12 pistas para enamorarse del Alt Empord¨¤
Una ruta muy placentera salpicada de castillos medievales, puertos pesqueros, ruinas griegas, vinos de los buenos y toques del surrealismo de Dal¨ª
Apartada de las rutas tur¨ªsticas, el interior del?Alt Empord¨¤ es una de las zonas m¨¢s aut¨¦nticas del norte de Catalu?a. La tramontana, ese viento que sopla del norte, procedente de los Pirineos, ha moldeado el car¨¢cter de sus habitantes y ha dado una fuerte personalidad a esta comarca de paisajes variados, costas escapadas, vi?edos y marismas.
M¨¢s informaci¨®n
En www.lonelyplanet.es y en las gu¨ªas En ruta por Catalu?a y Lo mejor de Girona El Empord¨¤ y la Costa Brava, de Lonely Planet.
Su capital, Figueres, es referencia daliniana imprescindible con su Museo-Teatro de Salvador Dal¨ª, uno de los m¨¢s visitados de Espa?a, y tan interesante como los pueblos que la rodean. Si vamos buscando piedras antiguas ser¨¢ imprescindible visitar Perelada y Vilabertan, dos pueblos con sabor medieval y si lo que se est¨¢ buscando es naturaleza en estado puro la encontraremos en la sierra de la Albera donde los d¨®lmenes y castillos hist¨®ricos ponen el componente hist¨®rico en un paisaje cambiante pero siempre arm¨®nico.
1. Figueres: el juego de Dal¨ª y el museo de los juguetes
Casi ning¨²n viajero pasa por alto la capital del Alt Empord¨¤, una ciudad activa y moderna que, adem¨¢s de su famoso Teatro-Museo Dal¨ª, tiene otros puntos de inter¨¦s para quienes quieran pasar m¨¢s de unas horas, como por ejemplo el castillo de Sant Ferran o el Museo del Juguete.
Pero indiscutiblemente, Figueres es la cita imprescindible para los estudiosos y admiradores de Salvador Dal¨ª. Aqu¨ª est¨¢ su museo (www.salvador-dali.org) con una decoraci¨®n tan singular como fue el propio Dal¨ª, quien se encarg¨® personalmente de su creaci¨®n aprovechando un viejo teatro donde en su juventud hab¨ªa expuesto al p¨²blico sus dos primeras obras. El museo es llamativo desde fuera, con su c¨²pula y sus c¨¦lebres huevos a modo de almenas, los maniqu¨ªes dorados y los panes adosados a los muros. Pero tampoco defrauda por dentro: nada m¨¢s cruzarse con la instalaci¨®n Carro Carnaval, Cadillac lluvioso, uno accede a un mundo dominado por la imaginaci¨®n. Hay obras para todos los gustos, pero son menci¨®n obligada algunas como el montaje que representa el rostro de Mae West, formado por un sof¨¢ rojo con forma de labios, una chimenea, dos cuadros que de lejos se transforman en dos perfectos ojos y una peluca gigante inscrita en el libro Guinness de los R¨¦cords. O trabajos como Galatea de las Esferas o el fresco que representa a Gala y Dal¨ª ascendiendo al cielo.
Al margen de las referencias dalinianas, Figueres se merece algunas horas m¨¢s de visita. Solo hay que bajar por la calle Sant Pere, con su iglesia hom¨®nima, para disfrutar de un tentempi¨¦ en una terraza al aire libre, antes de llegar a la Rambla, con sus pl¨¢tanos centenarios. M¨¢s adelante se llega a la casa natal de Salvador Dal¨ª, hoy cerrada al p¨²blico, aunque existe un proyecto municipal para convertirla en casa-museo.
Si se viaja en familia, un buen plan es visitar el Museo de Juguete de Catalu?a, instalado en el antiguo Hotel Paris, con miles de juguetes, mu?ecos, objetos como caballitos de cart¨®n o trenes el¨¦ctricos, y para los que prefieran la historia y los recuerdos cl¨¢sicos, el museo del Empord¨¤ expone muestras arqueol¨®gicas ¨ªberas, griegas y romanas, escultura medieval y pintura de los siglos XIX y XX, con obras de artistas como Sorolla, Nonell, Mir¨®, T¨¤pies, y Dal¨ª.
Y a las afueras, foto obligada al castillo de Sant Ferran, del siglo XVIII, una de las fortalezas m¨¢s grandes de Europa, preparada para acoger hasta a 6.000 hombres.
