12 alucinantes paisajes de mar y roca en la costa espa?ola
Del ¡®flysch¡¯ guipuzcoano a los conos de lava negra de La Palma, una ruta de turismo geol¨®gico que nos descubre la historia de la Tierra
La naturaleza se comporta a menudo como una consumada escen¨®grafa. Conocer las claves de los procesos geol¨®gicos que la marea del tiempo ha dejado en las costas espa?olas es el hilo argumental del turismo geol¨®gico asociado a volcanes, fallas, basaltos y yacimientos datados en muchos miles, millones de a?os que de alguna manera, al pisarlos, se nos acercan.
Espa?a es el pa¨ªs europeo con mayor n¨²mero de geoparques auspiciados por la Unesco (12 en total), cuatro de los cuales son costeros: Cabo de Gata, Costa Vasca, El Hierro, y Lanzarote y Archipi¨¦lago Chinijo. En plena Semana Europea de los Geoparques (hasta el 10 de junio; geoparques.eu), proponemos una visita a todos ellos, m¨¢s otros ocho enclaves, cuando menos vistosos, entre un sinf¨ªn de estructuras p¨¦treas. Maravillas en el litoral que bien merecen una explicaci¨®n.
1. Paseando por el Averno
Volc¨¢n Tenegu¨ªa (La Palma)
Uno de los cl¨ªmax tel¨²ricos espa?oles se alcanza trepando por el volc¨¢n Tenegu¨ªa (en Fuencaliente de La Palma). Su erupci¨®n de 1971, que expuls¨® 40 millones de metros c¨²bicos de piroclastos, fue la ¨²ltima de entre las ocurridas en tierra registrada en Espa?a.
Hay un continuo ir y venir de senderistas fotografiando desde su cono las negras lavas. Por la parte alta del volc¨¢n, de 90 metros de altura, todav¨ªa emanan gases calientes, oxidando y confiriendo a las rocas una colorista envoltura roja y amarilla. Hay que calcular una hora de caminata, y cuando arrecian los vientos alisios es mejor evitar este monumento natural desde el cual el sur de La Palma no tiene secretos. Es buen plan visitar despu¨¦s las bodegas Tenegu¨ªa, cuyos vi?edos se asientan sobre pic¨®n (gotas de magma) y cenizas.
En Zumaia se puede observar la fina capa negra dejada por el impacto de un asteroide hace 66 millones de a?os
2. Cuando el ¡®flysch¡¯ habla
Geoparque de la Costa Vasca (Gipuzkoa)
Las 1.300 visitas ¡ªa pie y en barco¡ª programadas anualmente en el geoparque de la Costa Vasca lo acreditan como una apuesta geotur¨ªstica exhaustiva. El flysch es una especie de milhojas en el que se intercalan capas duras y blandas formadas por sedimentos y f¨®siles marinos depositados en el fondo del mar; son las p¨¢ginas de un libro que nos permite leer sin interrupci¨®n 60 millones de a?os. En Zumaia podremos observar la fina capa negra dejada por el impacto de un asteroide hace 66 millones de a?os, que supuso la extinci¨®n del 60% de las especies, dinosaurios incluidos. No es hasta la bajamar cuando la playa de Itzurun regala al paseante la r¨ªtmica belleza de estratos y paredes laminadas que sirvieron de escenario a Juego de tronos.
Por libre o con un gu¨ªa que nos desvele la biodiversidad de la zona, nos acercaremos en bajamar a la rasa mareal de Sakoneta (Deba). Hay que ir luego a Mutriku, tanto por su flysch negro como por su museo de amonites gigantes.
3. Inspirando a Dal¨ª
Cabo de Creus (Girona)
Hay sitios que se vuelven expresi¨®n de gozo geol¨®gico. Este parque natural es testigo de lo ocurrido hace 300 millones de a?os a 20 kil¨®metros de profundidad, durante la formaci¨®n de una cordillera. Uno se tropieza en torno al faro con brillantes micas, turmalinas negras, pliegues de esquistos que nada tienen de volc¨¢nicos. Una buena parte de la exposici¨®n del Espai Cap de Creus (Cadaqu¨¦s), abierto en la antigua vivienda farera, est¨¢ consagrada a la geolog¨ªa. En la cala Jugadora, protegida de la tramontana, los ba?istas toman el sol en plataformas rocosas mientras los filones de pegmatitas, de nombre Es Roigs (Los Rojos), sirven de tel¨®n de fondo. Una vez en las calas Culip y Culler¨®, del Paratge de Tudela, nos cautivan las mismas erosiones en esquistos y pegmatitas que deslumbraron a Salvador Dal¨ª.
