14 playas salvajes en el norte
Del arenal de Barinatxe, en Bizkaia, al de Melide, en Pontevedra, olas surferas, ricos pescados y miradores espectaculares en una apetecible ruta costera por la Espa?a verde
Espa?a es el pa¨ªs de la Uni¨®n Europea con mayor longitud de costa: unos 8.000 kil¨®metros. De estos, la cuarta parte pertenece a Galicia, Asturias, Cantabria y el Pa¨ªs Vasco. Dos, tres como m¨¢ximo, son los meses en los que en esta Espa?a verde se puede disfrutar de jornadas playeras, cuando el frescor del oc¨¦ano modera las temperaturas propiciando la b¨²squeda de para¨ªsos distantes. De Bizkaia a Pontevedra, estas 14 playas hacen gala de una naturaleza salvaje, condicionada por los ritmos de las mareas.
1. Urbana y agreste
La Salvaje (Sopela/Getxo, Bizkaia)
Barinatxe, tambi¨¦n llamada La Salvaje, es un vasto arenal a los pies de un acantilado que conjuga los placeres de una playa atl¨¢ntica. De la parada de metro Larrabasterra parte el Sopelbus (80 c¨¦ntimos por trayecto) a La Salvaje, que cuenta con un ampl¨ªsimo aparcamiento en el que se suelen cambiar de ropa los surfistas. Lo silvestre se agudiza en el sector occidental, perteneciente al municipio de Getxo. Su tradici¨®n naturista es muy acusada y tan deportiva que el 15 de julio fue escenario de la XIX Carrera Nudista de Sopela. Estos arenales del Gran Bilbao se significan por su ventosidad y fuerte oleaje, lo que permite planear a gusto a los parapentistas y a los surfistas protagonizar llamativas cabalgadas.
2. La muralla de arena
Valdearenas (Pi¨¦lagos, Cantabria)
El arranque de la playa de Valdearenas, centro de gravedad del parque natural de las Dunas de Liencres y Costa Quebrada, tiene un aparcamiento de 820 plazas, m¨¢s propio de un estadio deportivo. Quiz¨¢ por ello lo mejor sea avanzar un kil¨®metro y medio en paralelo a la cornisa aren¨¢cea m¨¢s importante del Cant¨¢brico, hasta que se evapore la sensaci¨®n de parque urbano. El mar es de respeto: quien desee zambullirse deber¨¢ hacerlo cerca de los socorristas; incluso los surferos ¡ªesta es una de sus mecas¡ª corren riesgos los d¨ªas de mala mar. Su cadena de dunas es el resultado de la lucha, en equilibrio permanente, entre el viento y los sedimentos arrastrados por el r¨ªo Pas. Una diversi¨®n infantil, pero da?ina para ellas, es usarlas como un tobog¨¢n.
Conforme nos acercamos a la r¨ªa de Mogro m¨¢s evidente es la pr¨¢ctica del nudismo y el castigo padecido por las dunas a causa de las galernas. La madera que arroja el Cant¨¢brico no se recoge adrede para favorecer el h¨¢bitat de la lecherina marina (Chamaesyce peplis), planta de coloraciones verdirrojas. Y siempre cabe contemplar los memorables atardeceres con vistas a la isla de la Conejera.
3. En clave fluvial
Sable (Val de San Vicente, Cantabria)
Las desembocaduras de los r¨ªos Nansa y Deva dotan al occidente c¨¢ntabro de playas semifluviales. Para acceder a la del Sable, en la r¨ªa de Tina Menor, hay que tomar primero la salida 269 hacia Los T¨¢nagos y luego la de San Vicente. A 500 metros de la rotonda, frente a los talleres Meroni, se encuentra el inicio de la pista (sin se?alizar). Espera un pinar con campas usadas para secar ocla (algas) y delante un arenal blanco y de grano fino, de 350 metros de longitud, que se recrea en el estuario del r¨ªo Nansa, por lo que la mayor o menor presencia de agua dulce o salada depender¨¢ del empuje mareal. Con la bajamar, pisando una mezcla de lodo y arena, a uno le entran ganas de caminar un kil¨®metro para fotografiar la costa. Aunque quiz¨¢ es m¨¢s aconsejable visitar el Sable en pleamar, cuando resulta menos fangosa. Antes, uno puede avituallarse en el restaurante Royal III(Casa Azul) con empanada de at¨²n con pisto, bocadillos Benito (uno de los propietarios del local, que dise?¨® este bocado de pan r¨²stico con bonito, queso de cabra, pimiento y cebolla caramelizada) o palmeras gigantes.
