Trujillo, la ciudad de Pizarro
La plaza Mayor es el epicentro de una ruta por la localidad cacere?a entre iglesias, palacios y casonas solariegas que finaliza en un bar alojado en un antiguo hospital de los agustinos
Trujillo, catalogado como bien de inter¨¦s cultural, pertenece a la red de Los Pueblos m¨¢s Bonitos de Espa?a. Forma parte de la Ruta de los Conquistadores. All¨ª nacieron Pizarro y Orellana, y muy cerca, ?uflo de Chaves, y sus ¨¦xitos americanos, la conquista de Per¨², el descubrimiento del Amazonas, la exploraci¨®n y conquista de Paraguay. Es lo que explica la proliferaci¨®n de iglesias, palacios y casonas solariegas.
Todas las casas y palacios son bonitos, de piedra y tejas, y los altos muros ocultan jardines y patios
10.00 Escudo de armas
Desayuno en La Troya (1), t¨ªpico mes¨®n en la plaza Mayor. Esta, que acoge la Feria del Libro; la Feria Nacional del Queso, entre abril y mayo, y la popular fiesta del Ch¨ªviri, est¨¢ cerrada por casas del XIX, la iglesia de San Mart¨ªn y varios palacios renacentistas, de piedra y con escudos labrados. Me encanta el de los marqueses de Piedras Albas (2), por la elegante logia del piso alto. En el de la Conquista (3) resulta excesivo el escudo con las armas que Carlos V concedi¨® a Francisco Pizarro. Todo lo mira el bronce ecuestre de Pizarro, preparado para la batalla, pintado de verde por el agua y el tiempo. En torres y tejados, las cig¨¹e?as anidan por sus respetos.
11.00 G¨®tico elegante
En la oficina de turismo (4) me apunto a una visita guiada. Se recomienda calzado c¨®modo, pues las calles est¨¢n empedradas. En la iglesia de San Mart¨ªn (5) me atrae una talla rom¨¢nica policromada de una Virgen con el Ni?o. Jes¨²s tiene un libro en la mano: ?qui¨¦n dice que no quedan lectores? En la Casa-Museo de Pizarro (6) (plaza de Santa Mar¨ªa; abre de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.30), una recreaci¨®n de una vivienda de la ¨¦poca, veo entre otros objetos una honda inca y una diadema con plumas de colores. En el alc¨¢zar (7) doy la vuelta completa a sus imponentes murallas, con vistas magn¨ªficas. Disfruto del g¨®tico elegante de Santa Mar¨ªa la Mayor (8), y en la iglesia de Santiago (9), de una impresionante talla de madera entelada y estucada de un Cristo muerto del siglo XIII.
14.00 Comida en la plaza Mayor
Almuerzo tambi¨¦n en la plaza Mayor, pues no me canso de mirarla, ahora al otro lado, en la terraza del Hostal Nuria (10). El arrullo de las palomas y las campanas de una iglesia ponen la m¨²sica. Pido un chulet¨®n de 700 gramos. Lo miro sin saber por d¨®nde empezar: algo as¨ª es Trujillo, de tanto que tiene.
16.00 Los trajes de Lola Flores
Me animo a ver el Museo del Traje Enrique El¨ªas (11) (calle Sola), en el refectorio del antiguo convento de San Francisco. Re¨²ne creaciones del modisto trujillano para folcl¨®ricas como Lola Flores o Marif¨¦ de Triana, y trajes de damas de la alta sociedad de finales del XIX y principios del XX, casi todos negros, por lo que destaca uno rosa, de ama de cr¨ªa. Muy curioso.
17.00 Enredaderas y chumberas
Para despejarme, paseo por la parte alta y m¨¢s antigua de la ciudad. Salgo de la plaza Mayor por el Ca?¨®n de la C¨¢rcel, pasadizo abovedado de aventurero nombre, y me topo con el palacio de Orellana Pizarro (12), hoy un colegio, y en el que se aloj¨® Cervantes tras su presidio en Argel, camino de Guadalupe. Llamo al timbre, por si hay suerte y alguna monja me permite ver el patio renacentista. No hay suerte. Cerca, en la Ronda de las Almenas, me asomo a la muralla ¨¢rabe (13), y veo Trujillo y el campo verde, ganado, encinas y rocas del granito con el que se ha construido la ciudad. Todas las casas y palacios son bonitos, de piedra y tejas, con puertas de madera, y libres de la lacra de las pintadas. Los altos muros ocultan jardines y patios. Abundan las glicinias, los cipreses, prunos, higueras, olivos y naranjos, las enredaderas y chumberas. En alg¨²n momento paso por la calle de los Naranjos, preciosa, y cuyo nombre sigue mereciendo. Al final est¨¢ el cementerio, con tapia encalada y vigilantes cipreses. Busco alg¨²n sitio con patio o jard¨ªn para tomar un refrigerio. El Palacio Chaves, la posada Dos Orillas, el Mirador de las Monjas est¨¢n cerrados salvo para los clientes: tampoco Trujillo es perfecto.
19.30 Torta del Casar
Relaxing cup de caf¨¦ con leche en la terraza de El Escudo (14), al lado de la puerta de Santiago, viendo la fachada de la iglesia consagrada al ap¨®stol. La portada tiene una decoraci¨®n de rombos tan sencilla como bella. Al volver, en La Despensa, en la Cuesta de la Sangre, compro productos t¨ªpicos: jam¨®n ib¨¦rico, perrunillas, torta del Casar.
21.00 La cadena de Felipe II
Ceno en La Cadena (15) (plaza Mayor, 5), hostal vecino a La Troya, antiguo palacio de los Chaves-Orellana. Felipe II pernoct¨® aqu¨ª, camino de Portugal. Agradecido, concedi¨® el derecho de asilo, simbolizado por la cadena que hay sobre la puerta. Pido migas con chorizo y huevo frito, con un ribera del Guadiana. De noche, iluminada, la plaza es a¨²n m¨¢s espectacular si cabe.
23.00 Luna mora
El lugar cl¨¢sico para tomar una copa es La Abad¨ªa (16) (calle de Garc¨ªa de Paredes), antiguo hospital de los agustinos reconvertido en bar, con unos jardines desde los que se disfruta del alc¨¢zar. Tentadora oferta, pero prefiero callejear por la zona alta. Estar solo, imaginar que pertenezco a otra ¨¦poca. Me asomo a la muralla. Abajo, las luces dejan ver torres y tejados. Una luna mora destaca en el cielo oscuro. Tras un muro de mamposter¨ªa, unas palmeras iluminadas, verdes sus hojas, naranjas los d¨¢tiles, ponen una nota de color. Decenas de p¨¢jaros insomnes p¨ªan. Oyendo su concierto, pienso que me dispon¨ªa a conquistar Trujillo, pero Trujillo es una de esas ciudades que te conquistan a ti.
Mart¨ªn Casariego es autor de la novela Como los p¨¢jaros aman el aire (Siruela).
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