2. Castell¨® de Emp¨²ries, un paseo al medievo
Si Figueres es hoy la capital de la comarca, mucho antes y durante cuatro siglos lo fue Castell¨® de Emp¨²ries, una localidad estrat¨¦gica que conserva un gran patrimonio cultural, como su bas¨ªlica y varios edificios g¨®ticos. Podremos viajar a su pasado medieval paseando por el centro hist¨®rico, entre plazas porticadas y palacios. Se imponen paradas ante la g¨®tica catedral de Santa Mar¨ªa, la antigua Llotja de Mar, el Museo de Historia Medieval de la C¨²ria-Pres¨® y el Ecomuseo de la Farinera, que muestra el proceso de transformaci¨®n del trigo en harina y el tipo de vida de los antiguos payeses que se dedicaban al cultivo del grano.
Castell¨® es adem¨¢s el municipio que cuenta con m¨¢s hect¨¢reas dentro del parque natural dels Aiguamolls y es conocido tambi¨¦n porque en su t¨¦rmino, ya junto al mar, se encuentra la urbanizaci¨®n Empuriabrava, con 35 kil¨®metros de canales navegables.
3. Palau-Saverdera, esencia del Empord¨¤
Palau-Saverdera nos da la oportunidad de conocer un pueblo t¨ªpicamente ampurdan¨¦s, de esos de postal, donde el color de la piedra domina sobre cualquier otro y se conservan algunos edificios de arquitectura popular de los siglos XVII y XVIII. Al entrar en la villa hay que ir a buscar la iglesia de Sant Joan, rom¨¢nica, con tres ¨¢bsides de decoraci¨®n lombarda y un campanario de espada?a, y la inevitable Pla?a Major, presidida por el antiguo castillo de Palau-Saverdera, conocido popularmente como Can Messi¨®, con dos torres cil¨ªndricas y una hermosa torre de planta cuadrada, la Torre de les Hores, cuyo reloj sigue marcando las horas en el pueblo.
4. Aires rurales en Vilaju?ga
Otro pueblo que merece una visita en este recorrido empujados por la tramontana es Vilaju?ga, un curioso nombre para un pueblo de aire rural al pie de la sierra de Rodes. Vilaju?ga est¨¢ presidido por la iglesia de Sant Feliu, que en realidad es una antigua sinagoga de ¨¦poca medieval reconvertida en templo cat¨®lico, lo que ya nos est¨¢ diciendo mucho de la historia de una comarca en la que convivieron durante mucho tiempo diferentes culturas y credos. Hist¨®ricamente, uno de los atractivos tradicionales del pueblo era el agua minero-medicinal embotellada Aigua de Vilaj¨¹iga, fundada en 1904, pero en el 2017 fue adquirida por una multinacional y su futuro no est¨¢ muy claro. A las afueras, a dos kil¨®metros sobre un risco, se levantan los restos del castillo de Querman?¨®, del siglo X, con una torre de defensa de seis metros de altura, al que se puede llegar desde el pueblo por un itinerario se?alizado. Uno de esos lugares para sacar la c¨¢mara.
5. Sant Pere de Rodes: rom¨¢nico sobre el Cabo de Creus
El monasterio de Sant Pere de Rodes tiene un emplazamiento incre¨ªble, en un lugar estrat¨¦gico que domina toda la pen¨ªnsula del Cap de Creus. Es el m¨¢ximo exponente del arte rom¨¢nico en much¨ªsimos kil¨®metros a la redonda: un conjunto formado por la iglesia, el claustro, la sala capital, el archivo y biblioteca, la cocina, el refectorio y los dormitorios, pero lo que m¨¢s destaca es u alto campanario (de 27 metros), en forma de torre de planta cuadrada con tres pisos de ventanales. Perfectamente restaurado, en la actualidad acoge un centro de estudios y una delegaci¨®n del parque natural del Cap de Creus. Su situaci¨®n aislada en medio de la monta?a no solo permite contemplar unas vistas ¨²nicas, sino que a lo largo de los siglos ha propiciado la aparici¨®n de muchas leyendas. En julio y agosto se organizan visitas teatralizadas pensadas para familias, y por las noches, las ¡°nis de vins¡±, un recorrido nocturno que termina con un maridaje de vinos ampurdaneses en el restaurante del monasterio.
6. El Empord¨¤ marinero del Port de la Selva
A pesar de haberse convertido en un importante centro tur¨ªstico, El Port de la Selva conserva mucho del tranquilo pueblo marinero que fue, muy cerca del Cap de Creus, con sus casitas blancas cubiertas de tejas rojas. Al llegar, lo mejor es acercarse directamente al Moll d¡¯en Balleu, desde donde se contempla la peque?a bah¨ªa delimitada por el peque?o Cap del Vol y la Punta de la Creu. En el centro hist¨®rico se levanta, orgullosa e inmaculadamente blanca, la iglesia de Santa Maria de les Neus, reconstruida tras la guerra, que guarda en su interior una imagen g¨®tica de San Pedro, de piedra policromada, de casi dos metros de altura.
