ser capturado en 1483. Tambi¨¦n hay una buena colecci¨®n de?armaduras reales, como las que Carlos V y Felipe II lucen en los retratos de Tiziano.
Como muestra del vigor de esa monarqu¨ªa, "proliferaron edificios administrativos, conventos, monasterios, palacetes y avenidas", apunta G¨®mez. As¨ª nacieron las calles Mayor, de Arenal o la Plaza Mayor. Un paseo por ella permite, adem¨¢s de indagar en la historia de la capital, disfrutar un plato t¨ªpico: el bocadillo de calamares. En mayo, es escenario del gran concierto de las fiestas de San Isidro y en diciembre acoge uno de los mercadillos de Navidad m¨¢s longevos de la ciudad. El mismo lugar donde en siglos antes se organizaban corridas de toros, autos de fe y canonizaciones. ¡°Es un ejemplo de espacio ceremonial t¨ªpicamente barroco donde los reyes desplegaban su poder¡±, agrega el historiador. La plaza conserva el aspecto de la ¨²ltima gran reforma realizada por Juan de Villanueva, en 1790, aunque posteriormente ha vivido otras modificaciones.
A escasos metros, en la Puerta del Sol, terminaba la ciudad. "Ese es el l¨ªmite entre el Madrid de los Borbones y el de los Austrias", afirma Andr¨¦s Castro, gu¨ªa tur¨ªstico que lleva 28 a?os ense?ando los rincones de la capital. El coraz¨®n de la urbe fue durante un tiempo un arrabal; el inicio de la periferia. Los aleda?os de la Plaza Mayor escond¨ªan el mentidero de la Villa, donde corr¨ªan noticias de todo tipo. En el Madrid del Siglo de Oro todo pasaba en los mentideros, aunque ya no queda ninguna huella de ellos fuera de las cr¨®nicas y los grabados de la ¨¦poca. A base de secretos se organizaron los madrile?os en 1808 para abrazar el absolutismo, y restituir a Fernando VII, frente a los valores republicanos franceses que Napole¨®n quer¨ªa imponer. Una placa en la fachada de la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid, recuerda la revuelta. A pocos pasos, en esa misma acera, se sit¨²a uno de los lugares m¨¢s fotografiados de la capital: la placa del Km 0. Colocada all¨ª en 1950 para se?alar el origen del que parten todas las radiales que recorren la Pen¨ªnsula.
Entre Sol y el Palacio Real, paradigmas del poder popular y el poder imperial, se encuentra la plaza de la Villa, otra de las reliquias arquitect¨®nicas capitalinas y sede del poder civil por m¨¢s de tres siglos. Recibi¨® su nombre despu¨¦s de que Enrique IV de Castilla, hermano de la reina Isabel I, otorgara el t¨ªtulo de Villa a la poblaci¨®n de Madrid en el siglo XV. Por entonces los Lujanes, unos ricos comerciantes de origen aragon¨¦s, levantaron su vivienda all¨ª, de estilo g¨®tico mud¨¦jar, la m¨¢s antigua de car¨¢cter civil, donde estuvo encarcelado Francisco I de Francia. Actualmente el edificio est¨¢ ocupado por la Real Academia de Ciencias Pol¨ªticas y Morales, cuya biblioteca puede visitarse de lunes a viernes entre las 9 y las 14 horas.
El aspecto actual de la plaza se configur¨® a lo largo de tres siglos. El sobrino del Cardenal Cisneros mand¨® construir, en el XVI, el palacete, de estilo plateresco, que toma su nombre. En el solar contiguo se construy¨® a finales del XVII la barroca Casa de la Villa, hogar del Ayuntamiento de 1692 a 2007, cuando el alcalde, Alberto Ruiz Gallard¨®n, lo traslad¨® al Palacio de Comunicaciones de Cibeles.
Donde la calle Mayor se cruza con Bail¨¦n, se levanta el Palacio de Consejos o palacio de Uceda, otro edificio del siglo XVII, que alberga el Consejo de Estado, actualmente cerrado al p¨²blico. Enfrente se erige la Catedral de la Almudena, un templo de aspecto neocl¨¢sico que termin¨® de construirse en los a?os noventa del siglo XX, aunque las primeras proyecciones datan del siglo XVI. Junto a ¨¦l, al principio de la empinada Cuesta de la Vega, descansan los restos de la muralla musulmana y de una de sus torres, la de Narig¨¹es.