4. Los para¨ªsos existen
San Antonio (Llanes, Asturias)
Si ya de por s¨ª la costa de Llanes es privilegiada, qu¨¦ decir de esta cala de entorno virgen a la que solo se puede bajar a pie, mejor en marea baja. Al estar protegida de los oleajes, es una de las calas llaniscas que mejor ha conservado los aportes de arena. Para acceder, aparcamos en Cuevas del Mar y tomamos el camino de arena que asciende 700 metros para girar luego a la izquierda, a la altura de una granja. El mar cubre enseguida y es habitual el paso de buceadores y de espor¨¢dicos ba?istas sin nada que ocultar. La bajamar permite acercarse a la caleta secreta acostada en el cabo del Mar. Un buen plan pasa por esperar el ocaso junto a la ermita de San Antonio, posada sobre la punta. Para pernoctar, el hotel La Casona de Nueva est¨¢ a unos 10 minutos en coche.
5. Cachopo con vistas
Arenal de Mor¨ªs (Caravia, Asturias)
Lo que prevalece en este arenal es su aire r¨²stico junto a un oleaje moderado. El primer tramo de la playa es menos salvaje, y en el bar Las Gaviotas triunfa el cachopo de cecina, queso de cabra y cebolla caramelizada (no aceptan reservas). Se reconocen cada vez m¨¢s los encantos de la abrupta zona oriental, con la arena tostada encajada en declives monta?osos que verdean, dando una idea instant¨¢nea del puerto de Lastres y el pico Pienzu. Pese a su disposici¨®n abierta al mar, Mor¨ªs en modo alguna es traicionera, y es el enclave de la Caravia Surf School. El hotel La Raposera pertenece al sello Casonas Asturianas.
6. Experiencia Crusoe
Sabugo (Vald¨¦s, Asturias)
Este es otro excelso ejemplo de los primeros 500 metros de costa asturiana en donde rige la prohibici¨®n de construir. A lo que se a?ade su catalogaci¨®n como paisaje protegido de la Costa Occidental. Lo suyo es dejar el coche en el ¨¢rea recreativa de Sabugo y seguir a pie medio kil¨®metro, sobrepasando la v¨ªa del tren, para continuar despu¨¦s todo derecho otros 300 metros hasta dar con los acantilados de Las Crucianas. Se aconseja ir siempre con reflujo marino puesto que las piedras lindan con la huella de la pleamar; y que nadie se sorprenda de que enseguida se impongan las sombras. La punta de Los Aguiones nos separa de la playa de Otur, de f¨¢cil acceso y campin recomendable.
7. Alternativa a Las Catedrales
Las Islas (Ribadeo, Lugo)
La popularidad de la playa de Las Catedrales ha opacado este portento playero que tiene m¨¢s de visita paisaj¨ªstica que de enclave para ba?arse. Las Catedrales y Las Islas est¨¢n adem¨¢s unidas por la Ruta de las Playas, que se cubre a pie. La playa de Las Islas es otro bello ejemplo de la erosi¨®n marina en el acantilado, formando en este caso los cinco monumentales farallones de As Portelas, alguno de los cuales se puede tocar en bajamar por un agraciado istmo de arena lisa y compacta. Dejamos el coche en el aparcamiento de la playa de Os Castros y el paseo mar¨ªtimo de 700 metros lleva a Las Islas; ambas comparten bandera azul.
8. Ambiente deportivo
Esteiro de Xove (Lugo)
En Galicia hay varias playas de nombre Esteiro, pero con el apellido Xove solo existe este arenal bien preservado al que se llega en coche pasando por la playa de Area (Viveiro). No es f¨¢cil dar con un dorado arenal con este per¨ªmetro de prader¨ªo en la Mari?a lucense occidental. Esteiro, donde desemboca un arroyo, siempre fue lugar para disfrute de surfistas en atenci¨®n a las olas generadas por los vientos de componente este o sureste, t¨ªpicos del verano. El c¨®rner y El banco del amor, en el Esteiro Surf Caf¨¦, son los rincones m¨¢s deseados para ver el atardecer.
9. Cerca del banco maravilloso
Pic¨®n (Ortigueira, A Coru?a)
Todo era paz y sosiego en los acantilados v¨ªrgenes de Loiba hasta que el llamado banco m¨¢s bonito del mundo empez¨® a atraer a miles de visitantes. Unos 800 metros lo separan de la playa de Pic¨®n, un tramo que se recomienda cubrir a pie. Un mirador se?ala la escalinata de bajada a la playa, muy bien dotada de arena blanca. Pur¨ªsima, rectil¨ªnea, en estado virgen y apta para el ba?o, Pic¨®n se recomienda para deleitarse con la vista y el paseo de 470 metros al amor de las olas. Cubre al poco de entrar, lo que implica extremar las precauciones ya que adem¨¢s no hay socorrista. Tan brav¨ªa resulta que los temporales de este a?o arramblaron con las duchas. Rafael Prieto, cuidador del ic¨®nico banco, apunta un dicho popular: si se acumulan algas en la zona de playa situada bajo el viejo molino, al d¨ªa siguiente llover¨¢. De lo que no cabe duda es de los ricos arroces del restaurante O Gale¨®n (+34 981 41 41 91).