Aunque hoy el principal motor econ¨®mico local es el turismo, la pesca sigue siendo una de las se?as de identidad de El Port de la Selva. A la subasta diaria de la lonja del pescado solo acceden profesionales autorizados, pero los visitantes pueden verla tras una barandilla de la propia lonja. Es espectacular (y casi indescifrable) ver c¨®mo enormes cubos de fresqu¨ªsimas anchoas, gambas y todo tipo de pescado de palangre son vendidos a velocidades que a menudo escapan a la retina de cualquier persona no avezada en el arte de la subasta del pescado. Pocas horas despu¨¦s, muchos de estos pescados constituir¨¢n la materia prima de los platos servidos en los restaurantes locales, de reconocido prestigio.
M¨¢s all¨¢ del puerto pesquero se encuentra el puerto deportivo, desde donde parten embarcaciones que realizan una peque?a traves¨ªa hasta el Cap de Creus. Si hace buen tiempo, hay que aprovechar la oportunidad de ver esta sinuosa costa desde el mar.
7. Llan?¨¤, acuarelas del Mediterr¨¢neo
La costa nos lleva, hacia el norte, hacia el pueblo de Llan?a, formado en realidad por dos barrios que en las ¨²ltimas d¨¦cadas han terminado uni¨¦ndose: el n¨²cleo antiguo y la zona del puerto, donde se encuentra el islote de Castellar, una roca unida a tierra firme por una d¨¢rsena, en la que se han encontrado restos prehist¨®ricos y medievales; desde su extremo se alcanza una amplia vista de la bah¨ªa. El n¨²cleo antiguo est¨¢ dominado por la iglesia de Sant Vicen?, de los siglos XVII y XVIII, con una fachada monumental y una portada barroca clasicista. Muy cerca est¨¢ el Museo de l¡¯Acuarela-J. Mart¨ªnez Lozano, con varias obras del c¨¦lebre pintor Mart¨ªnez Lozano (1923-2006) y otros acuarelistas.
8. Los pueblos del vino: Garriguella y Mollet
Y de nuevo hacia el interior del Empord¨¤ seguiremos encontrando pueblos muy cuidados, como Garriguella, tambi¨¦n presidido por una iglesia de los sigos XVIII y XIX, Santa Eul¨¤lia de Noves, pero que en este caso conserva los restos de un antiguo templo prerrom¨¢nico del siglo XI. En los alrededores los vi?edos comienzan a dominar el paisaje, entre algunos pinares y encinares que a¨²n se conservan. Siguiendo la peque?a carretera de Vilamaniscle, se llega al santuario de la Mare de Deu del Camp, que acoge el Centro de reproducci¨®n de tortugas de l¡¯Albera (www.tortugues.cat), dedicado a la cr¨ªa en cautividad de la tortuga mediterr¨¢nea, en peligro de extinci¨®n.
Otro ejemplo de estos rincones del interior es Mollet de Peralada, un min¨²sculo pueblo a los pies de la Serra de l¡¯Albera, rodeado de vi?as que producen vinos de D.O. Empord¨¤. Est¨¢ presidido por la iglesia de Sant Cebri¨¤, con un esbelto campanario. El reducido tama?o de la localidad la convierte en un rinc¨®n especialmente apacible, tranquilo y silencioso¡ excepto cuando sopla la tramontana, con un constante zumbido que es oye por todas partes.
9. L¡¯Escala y Emp¨²ries: anchoas y recuerdos griegos
En verno, L¡¯Escala est¨¢ llena de turistas, pero en primavera, oto?o e invierno, es un oasis de paz y tranquilidad. L¡¯Escala es famosa por sus anchoas, insuperables desde tiempos de los griegos, pero sobre todo, es en su t¨¦rmino municipal donde se encuentran las ruinas de Emp¨²ries. Y adem¨¢s est¨¢n las playas y las calas como la de Montg¨®, en la falda del Montgr¨ª, perfectas para practicar submarinismo.
En el cercano Sant Mart¨ª d¡¯Emp¨²ries, las piedras nos podr¨ªan contar historias muy antiguas, como la de los foceos, que llegaron aqu¨ª en el a?o 575 a.C. Desde entonces siempre ha estado poblado. Desde l¡¯Escala se llega hasta aqu¨ª por un paseo entre pinos y mar, un camino a tramos de asfalto, a tramos de madera, en el que se camina con el mar a un lado y los restos arqueol¨®gicos a otro. Es una excursi¨®n perfecta para hacer a pie o en bicicleta, que tiene como recompensa final Sant Mart¨ª. Hoy tiene un aire medieval, pero ya era un puerto importante en ¨¦poca grecorromana antes de convertirse en capital del condado de Ampurias durante la edad media. Es un pueblo con apenas 60 habitantes, presidido por una plaza con una iglesia neog¨®tica que se cree que ocupa el mismo asentamiento donde estuvo el templo dedicado a Artemisa. En esta peque?a plaza varios restaurantes invitan a los turistas a descansar un rato, sobre todo en verano.