4. Dantesca barbacoa
Timanfaya (Lanzarote)
Las erupciones entre 1730 y 1736 y la de 1824, que recubrieron la cuarta parte de la isla canaria, son raz¨®n para visitar el geoparque de Lanzarote y Archipi¨¦lago Chinijo. Para cualquier geoaficionado, la fiesta comienza en el centro de visitantes del parque nacional de Timanfaya, donde se simula una erupci¨®n volc¨¢nica y las pasarelas generan la ilusi¨®n de caminar entre lavas. Siguen las demostraciones de anomal¨ªas geot¨¦rmicas: quema de aulagas ¡ªa 1,5 metros de la superficie se registran 250 grados¡ª y g¨¦iseres producidos al verter cubos de agua por tubos de sondeo ¡ªse alcanzan 610 grados a 13 metros de profundidad¡ª. Uno de los hornos naturales le da uso el restaurante panor¨¢mico El Diablo, una creaci¨®n de C¨¦sar Manrique desarrollada a trav¨¦s de un proyecto firmado por el arquitecto Eduardo C¨¢ceres. Este traz¨® la Ruta de los Volcanes (14 kil¨®metros), que se recorre en autocar. Conviene no perderse la visita, guiada y a pie, al volc¨¢n Tremesana, en una impagable comuni¨®n con tubos volc¨¢nicos y malpa¨ªses. El trayecto en coche entre Tinajo y la playa de La Madera es buen ejemplo de irrealidad casi m¨ªstica (inspiradora del modista Custo Dalmau).
Webs ¨²tiles
- Lugares de inter¨¦s geol¨®gico en Espa?a.
- -GeoSites en Espa?a.
- -Volcanismo.
- -Sobre f¨®siles.
- -Gu¨ªa de minerales y rocas.
- -Gu¨ªas geol¨®gicas de parques nacionales.
- -Geomorfolog¨ªa para todos.
- -Apadrina una roca.
5. Pe?ascos muy pintones
Parque geol¨®gico Costa Quebrada (Cantabria)
A las puertas de Santander, Costa Quebrada es un parque geol¨®gico en el que el oleaje ha tallado un exquisito concentrado de formas litorales. Crestas, istmos, dolinas, colapsos. De la trama fecunda de cuchillones ocres de la playa de La Arn¨ªa (Pi¨¦lagos) sorprende que sean las mismas calizas empleadas en la cueva de Altamira a modo de lienzo; su rasa mareal es un laboratorio biol¨®gico a cielo abierto.
Caminando por el acantilado se divisa al poco la playa de Covachos (Santa Cruz de Bezana), que en bajamar exhibe una formaci¨®n tomb¨®lica ¡ªlengua de arena que comunica con un islote¡ª de tal perfecci¨®n que ilustra la entrada ¡°t¨®mbolo¡± en la Enciclopedia Brit¨¢nica. Y despu¨¦s viene la concatenaci¨®n de urros (islotes puntiagudos), de los mayores gustazos que un catador de paisajes puede darse. Para ello, hay que trepar por la banda oriental de la playa de Portio (Pi¨¦lagos). Al portal¨®n Canto del Diablo lo llaman as¨ª por las formas de animal fabuloso que sugiere.
6. El geodesierto
Cabo de Gata (Almer¨ªa)
El parque natural de Cabo de Gata-N¨ªjar mantiene su condici¨®n de geoparque en buena medida por sus acantilados volc¨¢nicos: los mejor conservados de la costa peninsular espa?ola. Se encuentran singularidades como Los Escullos y su playa del Arco, una duna petrificada moldeada por taffoni, cavidades redondeadas creadas por el viento, como si de una centrifugadora de part¨ªculas se tratase. Desde el bar-discoteca Cham¨¢n se aprecia la blancura de las dunas fosilizadas.
