Bola?o, en el callej¨®n del Loro

Si hay un novelista cuya figura no ha dejado de crecer universalmente, ese es Roberto Bola?o (1953-2013). Ep¨ªgono del boom latinoamericano, Bola?o vivi¨® sus ¨²ltimos 18 a?os en la Costa Brava (Girona). ¡°Espero ser considerado un escritor sudamericano m¨¢s o menos decente que vivi¨® en Blanes y que quiso a este pueblo¡±. En este ¡°para¨ªso sin estridencias¡± de unos 40.000 habitantes encontr¨® la estabilidad emocional, familiar. La paz de quien ejerci¨® de chileno errante.

El jard¨ªn bot¨¢nico fue fundado en 1921 por el alem¨¢n Karl Faust y en ¨¦l destaca el estiloso templete de Linneo

Su peripecia vital fue la de un exiliado que hasta pocos a?os antes de morir no recibi¨® el reconocimiento de sus colegas. Su voz literaria mantiene la frescura, dice Pilar Pagespetit, que le surt¨ªa de libros en su librer¨ªa Sant Jordi: ¡°Sus lectores, que pasan por mi librer¨ªa venidos de medio mundo, suelen ser menores de 35 a?os, con lo que su sinton¨ªa con la juventud es incuestionable¡±. En el expositor, la ¨²ltima obra p¨®stuma de Bola?o, El esp¨ªritu de la ciencia-ficci¨®n (Alfaguara, 2016).

Para atender el creciente peregrinaje de letraheridos, la oficina de turismo dise?¨® la Ruta Roberto Bola?o, a trav¨¦s de 17 puntos indicados con postes met¨¢licos y documentados con sendas citas literarias. Sigui¨¦ndolos, comprenderemos no tanto su territorio literario cuanto su cotidianidad, que es barrida poco a poco por el paso del tiempo. En la documentaci¨®n de la ruta figura su reportaje La selva mar¨ªtima, que fue portada de El Viajero en 2000.

El itinerario empieza en la estaci¨®n de tren, adonde Bola?o lleg¨® con su madre, dispuesta a abrir una tienda de bisuter¨ªa. Quien haya le¨ªdo El Tercer Reich reconocer¨¢ el barrio tur¨ªstico de Los Pinos, en cuyo bar Hogar del Productor, antiguo reducto de marginalidad, sol¨ªa dejarse caer el autor de las gafas redondas. No muy lejos, en la plazuela lindante al colegio, Bola?o esperaba la salida del hijo Lautaro escudri?ando su mar preferido.

En el farall¨®n de Sa Palomera, caminable hasta la c¨²spide, da comienzo topogr¨¢ficamente la Costa Brava. Enfrente, el restaurante Sa Malica ofrece paellas y pescado fresco, y Es Blanc, ambiente lounge para una copa.

Agrada dialogar con Santi Serramitjana en su tienda Joker Jocs (Bellaire, 39), que dio rienda suelta a la afici¨®n bola?iana por los juegos de estrategia, como evidencia El Tercer Reich. Tan obligado es detenerse en la Fuente G¨®tica, ¡°la joya de la villa¡±, seg¨²n el autor, como paladear un helado artesano en la Gelateria Venecia (Cortils i Vieta, 46). En el bar Terrassans, epicentro de la vida blandense, Bola?o ped¨ªa, antes que los cl¨¢sicos calamares a la romana, infusiones de manzanilla y churros, para llegarse despu¨¦s al Carrer del Lloro, al que se accede una vez atravesado el arco de los santos copatronos, Bonoso y Maximiano, representados en el dintel. El silencio tiene aqu¨ª una consistencia mineral; la que contribuy¨® al recogimiento propicio para la gestaci¨®n de Los detectives salvajes, novela con la que el chileno lleg¨® al gran p¨²blico.

Fue en la segunda planta del n¨²mero 23 del Carrer del Lloro donde fij¨® su estudio, el sanctasanct¨®rum de su mapa literario. Una pintada destila poder de conmoci¨®n: ¡°D¨¦jenlo todo nuevamente¡± (el texto completo es ¡°D¨¦jenlo todo, nuevamente l¨¢ncense a los caminos¡±, tomado de su primer manifiesto po¨¦tico infrarrealista). El viajero, a buen seguro que con el benepl¨¢cito de Bola?o, hilvana a partir de ahora un recorrido de trazas detectivescas. Por la calle de la Uni¨® emboca la de Girbau, flanqueada por brillantes aspidistras, plantas de casi 40 a?os de edad. En el n¨²mero 2 comprobamos c¨®mo se repite la pintada, junto a un dibujo que tiene mucho de abracadabra para quien no haya le¨ªdo Los detectives salvajes. Se trata de un juego de agudeza visual en el que, seg¨²n Arturo Belano, alter ego del escritor, cuatro mexicanos velan un cad¨¢ver.

A Bola?o le gustaba vivir rutinariamente aislado del traj¨ªn editorial de Barcelona. El hilo conductor de la ruta nos lleva a la farmacia y a la papeler¨ªa donde se aprovisionaba, as¨ª como a sus viviendas familiares. Como una experiencia de hallazgos concatenados, entramos en la librer¨ªa ?a Trencada (Roig i Jalp¨ª, 10) para tomar contacto con la Biblioteca Bola?o, que est¨¢ reeditando Alfaguara. La pista de hielo sin duda es el t¨ªtulo que mejor describe al municipio costabravense. De aqu¨ª saltamos al n¨²mero 23 de la misma calle, al estudio del artista local Serrano Bou. En el escaparate, varias novelas de Bola?o a los pies de una obra de tintes simb¨®licos, Inclement, vehement ¡ª?cuchillos y suspensorio incluidos¡ª, basada en el relato Putas asesinas. Muy a mano est¨¢ el restaurante laBalma, de trato familiar, igual de recomendable que el gastrobar Sa Lola, situado en el paseo. Quedan un poco m¨¢s all¨¢ los exvotos marineros de la ermita de la Esperanza. Despu¨¦s recalamos junto al puerto para tomar un verm¨² en la estupenda terraza L¡¯Hivernacle. Colgado sobre el mar, el jard¨ªn bot¨¢nico Marimurtra fue fundado en 1921 por el alem¨¢n Karl Faust y pide ser recorrido nada m¨¢s abrir, a las nueve de la ma?ana. Destaca el estiloso templete de Linneo.

Rematamos la ruta en el poste n¨²mero 8, en el paseo mar¨ªtimo. ¡°Quiero dejar mi cuerpo en la playa, tal vez alguna persona se acerque y se lo lleve¡±, escribi¨® al final de su vida. Enfrente, la bah¨ªa de Blanes, ¡°bell¨ªsima¡±, guarda las cenizas de este autor de culto desaparecido prematuramente, generador como pocos de vocaciones literarias. Ya era un cl¨¢sico indiscutido.