Jard¨ªn Secreto: lejos de todo ruido y toda prisa

Es, cuando menos, divertido ver salir a Nacho por la puerta y ordenar el tr¨¢fico para que el viajero se haga un hueco en el escaso aparcamiento que permite esta angosta calle santanderina. Nacho es Ignacio Menc¨ªa, propietario del somero establecimiento de seis habitaciones junto a su hermana Nereida. Sin ellos, este jard¨ªn ser¨ªa un erial de camas lisas y paredes impersonales para pasar la noche.

La reordenaci¨®n de este edificio residencial del siglo XIX apenas exigi¨® ganas de acoger y una idea n¨ªtida de que la clientela millennial no est¨¢ dispuesta a gastar lo innecesario para sentirse bien. En dos plantas no hay para lucirse con detalles artificiales. Los huecos hab¨ªan de ser aprovechados para separar las piezas con el mayor acomodo. Las zonas comunes han sido dise?adas casi como pasillos, con un vest¨ªbulo presidido por un sof¨¢ chaise longue plateado, unos anaqueles desocupados y una galer¨ªa acristalada en la que servirse un desayuno. Los hermanos aparecen por all¨ª bien entrada la ma?ana.

El colof¨®n de esta ¨¢rea de estar se abre al fondo del inmueble. Un jardincito de hierba cuidada con un banco y dos sillones de rattan que invita a una siesta si hace buen tiempo. S¨ª, por supuesto, ¨¦ste es el secreto que delata el nombre del establecimiento, un lujo insospechado en el centro mismo de la ciudad. Lejos de todo ruido y toda prisa.

Pero el sanctasant¨®rum del hotel han de ser necesariamente las habitaciones. Modestas en su dotaci¨®n, pero sensoriales en su decoraci¨®n, concebidas por la madre de los hermanos Menc¨ªa. Cada una ofrece una peculiaridad, ya sea por sus cubrecamas estampados (n¨²meros uno y cinco) o de piel de leopardo (n¨²mero dos), ya por sus muros de ladrillo (n¨²mero tres), por el simulacro de chimenea y llamativos cortinajes azules (n¨²mero cuatro), o por el aire episcopal que destila la n¨²mero seis, en rabiosos tonos p¨²rpura. En todas se aprecian unos colchones viscoel¨¢sticos, m¨¢s c¨®modos de lo normal, y una carta de almohadas envidiadas por los hu¨¦spedes de otros hoteles de categor¨ªa superior.

Se nota con estas delicadezas que los propietarios han recorrido mundo. Y, probablemente, sufrido lo que ahora evitan para conseguir el alto ¨ªndice de satisfacci¨®n expresado en portales de opiniones como TripAdvisor. Porque no hay mejor escuela para un anfitri¨®n que el viajar.

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