Mucho mar para el oto?o
De los castros del occidente de Asturias a los museos de Palma de Mallorca, y de las arenas kilom¨¦tricas de A Coru?a a una lonja de pescado de Almer¨ªa. Cinco rutas en coche junto a la costa
01 Gambas de joyer¨ªa
Lonja de Garrucha (Almer¨ªa)
La subasta de la gamba de Garrucha, en la costa de Almer¨ªa, nos introduce en una liturgia mercantil incomprensible para el profano. Resulta interesante visitar antes el centro de interpretaci¨®n de la Pesca Nautarum y degustar las gambas y las patatas con alioli del restaurante Rinc¨®n del Puerto. As¨ª esperamos el arribo de los 13 arrastreros con gambas garrucheras pescadas a unos 500 metros de profundidad, lo que le confiere texturas excepcionales, adem¨¢s de facilitar el pelado.
Una vez en la lonja podemos acercarnos a la cinta transportadora y mirar a los compradores que, con expresi¨®n de jugadores de p¨®quer, detienen la subasta a la baja con un mando electr¨®nico en un ejercicio de sangre fr¨ªa. Cada bip es una caja vendida. A las 17.30 desfila el pescado y a las 18.00 se registra el momento cumbre. Se masca la tensi¨®n al retirarse el pl¨¢stico con hielo que cubre las cajas de las gambas, que, en funci¨®n del calibre, se clasifican en peque?a, mediana y gamb¨®n. Toda la cinta adquiere un color rojo rutilante. Y pasa inadvertido el sorteo del orden de salida; ning¨²n armador quiere ser ni el primero ni el ¨²ltimo.
Los compradores tienen la prerrogativa de parar la cinta. Bajar parsimoniosamente y comprobar que el g¨¦nero del fondo de la caja sea bueno. Los precios y la calidad, claro, por las nubes.
02 M¨¢laga se mira en ?frica
Selwo Aventura (Estepona)
Cuanto m¨¢s proliferan los simulacros de lo virtual, mayor es el efecto sorpresa que ejerce en los ni?os aproximarse a los animales. A tres kil¨®metros del mar, Selwo Aventura, en Estepona, hace del ocio animal una excelente alternativa tras la can¨ªcula. Porque se trata de caminar unos cuatro kil¨®metros por una malague?a Costa del Sol de notables paralelismos orogr¨¢ficos con el continente africano.
Las pantallas acristaladas consiguen el poder de cercan¨ªa de guepardos y macacos. Visitaremos despu¨¦s a los lemures de cola anillada, que tanta relevancia cinematogr¨¢fica adquirieron en Madagascar: tan pr¨®ximos que llegan a tocarnos (sin reciprocidad). Habr¨¢ quien vea por primera vez una suricata, tras reconocer en ella a Tim¨®n, el personaje de El rey le¨®n. Nuevos inquilinos son el c¨¢lao terrestre y los tit¨ªs.
Nos sorprende una pareja de lince ib¨¦rico y subir por un aviario a la altura de las frondas de los ¨¢rboles para discernir el ibis sagrado. Tras los elefantes asi¨¢ticos, desfila un mundo de ant¨ªlopes, sean oryx o gr¨¢ciles impalas, y no lejos, en el Poblado Central, acechan sus depredadores, los leones. Los hay que se apuntan al Safari Serengueti, subidos a un cami¨®n con monitor desde el que se alimenta a las cebras con pienso y zanahorias; a los hipop¨®tamos se les echan manzanas y alfalfa en un recinto aparte. ?M¨¢s exclusividad? La visita VIP Obama es copia de la que realiz¨® la hija del expresidente estadounidense. Siempre es buena idea pernoctar en los poblados Watu o Mas¨¢i, mientras el restaurante nos garantiza no tener que salir de esta ?frica en todo el d¨ªa.
03 Camino a las cascadas
Coa?a y Oneta (Villay¨®n)
A 10 kil¨®metros de la costa occidental asturiana, esta ruta en paralelo al Cant¨¢brico colma nuestras expectativas. Primero caminamos por el castro de Coa?a, poblado defensivo entre las zonas aur¨ªferas y el oc¨¦ano. Fue habitado por los albiones a partir del siglo V antes de Cristo, si bien los restos visibles son tardorromanos. Abre de mi¨¦rcoles a domingo.
Luego seguimos hacia Boal hasta Trelles para cruzar el r¨ªo Navia por la presa de Arb¨®n. Antes, podremos buscar la compa?¨ªa de Juan Carlos Men¨¦ndez, Kaly. Pocos como ¨¦l saben transmitir el ADN de la cuenca del Navia, y lo hace con una ruta en kayak en busca del mart¨ªn pescador, nidos de p¨¢jaro carpintero y una antigua osera.
