Can Verdera, sue?os campestres en Mallorca

Esta possessi¨® mallorquina con m¨¢s de un siglo y medio de antig¨¹edad respira aires serranos, embelesos bot¨¢nicos y la quietud de su aislamiento geogr¨¢fico en plena sierra de Tramontana. Desde cualquier punto de la finca, el espec?t¨¢culo natural se vislumbra, se palpa en su dimensi¨®n verde, se huele desde el fragor de las lavandas y las buganvillas, se escucha en las notas encadenadas de Chopin, se lee en los renglones equinocciales de George Sand.

Esto es Mallorca y bien lo sab¨ªa el belga William Pehle cuando descubri¨® la casa a principios de la d¨¦cada de los noventa y la so?¨® como un hotel con encanto. En su rehabilitaci¨®n no escatim¨® esfuerzos. Gast¨®n y Daniela puso sus telas y lencer¨ªas. El galerista Josep Pinya encontr¨® el emplazamiento ideal para sus valores art¨ªsticos. La firma alemana de interiorismo Leptien?3, con Frank Ziegler a la cabeza, vel¨® por que todo el rompecabezas pl¨¢stico conformara el escenario Instagram. Y el maestro de obra Pepe Frontera recompuso los muros y tejados, engast¨® las escaleras de piedra, formaliz¨® los balaustres de madera que dan escala a los ventanales e imprimi¨® el acento constructivo que antes hab¨ªa logrado en otras casas r¨²sticas de la isla.

As¨ª, conservada la esencia mediterr¨¢nea con el toque minimalista que hoy vuelve habitables los espacios antiguos de las cuadras y los pajares, Can Verdera abraza el paisaje desde sus jardines en cascada, sus l¨¢minas de agua para el ba?o, sus dormitorios miradores y desde su garden lounge, que utiliza la cubierta de unos antiguos aljibes para el solaz de los hu¨¦spedes, a la sombra de una p¨¦rgola de forja con volutas y enguatados por unos cojines multicolores que avivan incluso los crep¨²sculos so?ados.

El patio interior est¨¢ cuajado de palmeras y fuentes. El sal¨®n social ?exhibe las vigas de madera originales y una obra de Fran?ois Ripoll. El bar a¨²na la tradici¨®n del pavimento de barro cocido con el manierismo de las l¨¢mparas dise?adas por Philippe Starck y la pintura vitalista de Diana Palaci.

Anna Celma, la anfitriona, ejerce como maestra de ceremonias en momentos clave. Los desayunos, los almuerzos de verano en la terraza, los refrescos vespertinos en rincones casi insospechados o los paseos por los recovecos de magnolias y palmeras que modelan el per¨ªmetro del jard¨ªn.