Bangkok, la ciudad torbellino
De las pagodas al mercado nocturno de Patpong, la capital tailandesa atrapa por su maravillosa vor¨¢gine de vida y movimiento
Para el europeo desprevenido, especialmente si no conoce otras grandes capitales asi¨¢ticas, la primera impresi¨®n de Bangkok siempre ser¨¢ abrumadora. De noche, si sube al Sky Train, el tren metropolitano que atraviesa a toda velocidad una cordillera de rascacielos inmensos y torres fosforescentes, sentir¨¢ que ha ca¨ªdo entre los fotogramas de Blade Runner, en medio de esa ca¨®tica y tenebrosa urbe centelleante de rel¨¢mpagos de ne¨®n y anuncios luminosos. En cualquier momento podr¨ªa aparecer un replicante, un coche flotando desde lo alto, un monje budista o cualquiera de los figurantes que hac¨ªan inolvidable aquella recreaci¨®n de la pesadilla de Philip K. Dick.
Sin embargo, de d¨ªa, son los templos milenarios salpicados de arco¨ªris y las casas elevadas sobre pilotes de madera los que de repente nos llevan varios siglos atr¨¢s, al tiempo en que Tailandia se sacudi¨® el yugo del imperio jemer, sufri¨® la invasi¨®n birmana y resisti¨® el colonialismo brit¨¢nico desde la frontera malaya. En pocos lugares del mundo el pasado y el futuro, Oriente y Occidente, conviven en un contraste tan marcado y a la vez tan arm¨®nico, como el d¨ªa y la noche. Los hoscos paralelep¨ªpedos de los edificios ultramodernos al lado de los puntiagudos pin¨¢culos de los palacios; la contaminaci¨®n avasalladora (que en algunas zonas se transforma en niebla y casi exige la protecci¨®n de una mascarilla) junto al verdor de Lumpini Park; el lujo espectacular de los enormes bloques comerciales en ruda competencia con los mercadillos tradicionales a pie de calle. Todo en Bangkok respira vida y movimiento, ruido y humo, oscuridad y color, caos en el sentido matem¨¢tico del t¨¦rmino: el orden dentro del desorden, el desorden dentro del orden.
Y en pocos lugares esa cuidada incoherencia salta tanto a la vista como en el Gran Palacio Real de Bangkok, una aglomeraci¨®n aparentemente inconexa de pagodas multicolores, enormes pimenteros de oro y construcci¨®n colosal. Su coraz¨®n, el templo Esmeralda, custodia la peque?a figura de un buda que contrasta con el gigantesco buda dorado de Wat Pho, muy cerca del Gran Palacio, una l¨¢nguida estatua recostada de 43 metros de longitud. Para el occidental, la sensaci¨®n de ser un simple extranjero sin rostro se acent¨²a entre las muchedumbres de asi¨¢ticos que te acompa?an en la visita: salvo algunos australianos, alemanes o estadounidenses, los ojos rasgados campan a sus anchas y solo entonces empiezas a distinguir verdaderamente entre chinos, coreanos, japoneses, vietnamitas e indonesios.
Tal vez el monumento m¨¢s caracter¨ªstico de Bangkok sea el Wat Arun, una fabulosa torre piramidal de 80 metros a orillas del Chao Phraya. Tras la escalada ritual, desde la que se ofrece una panor¨¢mica de la ciudad, lo que pide el cuerpo es un paseo por el r¨ªo. Desde el muelle de Sapham Taksim, la barcaza se desliza entre los majestuosos hoteles y los grandes templos de la zona tur¨ªstica para luego internarse a trav¨¦s de las esclusas en un laberinto acu¨¢tico donde el fot¨®grafo atento podr¨¢ llevarse a casa instant¨¢neas inolvidables: casas sostenidas por pilastras, vegetaci¨®n lujuriosa e incluso, si uno est¨¢ atento, enormes lagartos correteando por las piedras.
Hay muchos medios de transporte, pero el ?viajero no deber¨ªa dejar de probar dos: la barcaza y el ¡®tuk-tuk¡¯
La calle de los mochileros
Hay muchos medios de transporte en Bangkok, pero el viajero novato no deber¨ªa dejar de probar dos: la barcaza y los tuk-tuk, esos peque?os motocarros donde primero hay que regatear y luego encomendarse al v¨¦rtigo de cruzar los atascos de tr¨¢fico que saturan la ciudad a cualquier hora del d¨ªa. Es la mejor manera de desplazarse hasta Khao San Road, la m¨ªtica calle de los mochileros que hoy estalla de restaurantes y puestos comerciales. Como muchas otras grandes urbes, Bangkok resulta estrictamente infinita, pero ning¨²n acercamiento a la ciudad estar¨ªa completo sin una inmersi¨®n en el Patpong, el mercado nocturno repleto de falsificaciones, con discotecas y salas de fiestas poco recomendables, y el espectacular Chinatown, un barrio chino alucinante que es como una ciudad dentro de la ciudad, con calles enteras dedicadas exclusivamente a una sola actividad, ya sean zapatos, juguetes, ferreter¨ªas o motocicletas.
Gu¨ªa
C¨®mo ir
Iberia, ida y vuelta a Bangkok desde Madrid, con una escala, desde 460 euros. Emirates, Air China y Aeroflot son tres opciones para volar con una escala a Bangkok.
Informaci¨®n
Oficina de turismo de Bangkok y Turismo de Tailandia.
Bangkok tal vez sea la mejor puerta de entrada al Extremo Oriente. En cualquier rinc¨®n, ante un templo grandioso o sentado en un caf¨¦, se siente la verdad de esa sentencia que dice que Asia es el futuro del mundo. Sin embargo, bajo su hirviente superficie y su radical originalidad encontrar¨¢ las mismas alegr¨ªas y penas, miserias y contradicciones que en cualquier otro lugar. Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, que fue a morir en su aeropuerto por puro azar, escribi¨® Los p¨¢jaros de Bangkok solo para llegar a la ¨²ltima l¨ªnea y descubrir que esas extra?as y hermosas aves que infestaban sus cielos solo eran golondrinas.
David Torres es autor de la novela Todos los buenos soldados (2014).
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