Tras Arb¨®n recorremos la carretera que bordea el embalse. Un kil¨®metro antes de Villay¨®n salimos, a mano izquierda, direcci¨®n Bel¨¦n y Oneta, cuyo ¨²ltimo kil¨®metro puede calificarse como superfotog¨¦nico. Aparcamos en las casas de Oneta y caminamos poco m¨¢s de un kil¨®metro entre matices agropecuarios.
Todo el esplendor fotogr¨¢fico nos espera en la cascada de Firbia, que se despe?a majestuosa desde una altura de 18 metros. Su base, junto al molino, es un monumento natural de casta?os y robles. Si seguimos el curso fluvial, entre musgos y helechos, llegamos al molino previo a la cascada de Ulloa. Las lluvias oto?ales refuerzan lo fragoso del entorno. En el hotel rural Yeguada Albeitar sirven un sabroso men¨² de 15 euros, aunque lo suyo es pernoctar para que los ni?os se incorporen a las tareas de la granja: orde?ar, pastorear o dar el biber¨®n a los cabritos.
04 Mucho arte en la isla
Palma de Mallorca
?Qui¨¦n dijo que Mallorca adolec¨ªa de cosmopolitismo? La capital, de hecho, concentra cada vez mayor n¨²mero de visitantes en busca de cultura. Contribuye a ello la Fundaci¨® Pilar i Joan Mir¨®, que acaba de cumplir su XXV aniversario, y Es Baluard, contenedor de arte contempor¨¢neo dotado con terraza panor¨¢mica, por no hablar de la Fundaci¨®n Juan March. Hasta el 22 de octubre se exponen pinturas de Ram¨®n Casas en el CaixaForum. Aparte de las galer¨ªas Pelaires y Gerhardt, desde hace meses abre como centro cultural el Casal Balaguer, mansi¨®n del siglo XVIII de atildado patio.
Gusta extraviarse en la c¨¦ntrica fisonom¨ªa medieval de patios, casas nobiliarias de los siglos XVI y XVII y callejas profundas y misteriosas. Quien no pueda permitirse dormir en el hotel Sant Francesc, podr¨¢ tomar una copa en su terraza.
Las vermuter¨ªas La Rosa y La Rosa Chica se han labrado una merecida fama, m¨¢s que por su deliciosa tortilla de patata, por sus gildas regadas con verm¨² de grifo. Cerca pediremos los bocadillos de pan llonguet (panecillo, en mallorqu¨ªn), por ejemplo el de queso y jam¨®n, que hacen las delicias en el Bar Bosch. Es casi imperativo paladear, caliente, la ensaimada de Ca¡¯n Joan de S¡¯Aigo, maridada con helado de albaricoque o de almendra, que tambi¨¦n elaboran de forma artesanal.
La urbe palmesana tambi¨¦n ofrece gratas opciones de copeteo. Para combinados afterwork, mejor la terraza del Ginbo. Y quien busque soplos modernetes, nada como sentarse en el mobiliario vintage del caf¨¦ l¡¯Antiquari.
05 Entre olas y dunas
Valdovi?o y Cedeira (A Coru?a)
Ferrolterra ¡ªla comarca de Ferrol¡ª guarda entre Valdovi?o y Cedeira una ruta secreta que enlaza arenales de muy diferente formato. El play¨®n de Frouxeira, uno de los m¨¢s yodados de Galicia, sugiere kilom¨¦tricos paseos al comp¨¢s de las dunas. Finales de septiembre y octubre son propicios para distinguir en la laguna barnaclas, garzas, avetoros¡, el censo es copios¨ªsimo.
Del islote A Percebelleira pasamos a la playa Peque?a, entre rocas. Conforme ascendemos por la carretera, el cabo de Frouxeira es un constante est¨ªmu??lo para la mirada, toda vez que algo en el faro evoca el palo mayor de una nave. Nos detendremos en el mirador de Para?o y en la bajada a Pant¨ªn, conocida como ¡°la f¨¢brica de olas¡±. Hay que achacar a la famosa ola de derechas que sea una playa surfera y cosmopolita. En la finca del restaurante O Castro cr¨ªan cerditos celtas.
Desde Pant¨ªn, buscar la carretera que ci?e la bell¨ªsima cala O Baleo, donde se practica el nudismo. Un mirador y, enseguida, arbolado mediante, salimos a Casa Caneiro, donde sirven las coquinas recolectadas en la playa de Vilarrube (Cedeira). La tranquilidad y los largos paseos junto a las dunas est¨¢n garantizados en este arenal de fondo de r¨ªa que compensa el d¨¦ficit de arenales familiares en la comarca ferrolana. En la ecosensible Casa do Morcego se duerme bien y se come mejor. Su programa Oto?o Gastron¨®mico incluye cena de temporada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.