Quien busque el magmatismo del cabo de Gata se decantar¨¢ por la playa de M¨®nsul, con esas oscuras formaciones rocosas en forma de olas, ?tan art¨ªsticas!, producto de la erosi¨®n de un volc¨¢n submarino. La duna rampante es colosal, y fr¨¢gil (est¨¢ prohibido pisarla). El viento de levante, frecuente en verano, empuja su arena a la orilla, haci¨¦ndola en ocasiones inc¨®moda de pasear. El ge¨®logo David Monge gu¨ªa rutas en las que se desvelan los secretos geol¨®gicos y faun¨ªsticos del parque natural.
7. Del arco al roque
Geoparque El Hierro
Desde la cima insular del monte Malpaso hasta el volc¨¢n submarino Tagoro, El Hierro justifica holgadamente su declaraci¨®n de geoparque (elhierrogeoparque.es). De los arcos p¨¦treos que adornan su costa, el de la Tosca es el m¨¢s rec¨®ndito. Para dar con ¨¦l ¡ªa unos 3,5 kil¨®metros del Pozo de la Salud, en direcci¨®n a El Verodal¡ª hay que tomar el segundo camino tras rebasar una caba?a, entre arrebatadores malpa¨ªses regurgitados por el volc¨¢n del Roque de Bascos. Por medio de acantilados labrados en coladas bas¨¢lticas se abre el Arco de la Tosca: puente que une puntas costeras gracias a las columnas y al malpa¨ªs de la parte superior de las coladas, a modo de dovelas centrales.
Camino del parador, en el otro extremo herre?o, atrae a la vista, justo a la salida del t¨²nel, el Roque de la Bonanza, nombrado as¨ª por la cualidad apacible de sus aguas. Ante la erosi¨®n marina, los diques bas¨¢lticos han resultado ser m¨¢s resistentes que las coladas o los piroclastos que atraviesan.
8. El manto, a la vista
Cabo Ortegal (A Coru?a)
El complejo de Cabo Ortegal (geoparque en ciernes) saca a la luz rocas de la litosfera profunda generadas durante la formaci¨®n de Pangea, el ¨²ltimo supercontinente de la historia de la Tierra (que empez¨® a fracturarse hace unos 200 millones de a?os). Hallaremos aqu¨ª un compendio de rocas del manto, nada habituales en la corteza terrestre.
Las fastuosas panor¨¢micas animan a desplazarse a la Garita de Herbeira (Cedeira), sobre los m¨¢s altos acantilados de la Europa continental. De las peridotitas y piroxenitas de este escarpe de 606 metros de altura pasamos a otro lugar no menos escalofriante, el cabo Ortegal, rico en eclogitas y perspectivas escalonadas sobre los islotes de Os Aguill¨®ns. Vista desde el Chao dos Carr¨ªs, las casas de San Andr¨¦s de Teixido se perciben asentadas sobre un manto de deslizamiento.
Un d¨ªa de playa en Morouzos (Ortigueira) ofrece, espor¨¢dicamente en bajamar, la estampa de un grupo de alumnos junto con su profesor subiendo a la isla de San Vicente en busca de ofiolitas, restos de los oc¨¦anos intercalados en Pangea.
9. Gigantes carbonizados
Islas Columbretes (Castell¨®n)
Componen la imagen de una ordal¨ªa de fuego y furia que hubiera irradiado una veintena de islotes, pero las Columbretes no son sino tierras volc¨¢nicas que han ido emergiendo tras sucesivas erupciones. Produce un extra?o poder de encantamiento fondear a 50 kil¨®metros de la Pen¨ªnsula, en la caldera abierta que es la rada de Illa Grossa. La cola de esta suerte de anguila la conforman los islotes de Mascarat, Senyoreta y Mancolibre. Viendo el tiz¨®n negro como el azabache del primero es f¨¢cil conjeturar las ¨²ltimas deyecciones de lava. Las excursiones navegan despu¨¦s por Ferrera y Foradada ¡ªhoradada¡ª, donde se aprecian proyectiles de cuando los islotes serv¨ªan de campo de tiro. Al fondo, el Carallot, de obscena morfolog¨ªa. Interesa viajar en una embarcaci¨®n peque?a ¡ª?por ejemplo, el Casamar¡ª que garantice entrar en el cupo que pisa Illa Grosa.
