Un escondite en Llanes

Pegado a la antigua carretera nacional, lo que lo habr¨ªa vuelto inhabitable a?os atr¨¢s, este hotel de 14 habitaciones invita al descanso desde que la nueva autov¨ªa del Norte ha alejado el tr¨¢fico de esta pedan¨ªa neoindustrial en las afueras de Llanes. La casa original, conocida como la de Do?a Gloria, responde a la arquitectura indiana de primeros del siglo XX, cuando no pocos asturianos regresaban de ¡°hacer las Am¨¦ricas¡± para aposentar prestigio y fortuna en el mismo enclave del que partieron. Tras una remodelaci¨®n sustancial de la vivienda y la construcci¨®n de un anexo en el prado contiguo, la periodista vasca Bego?a Arenas Fern¨¢ndez y su marido, Jorge Fern¨¢ndez, tomaron las riendas del negocio como un paso m¨¢s en el itinerario hotelero emprendido con el Piedrafita Lodge, en el valle pirenaico de Tena. Seguramente habr¨ªan pensado en un dise?o muy diferente de hotel, pero aceptaron lo construido y supieron hacer de ello un hogar acogedor para ellos y sus hu¨¦spedes. Habr¨ªan empezado con una morfolog¨ªa de instalaciones no tan marcadamente hotelera, quiz¨¢ algo m¨¢s informal, m¨¢s amigable. Unos ventanales m¨¢s amplios abrir¨ªan la estancia a los espont¨¢neos matices del verde, presente en la misma finca y en todo su entorno (a un kil¨®metro en l¨ªnea recta de la costa se encuentra la sierra del Cuera).

Franqueada la angostura del acceso desde la carretera,?aparece bien marcado y ordenado el aparcamiento al aire libre de El Indiana. Al fondo, el panel indica el camino a la recepci¨®n. Mucha expresividad para tan poco hotel, salvo la luminosidad bot¨¢nica del jard¨ªn privado. Ocho dormitorios se incrustan en la mansi¨®n original. Los otros seis se desdoblan en torno a ella a distintas alturas y en sucesivos recovecos. Ninguno escatima detalles y servicios, ni siquiera un sof¨¢ para ver orballar en el exterior. Es verdad que los colchones son algo blandos. Y que la ba?era es estrecha y de manejo indescifrable (hay que experimentar con el mando hasta lograr la temperatura e intensidad deseadas). Pero el espacio es un lujo a precio r¨²stico. La atenci¨®n personalizada de Bego?a y Jorge, otra pompa mayor.

Temprano, sin prisas, el desayuno obsequia al hu¨¦sped con vistas a los montes bajo una luminosa claraboya. Adem¨¢s de algunas elaboraciones caseras ordenadas en buf¨¦ libre, se pueden solicitar sin cargo platos calientes a la carta. Vale la pena probar alguno.