Hay vestigios del cercado medieval, de origen musulman, y de sus ampliaciones cristianas por toda la zona: en los s¨®tanos de los restaurantes La Posada del Le¨®n de Oro, la Botiller¨ªa del Caf¨¦ de Oriente, La Posada del Drag¨®n o el Foster¡¯s Hollywood de ?pera, donde se pueden apreciar los fragmentos desenterrados mientras se cena. O en los patios de varios edificios de viviendas, donde la muralla serv¨ªa de apoyo para nuevas construcciones. Pueden visitarse, pidiendo permiso a los vecinos, los siete metros de la muralla cristiana que se exponen en el n¨²mero 10 de la Cava Baja, o los 20 metros, cuya construcci¨®n data del siglo XI o XII, que esconde el n¨²mero 30 de la misma calle. Integrada en la estructura del edificio actual puede verse otro tramo al aire libre en el n¨²mero cinco de la calle de Mancebos.
El aparcamiento de la Plaza de Oriente y la estaci¨®n de ?pera, en la plaza de Isabel II, tambi¨¦n albergan restos del antiguo asentamiento musulm¨¢n y de varias construcciones cristianas de los siglos XVI y XVII: la Fuente de los Ca?os del Peral, el Acueducto de Amaniel y la Alcantarilla del Arenal.
Fiesta y milagros en La Latina
Al otro lado del viaducto de Segovia ¡ªuna construcci¨®n contempor¨¢nea¡ª, se vislumbra los jardines de las Vistillas. En agosto el parque se llena madrile?os que celebran las fiestas de la Virgen de la Paloma, la patrona oficiosa de la ciudad, la oficial es la de la Almudena. La celebraci¨®n se extiende por el barrio de La Latina. Un vecindario lleno de vida, especialmente los domingos por la ma?ana, cuando los puestos ambulantes del Rastro que venden desde mobiliario y revistas antiguas a ropa militar, toman la plaza de Cascorro por la ma?ana. Y a ¨²ltima hora de la tarde, cuando los pubs y bares de la superplaza que conforman las plazoletas de Puerta de Moros, Del Humilladero y De los Carros junto con la plaza de la Cebada, y las calles de Calatrava y de Paloma, se llenan de los que se niegan a terminar el fin de semana.
Adem¨¢s de ocio nocturno, el barrio acoge el Museo de los Or¨ªgenes de Madrid, junto a la calle de San Andr¨¦s. La instituci¨®n exhibe objetos de los primeros habitantes de la zona, que se remontan al Paleol¨ªtico, hasta la proclamaci¨®n de Madrid como capital. En aquel palacio, construido por los Lujanes en la primera mitad del siglo XVI es donde, seg¨²n la tradici¨®n, San Isidro, uno de los sirvientes de la rica familia Vargas, obr¨® milagros. En la vivienda donde vivieron Isidro Merlo y su mujer, Mar¨ªa Toribia, canonizados como San Isidro Labrador y Santa Mar¨ªa de la Cabeza, se encuentran los restos de un pozo que el folclore asocia con el santo.
Caf¨¦ de los Austrias (Plaza de Ramales, 1)
Mes¨®n del Champi?¨®n (Cava Baja de San Miguel, 17)
Las Cuevas de Luis Candelas (Calle de los Cuchilleros, 1)
La Posada del Le¨®n de Oro (Calle de la Cava Baja, 12)
Casa Paco (Plaza de Puerta Cerrada, 11)
Chocolater¨ªa San Gin¨¦s (Pasadizo de San Gin¨¦s, 5)
El Almac¨¦n de Vinos (Calle de Calatrava, 21)
Generaci¨®n Beat (Calle de Grafal, 2)
Malacat¨ªn (Calle de la Ruda, 5)
Mar¨ªa La L¨ªa (Calle de Don Pedro, 6)
Mahoudrid es la gu¨ªa de planes cerveceros de Madrid
Esta noticia, patrocinada por Mahou, ha sido elaborada por un colaborador de EL PA?S.
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