Albacete, vivero de humoristas
Joaqu¨ªn Reyes es el mentor de una serie de brillantes c¨®micos locales. La ciudad manchega, afable y divertida, cuenta con atractivos como el Pasaje de Lodares o la Casa del Hortelano
Atormentada tradicionalmente por su condici¨®n de ciudad de paso, un enclave a medio camino entre la meseta y el litoral levantino, Albacete a veces sufre un problema de autoestima ante sus visitantes. ¡°Aqu¨ª est¨¢ la zona de la catedral, y aqu¨ª la zona de tapeo. El resto es ciudad residencial¡±, le indica el recepcionista de un hotel a un viajero que contempla el plano con gesto apesadumbrado. Pero tal diagn¨®stico resulta parcial y, sobre todo, injusto. No importan las contradicciones: afable, divertida y coqueta, adem¨¢s de cuna de los ¨²ltimos genios del humor (Joaqu¨ªn Reyes, Pablo Chiapella, Ernesto Sevilla, Ra¨²l Cimas), este enclave interior de 170.000 habitantes da para 24 horas con mucho juego.
10.00 Parque con museo
La mejor opci¨®n para empezar la jornada es un buen paseo por el parque de Abelardo S¨¢nchez (1), muy c¨¦ntrico, apacible y hermoso, el m¨¢s grande (12 hect¨¢reas) de cuantos conocen las geograf¨ªas urbanas castellano-manchegas. Y en su extremo sureste alberga el Museo de Albacete (2), edificio funcional que bien merece una visita. Repasa la historia albacetense desde los primeros asentamientos ¨ªberos (el recepcionista aquel har¨ªa bien en darse una vuelta) e incluye curiosidades como un mosaico romano medio chamuscado, posiblemente por alg¨²n incendio.
12.00 Aproximaci¨®n a la bohemia
Si desde el museo abandonamos el parque por la calle del Arc¨¢ngel San Gabriel, podremos detenernos en el joven Caf¨¦ del Sur (3) (plaza de San Felipe Neri, 4), a tres minutos apenas, uno de los locales m¨¢s vivaces y encantadores del nuevo Albacete. A las puertas del barrio de Parque Sur, el lugar no es tanto un mero establecimiento como un punto de encuentro para intelectuales, escritores y bohemios varios. Tras la parada, bordeemos Abelardo S¨¢nchez para adentrarnos en el cogollo central a trav¨¦s de Tesifonte Gallego (4), una de las grandes v¨ªas comerciales y, sobre todo, un muestrario de arquitectura civil con much¨ªsimo encanto. El palacete de la Diputaci¨®n Provincial, el Casino o el Colegio de Notarios evocan aquel Albacete se?orial y pr¨®spero de un siglo atr¨¢s, con ribetes modernistas y neocl¨¢sicos. Una ciudad en la que las ¨²ltimas casas huertanas conviv¨ªan con los comerciantes y hombres de negocios. A medio camino, al tomar hacia la izquierda el cruce con la calle del Tinte, se nos ofrece el Pasaje de Lodares (5), el ¨²nico lugar del todo ineludible del municipio, un rinc¨®n que, con justicia, subrayan todas las gu¨ªas. Se trata de un proyecto de 1925 del arquitecto valenciano Buenaventura Ferrando Castells, una galer¨ªa de comercios y viviendas que ocupa una manzana justa, un centenar de metros. Pero tan curvil¨ªnea y hermosa que apetece recorrerla de un extremo a otro varias veces, para curiosear sus balcones y c¨²pula desde todas las perspectivas.
14.30 Biblioteca y vino
Con los pies ya ligeramente cansados, curioseemos un poco m¨¢s hacia el este en busca del Dep¨®sito del Sol?(6), un precioso vestigio de la llegada de las nuevas canalizaciones de agua potable a principios del siglo XX, hoy reconvertido en biblioteca municipal. A pocos pasos hacia el sur podemos hacer escala t¨¦cnica en Catacaldos?(7) (Padre Pascual Su¨¢rez, 2). Ofrecen por copas m¨¢s de 100 vinos diferentes de todas las denominaciones posibles. Para dar y probar.
16.00 Una relojer¨ªa de ayer
La plaza Mayor de Albacete (8) nos sirve como punto de partida para callejear por el cogollo central. La calle Mayor, a mano derecha, es el t¨ªpico eje comercial y de paseo. Y la de Zapateros, a la izquierda, tiene el encanto de lo vetusto: viejos luminosos de ¡°Gran variedad en tapas¡± o ¡°Cena econ¨®mica¡±, o la se?orial y a?eja Relojer¨ªa Pastor. En algunos rincones albacete?os los ni?os que hoy rondan el medio siglo pueden sentirse dando un paseo por su infancia.
17.00 Los azulejos verdes
Toca enfilar en direcci¨®n norte hacia las dos plazas emblem¨¢ticas de la ciudad, la de la Catedral (9) y la del Altozano. La catedral, en origen parroquia de San Juan Bautista, terminada en 1949 en un estilo ecl¨¦ctico, hace bien en presumir de los casi un millar de metros cuadrados pintados hace medio siglo por un sacerdote y artista de la provincia, Casimiro Escrib¨¢ (1898-1982), que utiliz¨® en su gigantesca obra la t¨¦cnica del ¨®leo sobre soporte de lienzo adherido al muro. Pero la aut¨¦ntica joya local, una preciosidad ecl¨¦ctico-modernista que celebr¨® hace poco su primer centenario, es la Casa del Hortelano, que hoy alberga el Museo de la Cuchiller¨ªa (10), edificio de 1916 obra del arquitecto Daniel Rubio. Y por los tres euros de la entrada aprendes c¨®mo se fabrican las navajas, esas que todos nuestros padres compraban de souvenirs. En la plaza del Altozano, donde el a?ejo cine Capitol hoy es Filmoteca y cuyas tripas albergan un refugio antia¨¦reo de la guerra, el antiguo Ayuntamiento sirve como sala de exposiciones. Y el Gran Hotel nos retrotrae a aquel Albacete cuco y modernista.
19.00 Tres siglos de feria
Toca caminar para apurar la tarde. En el extremo oeste, el recinto ferial?(11) (de finales del siglo ?XVIII, con sucesivas reformas y ampliaciones, y buena muestra de la arquitectura popular manchega) queda a trasmano pero es de visita obligada. Aunque sea por fuera: solo abre durante las gloriosas fiestas locales, que en septiembre son garant¨ªa de jarana. Los martes por la ma?ana hay mercadillo alrededor de la feria. Una sugerencia. En vez de regresar al centro por la calle de la Feria, caracoleemos hacia el sur hasta dar con la calle del Doctor Collado Pi?a. El Estudio de Arte Pablo Alfaro (12) (con exposiciones en sus escaparates), la galer¨ªa La Lisa (13) y Nemo (14), la deliciosa librer¨ªa que regentan Mortimer y Mar¨ªa, le han dado mucha vidilla.
21.30 Cena y trajes de luces
La zona de la calle de Tejares es ideal para acabar la jornada con un buen condumio y alg¨²n n¨¦ctar fresquito para la garganta. Y, entre todos los posibles, un enclave singular¨ªsimo es El Callej¨®n (15), restaurante en varias plantas y 11 estancias que constituye un museo de la tauromaquia ¨²nico en Espa?a. Por sus paredes, ocupadas hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro cuadrado, se agolpan casi 10.000 carteles, trajes de luces y documentos hist¨®ricos como las fotos de Manolete en su ¨²ltimo d¨ªa de vida. La experiencia gastron¨®mica incluye cordero, rabo de toro o alubias estofadas.
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