Costa Vella, hospitalidad fraternal

Santiago de Compostela se ha rendido definitivamente a los pies de los hermanos Li?ares. Ana y Jos¨¦ Antonio fueron los primeros en anticipar el aluvi¨®n de peregrinos que la Ruta Jacobea iba a provocar en la capital gallega y sus sue?os de recogimiento a la altura de su esfuerzo viajero. No bastaban una cama y una ducha reparadoras. Hac¨ªa falta tambi¨¦n algo de espiritualidad. El calor de una acogida fraternal, un jard¨ªn introspectivo y unas vistas di¨¢fanas sobre las torres de la catedral compostelana. Conscientes de poder ofrecer estos privilegios, los hospitalarios hermanos se propusieron el acondicionamiento de una vieja casa familiar en la Porta da Pena que enseguida fue extendido a dos hotelitos de corte contempor¨¢neo, el Altar y el Moure, en la misma franja de tr¨¢nsito hacia el casco antiguo de la ciudad.

El Costa Vella, recientemente actualizado, se erigi¨® pronto en la meca internacional de la hoteler¨ªa con encanto compostelana. Su jard¨ªn trasero, pre?ado de manzanos, limoneros, magnolios y arbustos de distinta procedencia y envergadura, lo hacen imprescindible en d¨ªas de buen tiempo. Incluso en invierno pelado, gracias al abrigo que le procura la antigua muralla a la que est¨¢ adosado.

No es f¨¢cil encontrar un oasis as¨ª de verde en pleno centro urbano. A ¨¦l da una galer¨ªa norte?a de cuadrantes que encierra, sin duda, las mejores habitaciones, en la segunda planta del edificio. Roble americano, granito y vidrio. Un t¨¦ sobre la c¨®moda. S¨¢banas de hilo, muy agradables. Todo huele a limpio, fresco y natural. Los cosm¨¦ticos de Yves Rocher en los ba?os refuerzan esa sensaci¨®n de frescor y buena salud. Eso s¨ª, para ganarse este descanso hay que subir las escaleras a m¨²sculo.

Adem¨¢s del port¨®n de acceso directo al jard¨ªn, otra abertura m¨¢s peque?a en la fachada reclama la atenci¨®n del viajero. Es el acceso ¨ªntimo al bar-cafeter¨ªa de desayunos y a la propia recepci¨®n del hotel, determinada por un escueto mostrador en el que oficia, las m¨¢s de las veces, Jos¨¦ Antonio Li?ares, el propietario y conseguidor principal de la ciudad. Nada se le escapa a los ojos de la clientela, ya sea para facilitar un pase de subida a los tejados de la catedral, ya para una visita interesada a la Cidade da Cultura, esa deslumbrante entonaci¨®n de arquitectura orogr¨¢fica dise?ada por Peter Eisenman.