Cerca de este min¨²sculo pueblo medieval se extienden las ruinas de la antigua Emp¨²ries, el resto m¨¢s importante en la pen¨ªnsula de la Antigua Grecia. Fundada en el 575 a. C., est¨¢ formada en realidad por dos n¨²cleos: la ciudad griega y la posterior ciudad romana.
Para conocer la industria de la salaz¨®n de la anchoa hay que visitar el museo instalado en un antiguo matadero de 1913. Recorrer sus salas ayuda a conocer tambi¨¦n la historia del pueblo y, especialmente, la de esta actividad herencia de los griegos y romanos y que durante a?os ha dado trabajo y fama a la poblaci¨®n.
10. Roses, con vistas al golfo
A Roses no hay que llegar con prisas para ir directamente al mar. Antes de llegar encontraremos cosas interesantes, como los restos arqueol¨®gicos de la ciutadella, del siglo XVI, con los restos de la Rhode griega y la Roda romana. Luego ya podremos acercarnos al agua, y contemplar el golfo de Rosas, un magn¨ªfico puerto natural que protege de los temporales y embates de la tramontana. Lo mejor es ir hasta el puerto pesquero, uno de los m¨¢s importantes del Alt Empord¨¤, y asistir a una subasta de pescado (hay que contactar con la oficina de turismo que organiza visitas tanto a la subasta como al puerto en su conjunto).
Pero si queremos ver el golfo en toda su magnitud, lo mejor es subir hasta el Castell de la Trinitat, que corona la punta de la Poncella, por encima del faro de Roses. Esta antigua fortaleza del siglo XVI en forma de estrella de cinco puntas, es una atalaya privilegiada para contemplar no solo la bah¨ªa, sino tambi¨¦n la llanura ampurdanesa y, al fondo, las Islas Medas.
Las puestas de sol desde la playa de l¡¯Almadrava son espectaculares.
11. Peralada
El Empord¨¤ es famoso por sus vinos y Peralada es el mejor lugar para catarlos. De origen ¨ªbero, con una gran riqueza monumental, est¨¢ dominada por el castillo-palacio de los Rocaber¨ª, m¨¢s conocido como Castell de Peralada, donde se celebra cada a?o el famoso festival de m¨²sica. El castillo era en origen un edificio rectangular g¨®tico y renacentista con un patio central al que, a finales del siglo XIX, el arquitecto parisino Grant le dio un aire de chateau franc¨¦s. De propiedad privada (en su interior hay un casino), solo pueden visitarse sus exuberantes jardines.
Cerca del Castell est¨¢ el Convert de Carme-Museu del Castell, un museo instalado en un antiguo convento de carmelitas del siglo XIV, con una impresionante colecci¨®n de vidrio y cer¨¢mica, unas antiguas bodegas donde se elabora el cava Gran Claustre, y una biblioteca con un fondo de unos 100.000 libros. Solo se realizan visitas guiadas de 55 minutos. En julio a mediados de agosto, en el auditorio de los jardines del castillo y en la iglesia del Carme se celebra el Festival Internacional de M¨²sica de Peralada, por cuyo escenario han pasado figuras de la talla de Montserrat Caball¨¦, Josep Carreras, Daniel Barenboim, Zubin Metha, Rudolf Nureyev o Paco de Luc¨ªa.
12. La vida tranquila de Sant Lloren? de la Muga
Podemos terminar en uno de los pueblos m¨¢s pintorescos del Alt Empord¨¤, Sant Lloren? de la Muga, en la curva que forma el r¨ªo Fluvi¨¢, con un bonito casco medieval y un magn¨ªfico entorno natural. Este pueblo ha sabido mantener el esp¨ªritu del pasado para ofrecer al visitante paz y tranquilidad, con muchas rutas de senderismo y bicicleta de monta?a para los que quieren un contacto con la naturaleza m¨¢s directo. Lo mejor es el paseo hasta la torre Moro, una atalaya del siglo XIII, en buen estado de conservaci¨®n, que es el mejor mirador sobre el valle y el pueblo de Sant Lloren?.
El recinto amurallado encierra un conjunto medieval bien conservado, con parte de la muralla, cuatro torres y tres puertas de acceso. Pero el principal protagonista es el r¨ªo Muga, que invita a pasear por su ribera o a ba?arse en sus pozas y fuentes. La m¨¢s conocida es la Font Pudosa con un fuerte olor que se desprende de sus aguas sulfurosas que dicen tienen propiedades terap¨¦uticas contra el acn¨¦.
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