Luna de miel en Maldivas
Buceo entre peces de colores, el mar a 27 grados y mucha calma. Un viaje de reci¨¦n casados a las islas del ?ndico contado en primera persona. Una idea por si te declaras en San Valent¨ªn
Aguas turquesas, arena blanca y la sombra de las palmeras tropicales. Es lo que buscan durante todo el a?o los reci¨¦n casados que cada mes, cada d¨ªa y casi cada hora aterrizan en una de las 203 islas habitadas de las m¨¢s de 1.200 de origen coralino que conforman las Maldivas, rep¨²blica de 26 atolones al suroeste de Sri Lanka. Quieren estrenar su nueva vida en lo m¨¢s parecido al cielo en la tierra. Proponemos 10 planes imprescindibles para aquellos afortunados que durante unos d¨ªas decidan festejarlo.
1 Descansa y nada m¨¢s
No corras, para. Tras un mes de viaje por Asia y, posiblemente, un a?o de preparativos para tu reciente boda, Maldivas te ofrece eso: paz. El sol quema, la arena ciega y el agua, a 27 grados de media, te llama a gritos. Miles de peces de colores habitan sus fondos y junto a la piscina una barra de bar te suministra la hidrataci¨®n necesaria para volver al agua, a la tumbona o al rinc¨®n escogido para hacer eso, nada.
Los sentidos te llevan la delantera. Cada vez que miras a tu alrededor, en el Paradise Island Resort de la isla de Lankanfinolhu donde nos encontramos, sientes eso: que la cabeza se relaja, la vista se balancea, el tacto se suaviza y hasta el olfato se apunta al fest¨ªn detectando esas peque?as flores que cada cierto tiempo brotan junto a las palmeras. Hasta las nubes parecen programadas. Son peque?as, de formas redondeadas y viajan r¨¢pido. A juzgar por la cantidad de personal que de forma discreta y silenciosa peina las playas, recorta las palmeras y riega las zonas ajardinadas, te planteas que haya tambi¨¦n un grupo pedaleando desde el cielo para mover esas nubes de algod¨®n.
Y s¨ª, el paisaje tambi¨¦n ayuda a no hacer nada m¨¢s que contemplarlo: cielo azul, agua turquesa, arena blanca.
2 Buceo an¨¢rquico
Antes de partir, son muchos los que revuelven sus cajones buscando el carnet que acredita la titulaci¨®n en buceo. En mi caso, la obtuve en Honduras tras un viaje hace a?os por el pa¨ªs. As¨ª que, entre viejos papeles, por fin lo encuentro. Sin embargo, en la isla ya no s¨¦ ni d¨®nde est¨¢. Bucear de modo an¨¢rquico con un simple tubo por la isla me alucina. Pensaba contratar un buceo por los fondos cristalinos, pero el snorkel me tiene absorbido por la cantidad de peces de colores que encuentro en cada brazada. Tantos que hasta se me acelera el coraz¨®n a ratos cuando el tama?o de los peces proyecta sombras sobre la arena. Comienzo siempre el buceo saliendo en l¨ªnea recta desde el bungal¨®, despu¨¦s nado hacia un lado hasta el embarcadero. Maravilloso.
Tan solo en la cama y en la ducha me parecer¨¢ que he buceado demasiado. Cuando sienta lo quemada que tengo la espalda, la parte trasera de las rodillas y hasta las orejas, que con la goma de las gafas se han separado m¨¢s de lo debido de la cabeza.
3 Motos de agua al atardecer
Los ¨²ltimos d¨ªas son los perfectos para romper la paz que te envuelve. De pronto, te das cuenta de que ma?ana es el ¨²ltimo d¨ªa y decides aprovechar esa tarde el bono de actividades que le han regalado las amigas a tu compa?era de viaje. Dicho y hecho. Sobre una moto de agua con tan solo el ba?ador, un chaleco salvavidas y las siempre puestas gafas de sol, te crees de nuevo en un ed¨¦n. Abrazada a ti, tu chica te baja a la tierra con cada grito. Y es que a medida que te alejas de la isla las olas te impulsan y te impulsan en saltos continuos. Un instructor a lo lejos no deja de grabarte con el smartphone durante toda la hora. ?l ya sabe de qu¨¦ va esto: de que tanto o m¨¢s vas a disfrutar de la experiencia de cabalgar el para¨ªso como de compartirlo con los tuyos. Y vaya que si es cierto.
A los 10 minutos descubres que la isla en la que te encuentras no mide m¨¢s de un kil¨®metro de largo y 250 metros de ancho. Y ves c¨®mo un grupo de surfistas disfrutan de una serie de olas que no terminan nunca y que rompen en pleno ?ndico sobre los arrecifes de coral. Es el atardecer, y mientras el sol resbala inundando el cielo de tonos naranjas, aparecen grupos de delfines jugando en los morros de todos los barcos. Al poco tiempo, juegan tambi¨¦n con el tuyo, el de la moto. Incre¨ªble: sol, delfines, gritos. Y encima, el instructor lo ha grabado todo.