10. El escultor natural
Erosiones de Bolnuevo (Murcia)
Cuenca posee su Ciudad Encantada; Mazarr¨®n, sus erosiones de Bolnuevo, al borde de la carretera costera. Las gredas de materiales blandos y conchas fosilizadas, pintados en tonalidades cetrinas, se transmutan en arte, y las aguas y el viento, en escultores. Estas setas picudas brotan en un paraje donde hace cinco millones de a?os romp¨ªan las olas, como pretenden recordarnos las gaviotas graznando en sus crestas arborescentes. Su poder de sugesti¨®n se acrecienta con iluminaci¨®n nocturna; a sus pies se celebra en verano un recital de piano a la luz de 200 velas. El resto del d¨ªa se puede pasar en las calas nudistas, prohibidas a los veh¨ªculos de motor.
11. Chapoteo de dinosaurios
Playa de La Griega (Asturias)
Las icnitas son rastros fosilizados, pero ninguna deja volar tanto la imaginaci¨®n como las dejadas por dinosaurios. El Museo del Jur¨¢sico de Asturias, en Colunga, conserva la tercera mayor y m¨¢s diversa colecci¨®n de huellas de dinosaurios del mundo. Muy cerca, en la playa de La Griega, encontraremos icnitas de saur¨®podos, ter¨®podos y estegosaurios. En lo tocante a los primeros, son las huellas m¨¢s grandes del Jur¨¢sico (una alcanza 130 cent¨ªmetros). Por libre se ven estupendamente, pero hay visitas organizadas tanto del museo como del centro de interpretaci¨®n de la Sierra del Sueve. Geolag ense?a tambi¨¦n otros puntos de inter¨¦s geol¨®gico en la costa astur, como Tere?es o los bufones de Pr¨ªa.
12. La playa monumental
Las Catedrales (Lugo)
El monumento natural de la playa de las Catedrales se recorre como quien va a un museo; eso s¨ª, en bajamar. Uno no sabe qu¨¦ admirar m¨¢s, si las arcadas que quieren ser arquivoltas g¨®ticas o si la belleza de las cuevas, donde se recomienda no acceder por riesgo de desprendimientos (una visitante falleci¨® la pasada Semana Santa al caerle una piedra). Las Catedrales es ejemplo de la constante modificaci¨®n que sufren los acantilados. Tantas fracturas hacen factible la hip¨®tesis de que el ic¨®nico arco de entrada se venga abajo en cuesti¨®n de uno o dos siglos: medio telediario en tiempo geol¨®gico. De julio a septiembre solo se puede acceder ¡ª?en visita guiada o por libre¡ª bajo reserva, teniendo plaza asegurada quien pernocte en alojamientos reglados de Ribadeo. No se puede decir adi¨®s sin pasear en bajamar por la playa das Illas.
Ge¨®logos por un d¨ªa
Si se anima a una excursi¨®n geol¨®gica, debe llevar calzado de suela r¨ªgida (m¨¢s a¨²n en suelos k¨¢rsticos y volc¨¢nicos), sombrero, protecci¨®n solar, agua, documentaci¨®n del entorno y conocer el pron¨®stico del tiempo. GPS y saberse manejar con mapas tambi¨¦n ayuda. En zonas abruptas y acantilados hay que extremar las precauciones, sobre todo los d¨ªas ventosos y de mar brav¨ªa, y nunca internarse en zonas mineras. Es recomendable dejar aviso del ¨¢rea en la que nos moveremos, en particular si pensamos abandonar las rutas se?alizadas. No hay que recolectar f¨®siles o minerales como recuerdo, ni embadurnarse con arcillas de las playas (una lacra en Menorca). "Cada lugar geol¨®gico es ¨²nico. Formaciones, f¨®siles, rocas y minerales presentes en el yacimiento son un milagro natural", nos recuerda Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Ge¨®logos. "Es como entrar en una catedral: lo normal es sentir un respeto por su significado; para los ge¨®logos, cada afloramiento es una catedral del tiempo".
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