10. Olas muy bravas
Campelo (Valdovi?o, A Coru?a)
El Atl¨¢ntico rompe inmisericorde en este playazo fiero. ¡°Cabreado como el mar de Campelo¡±, suele escucharse en la comarca. Una carretera rural nos deja en el ruinoso chiringuito a partir del cual arranca una escalinata p¨¦trea con barandillas en paralelo al arroyo canalizado.
Conviene ir en bajamar, no sea que tengamos que tender la toalla sobre bolos rocosos o encima de los restos de derrumbes causados por los temporales. Hace mucho tiempo que los surferos descubrieron su potente ola izquierda as¨ª como los picos de la corriente que lleva al Medote, farall¨®n con el que se adorna esta flamante playa de crep¨²sculos arrebatadores. En el restaurante Os Percebes (+34 981 48 62 30), en Meir¨¢s, los percebes y el rape con guisantes convencen a la gran mayor¨ªa. Se aconseja reservar.
11. La gran desconocida
Arnela (Fisterra/Finisterre, A Coru?a)
En el valle de Duio sorprende su apabullante riqueza costera. Solo las fotos a¨¦reas hacen justicia a esta cala de arenas limpias y mar sin contaminaci¨®n que ejerce una fascinaci¨®n absoluta. En rededor, acantilados de un verde sustantivo y consecuente bajada a pie. Si resulta poco frecuentada quiz¨¢s es porque el ba?o transmite de todo menos confianza. En bajamar se puede alcanzar a pie una cuevita situada en el flanco derecho; no en vano, Arnela es base de percebeiros cuando toca mariscar en los bancos cercanos. Naturistas ocasionales la ocupan, pero ni los surferos la acaparan. Como zona remota de la Costa da Morte que es, no hay restaurantes en un radio de dos kil¨®metros, con lo que para comer hay que ir a Tira do Cordel.
12. Destierros voluntarios
Dique (Porto do Son, A Coru?a)
De no ser por Google Maps, la playa del Dique o de Rio Maior, un rinc¨®n secreto pr¨®ximo al castro de Baro?a, ser¨ªa dif¨ªcil de ubicar. En el kil¨®metro 93,100 de la AC-550 hay que girar por un camino vecinal. Luego viramos dos veces a la derecha y aparcamos el coche. De all¨ª parte el camino de 300 metros que, entre bosquetes de pinares, nos deposita en el Dique.
Hay que intentar ir en horario de bajamar ¡ªlos ni?os se deleitan en las pozas¡ª, ya que estos 80 metros de arena blanca casi desaparecen en marea creciente (en invierno, el Dique desaparece por completo). El paraje forma parte de la Red Natura 2000 y es habitual la presencia de p¨²blico naturista. El ba?o, al estar sometido a un fuerte oleaje, exige extremar las precauciones.
13. En el parque natural
Vilar (Ribeira, A Coru?a)
Bajar a esta playa es sumergirse en el parque natural de Corrubedo y lagunas de Carregal y Vix¨¢n. Tras acudir a los centros de recepci¨®n de visitantes y de interpretaci¨®n aleda?os, aparcamos a 300 metros, junto al bar donde preparan bocadillos de calamares. Desde aqu¨ª, bien por un sendero, bien por una pasarela, llegamos en cinco minutos a Vilar: abierta al oc¨¦ano, albina, cegadora.
Una de las rutas autoguiadas que organizan en el parque natural incluye este arenal, en el que est¨¢ prohibido pisar la vegetaci¨®n dunar y donde se balizan las zonas de cr¨ªa del chorlitejo patinegro, ave playera por excelencia. La arena es fina, y la entrada al Atl¨¢ntico, sin escalones, si bien se trata de un litoral muy inseguro con marejada. Rige por ello la bandera de aviso que ondea en el puesto de los socorristas. La zona donde quitarse el ba?ador est¨¢ entre la ¨²ltima pasarela y la desembocadura de la marisma de Carregal. No hay que dejar de visitar la duna gigante.
14. El arte de seducir
Melide (Isla de Ons, Pontevedra)
La isla gallega de mayor extensi¨®n, encuadrada en el parque nacional de las Islas Atl¨¢nticas de Galicia, muestra una virginidad paisaj¨ªstica de pendientes suaves alfombradas de tojos y brezos. No hace falta solicitar autorizaci¨®n para visitar la isla de Ons, como s¨ª se exige este a?o en las islas C¨ªes. A dos kil¨®metros del puerto, a lo largo de un sendero, se encuentra Melide, el arenal fetiche de Ons. Los amantes de la naturaleza hallar¨¢n en estos 250 metros rectil¨ªneos los atractivos necesarios: blanqu¨ªsima arena de grano fino y aguas claras en modo alguno comparables a las que ba?an la costa peninsular que se anuncia a lo lejos. Su escenario es verde, el m¨¢s tranquilo y mejor preservado de la isla. Los cordones dunares ¡ªtan valiosos como fr¨¢giles¡ª acent¨²an su belleza, y el desnivel del agua no entra?a peligro. Nadie deber¨ªa irse de Ons sin probar el pulpo.
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