4 Acuarelas con las gafas de buceo como tintero
La paz de la hamaca solo merece ser rota para disfrutar de la lectura o de las aficiones que uno alimenta cuando est¨¢ as¨ª, relajado, tranquilo, adormilado. En mi caso, hace unos meses me lanc¨¦ con las acuarelas. El cuaderno de viaje lo apoyo ahora en la madera de la hamaca, como tintero lleno las gafas de buceo de agua del mar y los colores b¨¢sicos me sobran para plasmar lo que veo: cielo azul, arena blanca y las palmeras que me retan a que las dibuje con toda su gama de verdes. Qu¨¦ bien se disfrutan los hobbies en el para¨ªso.
5 Dar de comer a mantarrayas y tiburones
Las primeras 24 horas en la isla son muy especiales. Descubres que todo tiene un toque id¨ªlico. Al llegar la noche, un foco de luz se instala junto a la arena y sobre la luz que proyecta en el agua pronto se descubren tiburones y mantarrayas que han acudido a ella. Impresiona. Son m¨¢s de 10 y no m¨¢s de 20, pero no dejan de nadar en torno a la luz en el mismo lugar que los d¨ªas siguientes bucear¨¢s de forma an¨¢rquica con el temor de que se haga de repente de noche. En un balde, un trabajador de la isla te ofrecer¨¢ un trozo de pescado para d¨¢rselo a la boca. Y as¨ª es, en cuanto te agachas para hundir tu mano con el pescado en el agua, aparece una mantarraya al ritmo de la ola para com¨¦rselo. M¨¢s fotos.
6 Ins¨®lita carrera
Cada d¨ªa, tras la cena de buf¨¦, una actividad te acompa?ar¨¢ en el anochecer. La oscuridad va sitiando la isla, hasta terminar rodeado de nada. No hay m¨¢s contaminaci¨®n lum¨ªnica que las luces de las zonas comunes y los peque?os puntos del horizonte que se?alan la isla m¨¢s cercana. Una de las noches, tras la cena, te sorprendes participando en una carrera de cangrejos. Es tal la paz que acumula uno con los d¨ªas que vives el evento como un superevento. Los cangrejos cuentan con dorsales por habitaciones, y el que consiga salir del c¨ªrculo marcado como ring ganar¨¢ para sus hu¨¦spedes una actividad gratuita durante sus d¨ªas de estancia. Los gritos de ¨¢nimo y las risas competir¨¢n con los pasos torpes de estos graciosos moluscos que caminan con su caracola a cuestas y a falta de unos mil¨ªmetros para la meta deciden correr en direcci¨®n contraria. No te lo puedes perder.
7 La piscina, en s¨ª una experiencia
El disfrutar de la piscina en s¨ª es una actividad. Adivinar las nacionalidades de las personas que te acompa?an e imaginar los objetivos de su viaje.
8 Karaoke de Babel
Los jueves toca karaoke, que es otra de las actividades clave que pueden endulzar el anochecer o convertirlo en una tortura. La torre de Babel construida sobre el coral afina la voz en cada canci¨®n. Pena que los asi¨¢ticos sean mayor¨ªa esta noche y los tonos punzantes descarguen en la isla con dureza con cada letra, con cada graf¨ªa. No aguantamos hasta el final. Puede que el ganador obtuviera tambi¨¦n una actividad gratuita. Ha sido gracioso pero un poco agudo.
9 Caminar es explorar
Pasear por la isla es explorar. La manera en que todo est¨¢ cuidado, dise?ado y colocado hace que cualquier paseo te d¨¦ la sensaci¨®n de que est¨¢s, de verdad, descubriendo una isla todav¨ªa virgen y semidesierta. A saber d¨®nde se encuentra el resto de la gente. A ciertas horas, a las mismas que decides explorar, la gente casi desaparece y te permite seguir disfrutando de tu viaje, de tu paz, de tu compa?¨ªa.
10 ¡®Selfies¡¯ de ¡®selfies¡¯
Solo hay algo que rompe el paradisiaco paisaje, la cantidad de parejas que aprovechan el atardecer para fotografiarse. De rodillas en la playa, metidos hasta la cintura en el agua o semitumbados con mirada de matones. Todos buscan la foto perfecta al caer el sol. Eso s¨ª, los asi¨¢ticos vienen mejor preparados: tr¨ªpodes, palos selfies y originales gadgets. Los que provienen de pa¨ªses ¨¢rabes son tambi¨¦n f¨¢ciles de detectar: ellos en chancletas y pantal¨®n corto; ellas tapadas hasta los ojos. Pero buscan llevarse su foto.
Y ahora, mientras escribo estas recomendaciones, vuelvo a esas fotos de Maldivas y de pronto detecto ese olor, el de la flor que brot¨® junto a la palmera m¨¢s cercana.
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